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viernes, 31 de diciembre de 2021

Las dos cosas mas dificiles para tu cerebro

Las dos cosas más costosas que puede hacer tu cerebro son mover tu cuerpo y aprender algo nuevo. Esas son acciones metabólicamente muy, muy caras. Por ello son las primeras en claudicar cuando hay déficit crónico del presupuesto energético (fatiga y niebla mental). Lisa Feldman

Feliz 2022

"Quiero saborear y celebrar todos los días, no temer la experiencia del dolor... ni terminar tomando el camino más fácil. Que jamás deje de aprender y pensar, de vivir y aprender con una lucidez, una comprensión y un amor siempre renovados" (Sylvia Plath, diario).

domingo, 14 de noviembre de 2021

Una ventana a Japón . La tradición de las AMAS

Tradiciones “cool”, modernidad y belleza tradicional La tradición de las “amas" sigue viva en los mares de Mie Sociedad 26.07.2017 Julian Ryall [Perfil] La prefectura de Mie es el hogar de unas 1.000 amas, las buceadoras a pulmón que mantienen vivo un tipo de pesca con más de tres mil años de historia. Hoy solo quedan unas 2.000 en todo Japón, un descenso pronunciado desde las más de 17,000 que había hace medio siglo. A medida que las amas envejecen, ¿qué se puede hacer para mantener esta profesión tradicional a flote? TwitterLinkedInFacebookImprimirMás...25 Leer en otro idioma English 日本語 简体字 繁體字 Français Español العربية Русский Kimura Masako vuelve a tierra firme con sus trofeos Las aletas naranjas de Kimura Masako brillan entre espirales de algas mientras desaparece bajo la superficie del mar. La única señal de su presencia es una boya multicolor que flota entre las olas, a unos pocos metros de la rocosa costa. Tras lo que parece una eternidad, pero es en realidad menos de un minuto, Kimura resurge junto a su boya y lanza uno de esos evocadores silbidos agudos conocidos como isobue: el inconfundible sello distintivo de una ama, una de las buceadoras a pulmón de Japón. Tras depositar su pesca en una bolsa sujeta a la boya y recuperar el aliento, Kimura bucea de nuevo en busca de orejas de mar, pulpos, sazaes (Turbo cornutus), erizos de mar, holoturias y otros tesoros que yacen bajo las aguas junto a Ijika, un pueblo de la prefectura de Mie. Tras dos horas y media en el agua, Kimura regresa a la playa en forma de media luna y suelta un cesto de mimbre con su botín: grandes orejas de mar y otras variedades de moluscos menores, muy apreciados. “El agua no estaba clara hoy, y era difícil ver nada, ahí fuera, así que ha sido un poco decepcionante”, dice, con un gesto hacia su cesta. “Pero esta es la mejor época del año. El agua está caliente y podremos vender las orejas de mar a buen precio”. Las buceadoras se calientan alrededor del fuego, en la cabaña de las amas. Buceando desde hace tres mil años Kimura es una de las escasas 2.000 duras mujeres que mantienen la tradición de buceo de las amas en Japón, trabajando en el océano sin bombonas de oxígeno y con muy pocas mejoras técnicas respecto a la época en la que sus antepasadas salían a buscar la misma pesca que ellas, cubiertas solo de ropa blanca de algodón y armadas con una herramienta con garfio llamada kaginomi. Este tipo de trabajo ha estado tradicionalmente reservado a las mujeres, que son, según se dice, capaces de aguantar la respiración durante más tiempo que los hombres y tienen más grasa subcutánea que ellos, lo cual las aísla mejor del frío. Los registros y utensilios encontrados en esta parte del centro de Japón indican que las amas llevan realizando