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domingo, 11 de mayo de 2014

Seguir caminando y hacer algo todos los dias , impulsando la eudaimonia

Tenemos que articular un proyecto de vida que nos haga felices. Y para eso tenemos que pensar primero en cómo somos felices. Qué te hace feliz a ti. Qué nos hace felices como grupo. Cómo podemos arbitrar tu felicidad, con la felicidad del colectivo hoy y con la felicidad de los que vendrán. Back to the basics.
La psicología positiva diferencia entre dos tipos de felicidad: la hedónica y la eudaimónica. La felicidad hedónica se basa en el confort y el placer. La eudaimonia es algo más compleja.
Es característico de la eudaimonia el tener un proyecto, un telos, un propósito vital. Pero no todos los fines están asociados a la eudaimonia, sino los llamados intrínsecos, los buscados como fin en sí mismos y no como medio para otra cosa. El conocimiento por el conocimiento, pongamos, no para fardar, para ganar más dinero o para conseguir un premio.
Algunos afirman que eudaimonia es tener objetivos que trascienden al yo, al momento presente: buscar algo más grande que yo mismo. Eudaimonia se relaciona también con el crecimiento personal, con el desarrollo de nuestras competencias, con sacar al mejor yo. Y también con el cultivo de las virtudes, las areté, las fortalezas de carácter que son, en el fondo, una automatización de la buena conducta. Y tiene también que tener con la autonomía, con poder tomar tus propias decisiones y ser coherente con uno mismo, con el daimon, el auténtico yo.
La investigación muestra que cada forma de felicidad tiene unos resultados. Las personas predominantemente hedónicas son más despreocupadas y tiene más afectos positivos; las eudaimónicas dicen que su vida tiene más sentido, son más vitales y tienen más experiencias de elevación o trascendencia. Las personas hedónicas dicen estar muy felices en el corto plazo, pero las eudaimónicas mantienen el nivel de felicidad en el medio plazo.
Los trabajos de investigación que hemos realizado en el grupo E-SOST con consumidores que tienen mayor inquietud por las consecuencias de sus actos de consumo tienen bastante de eudaimónicos y mucho menos de hedónicos. Así puede ser una vía a explorar cómo articular proyectos de felicidad basados en la eudaimonia, cómo fomentar la eudaimonia como base para armonizar la felicidad personal y la colectiva, la de los que estamos hoy y la de los que vendrán.
En definitiva, la hedonia es la buena vida y está fuertemente asociada a la posesión de objetos materiales, al tener. La eudaimonia es la vida buena y está más asociada al ser. El modelo imperante hoy se apoya en buena medida en la primera. Me parece que para poder construir ese otro mundo necesitamos impulsar la eudaimonia como modelo dominante de felicidad. Quizá si empezamos a ver la sostenibilidad como una estrategia para ser felices de una manera más plena, y dejamos de verlo como una serie de renuncias y sacrificios, aceleremos el cambio de los consumidores.
Quizá no podamos hacer más que esto. Intentar ser felices eudaimónicamente también en nuestro rol de consumidores. Plantear un proyecto. Concretar una metas. Trazar un plan de acción. Pero no fustigarnos si las estructuras nos ahogan, si perdemos frente a la norma social, la influencia de la publicidad, la inercia o la inadecuada valoración de los riesgos. Seguir caminando y hacer algo todos los días. Para mí esto es lo imprescindible.

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