su trabajo desde hace al menos 3.000 años. Sin embargo, en las comunidades, hoy día, hay quien se preocupa de que esta antigua tradición no dure mucho más: el número de buceadoras está decreciendo, a medida que las mujeres más jóvenes buscan trabajos más seguros y mejor pagados en las ciudades. “Empecé a bucear después de jubilarme, hace veinte años, y ahora tengo ochenta”, dice Kimura mientras se calienta en una cabaña hecha con madera de deriva, por encima de la línea de la marea. Las mujeres se reúnen aquí, alrededor de una hoguera, tras horas en el océano. “Todas las mujeres del pueblo de Ijika siempre hemos sido amas porque no había otras posibilidades de trabajo para nosotras”, dice Kimura, encogiéndose de hombros. “Estamos muy lejos de la ciudad, y antiguamente las conexiones eran malas, así que era casi como vivir en una isla”. Kimura se dirige al mercado, donde venderá su pesca del día Kimura se da prisa para llegar al mercado y vender su pesca; cuelga su máscara y su traje negro de buceo -una de las pocas concesiones a la modernidad que estas mujeres han adoptado- y arrastra su cesta valle arriba, hacia el coche. Una tradición en peligro En 1956 había nada menos que 17.611 buceadoras ganándose la vida en el océano, en todo Japón. Hoy día, esta costumbre ha desaparecido por completo en algunas partes del país. Todavía se pueden encontrar amas en 18 prefecturas, pero el mayor número -cerca de 1.000, la mitad del total nacional- trabaja en las aguas del Pacífico de la Península de Shima, Mie, durante la temporada de pesca. Fuera de temporada, estas mujeres se ganan la vida trabajando en algún ryokan (hotel tradicional) o en tiendas. Una nueva adición a su repertorio ha sido la apertura de sus cabañas a los turistas, que acuden para escuchar sus experiencias. “Tenía catorce años cuando empecé a bucear, y dejé de hacerlo hace cinco años, cuando cumplí los ochenta”, dice Nomura Reiko, que lleva el tradicional traje blanco mientras trabaja en la cabaña Hachiman, justo tras el rompeolas del pueblo de Ōsatsu. Nomura Reiko, de 85 años, cuenta a los visitantes historias de sus más de seis décadas bajo las olas “Mi madre, mi abuela, mi bisabuela… todas eran amas. Es lo que las mujeres hemos hecho siempre, en esta zona”, dice. “Era casi un rito de iniciación para las mujeres de aquí: si no eras ama, no podías casarte”. Nomura admite haber tenido varias experiencias aterradoras, en sus 66 años buceando. Más de una vez la cuerda que llevaba atada a su cintura se atascó en una roca del lecho marino, o se enredó en las algas. Pero en cada ocasión, dice, mantener la calma la ayudó a encontrar una forma de regresar sana y salva a la superficie. Las colegas de Nomura, todas ellas buceadoras veteranas, preparan sazaes, ostras, algas y vieiras, que ellas mismas han atrapado, en el fuego del centro de la cabaña, y se las sirven a los visitantes, mientras ella habla. En sentido horario, desde arriba a la izquierda: asando moluscos en el fuego de la cabaña; ostras, vieiras y sazaes de la bahía; las amas realizan un baile tradicional para los visitantes; Okano Mitsue, de 70 años, trabaja en la cabaña y también continúa buceando Como muchas otras mujeres mayores, Okano Mitsue, de 70 años, se preocupa por la falta de buceadoras jóvenes. “Todas tenemos hijas, pero después de ver lo frías que volvíamos a casa tras un día en el mar, ninguna de ellas ha querido hacer este trabajo”, suspira. “Y es difícil ganarse la vida solo como ama, hoy en día. Normalmente necesitamos otro trabajo para salir adelante”. Hay dos tipos de buceadoras ama: kachido, que simplemente se adentran caminando en el océano o van en barca, en grupo, y funado, que trabajan desde una barca, normalmente con su marido al timón. Los trajes de buceo han reemplazado la ropa de algodón, pero las mujeres siguen rechazando las bombonas de oxígeno que les permitirían mantenerse bajo el agua durante periodos más largos. Es una cuestión de tradición, dicen, y también se evita así que se pesque demasiado, al limitar el tiempo que pueden estar en el fondo del mar. Incluso las zambullidas cortas pueden ser peligrosas, claro. Las mujeres dibujan diseños tradicionales en las capuchas de sus trajes, diseños que creen las protegerán y les permitirán regresar a la orilla. También visitan con regularidad el santuario Shinmei, sobre una colina baja que domina la ciudad. El recinto principal del santuario se encuentra más allá de un viejo torii (pórtico de madera que indica la entrada de un santuario), pero a un lado está Ishigami-san, el lugar que veneran las amas. Hay dos linternas a ambos lados del altar, en el que las amas depositan sus ofrendas de sake y galletas de arroz. Una cuerda trenzada, roja y blanca, conduce a un minúsculo gong que atrae la atención de los kami (dioses) cuando las oraciones deben ser escuchadas. Ishigami-san está dentro del recinto del santuario Shinmei. La leyenda dice que puede conceder un deseo a cualquier mujer, una vez en su vida. ¿Un futuro joven para las amas? Sin embargo, todavía hay algunas jóvenes dispuestas a enfrentarse a los elementos y los peligros del océano para mantener vivas las tradiciones. Ōno Aiko, una nueva integrante de la comunidad local de amas, se quita el lastre tras llegar a la orilla. “Desde que era niña siempre he amado el océano. Practico un montón de deportes marinos, como el surf, el piragüismo y el submarinismo”, decía Ōno Aiko, de 38 años, que era una fotógrafa profesional en Tokio antes de comenzar a trabajar como ama en octubre de 2016. Respondió a una oferta laboral del Gobierno municipal de Toba, que buscaba mujeres jóvenes que quisieran mudarse a esa comunidad rural y empezar una vida como amas. Antigua tokiota, Ōno se considera ahora “parte de la familia de amas” “Durante todo el tiempo que viví en Tokio sentí que quería vivir en un lugar donde pudiera ver el océano”, dice. “Convertirme en ama era mi destino”. Desde que se mudó a la península de Shima, Ōno dice que su vida se ha simplificado mucho, y que nunca había sido tan feliz. No obstante, admite que puede ser un desafío vivir en un pueblo con pocas compañeras de su edad. Ha recibido nuevos ánimos con la reciente llegada de otra joven buceadora a la ciudad. “Era una forastera cuando llegué, así que era algo difícil adaptarse”, dice Ōno. “Pero ahora soy parte de la familia de amas”, añade, con una sonrisa. Como parte de esta familia, ha convertido en su misión la protección de este tipo de vida de la amenaza existencial a la que se enfrenta. “Parte de mi papel consiste en mejorar la imagen de las amas: mostrar su estilo de vida como el perfecto para las jóvenes”, añade. “Quiero hacer todo lo posible para asegurarme de que este estilo de vida no desaparezca”. Información adicional: Cabaña Hachiman de Amas Dirección: Osatsu-chō, Toba, prefectura de Mie Teléfono: 0599-336-145 Página web: http://amakoya.com/ (Traducido al español del original en inglés. Todas las imágenes © Motono Katsuyoshi. Imagen del encabezado: una buceadora regresa a la orilla con su pesca en un flotador.)

lunes, 1 de noviembre de 2021

La medida de mi madre . Begoña Abad

La visión de la educación de Ken Robinson, en diez puntos

La conferencia ¿Matan las escuelas la creatividad? es una de las charlas TED más descargadas. En ella Ken Robinson desglosó en 2006 algunas de sus ideas sobre el sistema educativo y sus principales fallos. Cuatro años después, este escritor y profesor británico, experto en creatividad e innovación, continuó su disertación en ¡A iniciar la revolución del aprendizaje!. Hemos resumido en diez puntos las ideas principales de ambas intervenciones para dibujar cómo ve Robinson el presente y el futuro de la educación en el mundo. [youtube]https://www.youtube.com/watch?v=zuRTEY7xdQs[/youtube] LA EDUCACIÓN, SEGÚN KEN ROBINSON 1. La creatividad debe ser tan importante en la educación como la alfabetización. En las escuelas se desprecia la creatividad y solo se premia la habilidad en matemáticas, lengua o historia, cuando deberían estar al mismo nivel. Los niños tienen una capacidad para innovar y unos talentos extraordinarios que están desperdiciados. 2. Estigmatizar el error mata la creatividad. Para crear, para innovar, no hay que temer equivocarse porque, si los niños tienen miedo a equivocarse, dejarán de probar y de experimentar. Sin embargo, el sistema de educación actual establece que los errores son negativos y va aniquilando la creatividad inherente al ser humano. 3. En las escuelas se educa solo el cerebro y, especialmente, el hemisferio derecho. Todos los sistemas educativos tienen una jerarquía que sitúa en lo más alto las matemáticas y los idiomas, seguidos de las humanidades y, en el nivel más bajo, las artes. Y, dentro de las artes, incluso se da más importancia a la plástica y la música que al teatro o el baile. No se educa el uso de nuestro propio cuerpo, ni la capacidad de crear e imaginar, porque el sistema educativo se diseñó con la revolución industrial, para enseñar a trabajar, y da más importancia a los temas o aspectos útiles para el trabajo. 4. El sistema de valoración escolar no es justo. En contra de lo que muchos piensan, la habilidad académica no es sinónimo de inteligencia. Nos hemos acostumbrado a creer que un niño al que no le va bien en el colegio no es inteligente, cuando en realidad puede tener mucho talento y ser brillante y creativo. El problema es que en las escuelas no se valora la inteligencia, sino la capacidad de destacar en ciertas asignaturas o materias. 5. El sistema educativo actual aleja a muchas personas de sus habilidades naturales. Los talentos de una persona no siempre están a la vista, a veces se esconden bajo la superficie y hay que buscarlos, descubrirlos. La educación debería ser el entorno donde se creen las circunstancias adecuadas para que esos talentos emerjan, pero no es así. 6. La educación no debe sufrir una evolución, sino una revolución. Para solucionar los problemas de los sistemas actuales, no bastan los cambios superficiales: la educación tiene que transformarse en algo diferente a lo que es ahora. Para ello, debemos desprendernos de las ideas preconcebidas, como el hecho de que todo el mundo deba ir a la Universidad, lo que deriva en una concepción lineal de la educación que no es adecuada. Lo importante no es superar cursos sino desarrollar al máximo las capacidades de la persona. 7. Hay que cambiar el concepto de inteligencia. Las comunidades humanas dependen de un amplio abanico de habilidades y no pueden apoyarse sobre una única definición de talento. Ese es uno de los mayores retos en el ámbito educativo: cambiar esa definición, cambiar el concepto de inteligencia. La inteligencia es diversa, dinámica e interactiva y, sobre todo, única. El objetivo, por lo tanto, es que la persona encuentre su talento y tenga una dedicación extraordinaria para desarrollarlo. 8. La educación debe personalizarse y volverse orgánica. El sistema educativo actual sigue un modelo industrial, estandarizado y conformista. Educamos a los niños con las premisas de la comida basura, sin importarnos las características de cada uno, cuando en realidad los talentos y las capacidades son tan diversos como los alumnos. Debemos optar por un modelo agrícola, orgánico: como el granjero, la labor de la educación debe centrarse en crear las condiciones más adecuadas para que el niño crezca y desarrolle sus talentos. 9. Debemos replantearnos los principios fundamentales en los que educamos a nuestros hijos. Igual que explotamos la Tierra para extraer los recursos que nos interesan, el sistema educativo explota nuestro cerebro para que ejecute unas tareas y desarrolle unas habilidades concretas. La educación del futuro no puede seguir estas premisas, sino que debe valorar a los niños por todo lo que son, también por su imaginación y la riqueza que supone su capacidad creativa. 10. Para educar hay que alentar la pasión y conmover el espíritu. Hay que crear un movimiento en educación en el cual la gente desarrolle sus propias soluciones con el apoyo de un currículo personalizado. Pero debe hacerse apelando a la pasión, porque cuando hacemos lo que nos apasiona, sea lo que sea, somos felices y nos sentimos plenos. Más información

domingo, 10 de octubre de 2021

Retrato del provinciano global

Este sería un buen retrato del provinciano global: aquel que aspira a hablar un solo idioma, lo más utilitario posible, sin importarle la destrucción de los mundos que habitan en los otros idiomas; aquel que se mueve continuamente de aquí para allá, obseso coleccionista de imágenes, al tiempo que es incapaz de fijar la mirada, y no digamos el pensamiento, en paisaje alguno; aquel que está permanentemente informado con aludes de noticias y mensajes que sepultan su capacidad de comprensión. Es posible que un individuo de tal naturaleza se considere a sí mismo un cosmopolita. Pero vive en una pequeña aldea que ha confundido con el mundo.

Manuel Puig y General Villegas: tengo miedo del encuentro con el pasado que vuelve . Diario La Nacion

Delfina Celichini La intersección de las rutas 33 y 188 marca la entrada a la ciudad. Enfrente, una YPF moderna y luminosa insinúa la centralidad estratégica de este punto del país. Su vecino colindante es una parrilla que, sin ningún tipo de eufemismo, fue nombrada “La Parrilla”, señalizada con un cartel en altura con las iniciales LP blancas sobre un fondo rojo y azul. Una laguna artificial decora la entrada del restaurante en un paisaje carente de cualquier indicio de afluente. Un horizonte despejado solo interrumpido por algunos árboles diseminados por el campo. Se ingresa a la ciudad con una bienvenida de tractores, máquinas cosechadoras y locales de productos fertilizantes. Sobre tres escalones de piedras grises se erige el nombre en letras hechas en metal: General Villegas. Para muchos, sin embargo, todavía sigue siendo Coronel Vallejos. A 465 kilómetros de la Capital Federal En el extremo noroeste de la provincia de Buenos Aires, limitando con Córdoba, Santa Fe y La Pampa se encuentra el pueblo que vio nacer a Manuel Puig, en 1932. “Aquello es de miedo, es la ausencia total de paisaje, es una planicie perfecta, el horizonte es una recta y no crece nada. La persona que nace y muere ahí no ha visto nada, nada más que lo que le dan en el cine”, dice Puig sobre ese Villegas de su niñez. Encorvado y casi sin pelo, fuma un cigarrillo detrás del otro. Corre 1977, en Madrid, donde es entrevistado por Joaquín Soler Serrano en su programa A Fondo y su popularidad en el mundo de la literatura va en aumento. Radicado en Nueva York, Puig trabaja en su próxima novela. Con cuatro libros publicados, ya es reconocido y considerado un escritor de vanguardia. Mientras tanto, en su pueblo natal reina la indiferencia. Le cuesta llegar a un lugar con buena recepción de señal. Son las 11 de la mañana del 13 de junio de 2021. Camina con dificultad por una reciente fractura de cadera que la obliga a usar bastón. “Ya llego, ya llego”, dice mientras se dirige a ese rincón de la casa en el que sabe que su teléfono funciona sin intermitencias. Tiene una voz muy armónica, sólida, que se pierde de a ratos en el espectro radioeléctrico que conecta al Gran Buenos Aires con General Villegas. “Para mí nunca va a ser Manuel, acá nadie lo conocía así. Acá siempre fue Coco. Helena se crio con él, éramos los pibes del barrio”, explica Raquel Piña, hermana de Helena Piña y amiga de la infancia de Puig. El barrio era las inmediaciones de la esquina de Rivadavia y Arenales. Sobre Rivadavia, donde hoy se encuentra un colegio secundario, estaba la casa de los Puig, en la que transcurrió gran parte de la infancia de Manuel y una porción de su primera novela: La traición de Rita Hayworth. A los 30, en Roma, sin una carrera y sin dinero Luego de algunos fallidos guiones en lenguas extranjeras -las lenguas del cine, según Puig-, su amigo Mario Fenelli le sugiere dos cosas: escribir en español y sobre su mundo cercano. Es así como inicia una suerte de registro psicoanalítico sobre su vida. “Necesitaba explicar mi infancia y por qué estaba en Roma, con 30 años, sin una carrera, sin dinero y descubriendo que la vocación de mi vida -el cine- había sido un error”, dice Puig. Al rememorar la voz de una tía, la escritura empieza a fluir. “Podía recordar exactamente lo que ella había estado diciendo veinte años antes, y tomé nota de eso… Aunque su voz se suponía que iba a tomar como máximo tres líneas de diálogo, siguió sin detenerse por casi treinta páginas. No había manera de hacerla callar”. En tono burlón, Puig llama a estos diálogos Pájaros en la cabeza o A.I.S.P.: Asco Ilegible Sin Precedentes, bautizado así por un amigo de Nueva York. Aquello que luego titulará La traición de Rita Hayworth es la culminación de la historia de su infancia ficcionada. Sin demasiado disimulo cambia los nombres: él, Coco, es Toto; su mamá, Male, es Mita; su amiga Helenita es Alicita; su papá, Baldo, es Berto, y su primo Jorge es Héctor. El núcleo de su obra es la contradicción. Sus personajes son complejos, llevados a la acción mediados por deseos que no pueden ser ejecutados en una sociedad que pone márgenes muy estrictos. Ese vaivén de emociones será una constante en su vida, en la que va a tener que enfrentarse no solo con un esnobismo literario que, o lo repele o lo adora, sino también con sus propios compatriotas, entre los cuales cosechará opiniones de una disparidad asombrosa. “La noticia que consignamos nos anuncia que nuestro exvecino está en vísperas de triunfar como escritor. La editorial, al comienzo citada, dará a luz en los próximos días la obra literaria La traición de Rita Hayworth (…) que promete ser un suceso latinoamericano de librería”, informa una noticia titulada “La más dolorida y triunfante novela de aprendizaje de la vida que hayan merecido las letras argentinas”, publicada en Villegas Ilustrado. oquitas pintadas Se puede decir que en General Villegas hay un AB y DB (Antes de Boquitas pintadas y Después de Boquitas pintadas). “Con Boquitas, crea historias que se podían identificar con familias concretas, pero esa nunca fue su intención. Sumándole el estilo de Coco, muy folletinesco con un toque de culebrón, fue peor. No importa sobre la base de qué, es ficción”, dice su amiga Raquel Piña. El 18 de septiembre de 1969, interesado y expectante por las repercusiones en Villegas, Puig le escribe unas líneas a su amiga Helenita ante el inminente aterrizaje de su segunda novela en el pueblo. “¿Llegó ya a Villegas? Te ruego que me tengas al tanto de todo, hasta el último detalle. Los personajes esta vez son bastante inventados, te habrás ya percatado si leíste la novela. Las psicologías se han dado y repetido hasta el cansancio, pero la anécdota es inventada. Aunque hubiese podido suceder… ¿no te parece?”. Como un presagio, Puig pareciera intuir lo que tendría que enfrentar en los meses posteriores. Desde París, por carta, Manuel Puig le pregunta a su amiga Helenita si había llegado a Villegas su segunda novela, Boquitas Pintadas “Las personas que se vieron retratadas en Boquitas estaban asociadas a familias tradicionales, personas que gozaban de cierto prestigio y que podían hacerse escuchar”, dice Carlos Castro, director del documental Regreso a Coronel Vallejos, en el que se retrata la vida en un pueblo a través del relato troncal de Patricia Bargero, referente de la obra de Puig en Villegas. Atraída por la noticia de una ciudad entera peleada con un exvecino devenido escritor, producto de ventilar los rumores del lugar, la prensa viajaba a Villegas para entrevistar a los lugareños y contar la historia. Es el caso de la revista Semana Gráfica, que publica una nota titulada “Villegas no es como dice Puig”, el 7 de noviembre de 1969. “Mire, nuestros problemas son nuestros y no hay por qué andar ventilándolos”, reza el testimonio de un agente de policía. El pretendido anonimato villeguense contrastaba con el éxito comercial de la novela: para enero de 1972, llevaba vendidos más de cien mil ejemplares de Boquitas pintadas en la Argentina, seis mil en Brasil y otros cien mil en Italia a través del Club del Libro, doblando allí en ventas a Cien Años de Soledad, de Gabriel García Márquez. Además, las puertas estaban abiertas para que llegara a República Checa y Estados Unidos, y contaba con propuestas de cuatro directores para filmar la película. En 1974, cuando finalmente Torre Nilson estrenó la adaptación cinematográfica, los curiosos vecinos peregrinaban hacia localidades cercanas para verla. En Villegas estaba prohibida. Primera edición de Boquitas Pintadas, por Sudamericana, en 1969. Años más tarde, la película inspirada en este libro fue prohibida en General Villegas Lejos de ser indiferente, Puig estaba al tanto de las reacciones que se suscitaban y en ocasiones intervenía para hacerse escuchar. “Creo que hubo en mi pueblo alguna resistencia a mi literatura, basada en un equívoco. Se creyó que cierta versión mía, desaprobatoria de los tics de la clase media, correspondían a una visión de Villegas exclusivamente. No es así. Esos tics pertenecen a la clase media de todos los pueblos y ciudades argentinas, y aún de otros países”, expresa en una carta del 19 de octubre de 1972, dirigida al director del diario villeguense Crónicas. Obstinado y riguroso, también era poseedor de un ácido sentido del humor y de un carácter mordaz. En una carta a su amiga, del 6 de abril de 1969, le relata “en tren de chismes” un incidente con el escritor Eduardo Gudiño Kieffer. “Bueno, no me quedó otro remedio que mandarlo al diablo, pero creo que el tipo es realmente medio tarado. La novelucha de él es una cosita enclenque que no es más que una derivación del Rico Tipo y Patoruzú y el modo en que se ha quemado ante el periodismo (todo el mundo sabe que él escribe en Karina) es negro — RIP.” De haber sabido que este personaje lo introduciría mucho después a la persona que resignificaría su obra en el pueblo, quizá hubiese sido menos lapidario. Es 1986 en la ciudad de Buenos Aires. La directora de la biblioteca pública municipal de General Villegas, Susana Cañibano, y la bibliotecaria Patricia Bargero participan de la XII edición de la Feria del Libro. Luego de una charla animada, las mujeres invitan a Gudiño Kieffer a la biblioteca local. “¿Por qué no lo llaman a Puig?”, pregunta el escritor, y la bomba hace ‘clic’. Sin previo aviso, su efecto se reproducirá en una onda expansiva en la psiquis de las mujeres. “Me dio muchísima vergüenza porque no había leído nada de Puig. Pensaba que era un chismoso, porque siempre estuvo presente ese dato de que lo que escribió no tenía valor”, cuenta Bargero, hoy conocida como “la viuda de Puig”. “Empecé a leer a Puig y me pasó de todo. Él no condena a nadie en sus novelas, te da las claves para entender por qué sus personajes actúan como actúan. Me dio mucha culpa, mucha responsabilidad. Sentía un dolor tremendo, se notaba que era un tipo que había sufrido mucho”, dice Bargero. A partir de este despertar, desde la biblioteca municipal lo trataron de contactar, pero Puig no respondió, tal vez dolido por los desplantes del pasado. Confiados en el caudal de vida de un hombre de 54 años, nadie se habría de imaginar que cuatro años después Puig moriría luego de una operación de vesícula en Cuernavaca, México. La semilla, sin embargo, ya había germinado. Una nueva etapa en la relación Villegas-Puig estaría por comenzar de la mano de su viuda. Festivales, obras de teatro, talleres de lectura, películas y hasta un hermanamiento con la ciudad de Cuernavaca serían parte del trabajo de Bargero en el Villegas de Puig a lo largo de más de 30 años. Aquel que hoy tiene una Casa de la Cultura que lleva el nombre del escritor del pueblo como homenaje, en el que se leen sus obras en los colegios y que cuenta con un recorrido por los lugares característicos de su vida y sus novelas. Su vínculo póstumo con Puig la llevaría incluso a comprarse una de las casas en las que vivió el escritor y hasta a convertirse en actriz, al protagonizar el documental Regreso a Coronel Vallejos, dirigido por el también villeguense Carlos Castro. Es el sábado 22 de octubre de 2016 en General Villegas. Un sol primaveral vaticina una tarde cálida. Patricia está muy nerviosa: Carlos no le mostró la película terminada y la verá por primera vez en el estreno. Sale temprano de su casa hacia el cine, el mismo al que asistía Puig de niño, ubicado a una cuadra y media de distancia. El objetivo de Bargero es llegar antes que el resto de la audiencia para poder elegir un lugar donde ubicar su silla de ruedas motorizada y pasar lo más desapercibida posible. Termina colocándose en la primera fila, pensando que de esa manera el público saldría sin siquiera mirarla. De ubicarse última, las personas se le abalanzarían y ella no tendría escapatoria. Castro hizo lo propio, acomodó a su familia en un lugar con una buena vía de escape y alertó a su pareja para que tuviera todo listo para la huida. Las precauciones, sin embargo, no hicieron falta: la película gustó mucho. Aunque “nadie es profeta en su tierra”, remata Carlos con humor. Luego de tantos desencuentros, General Villegas se presenta ante el mundo, orgullosa, como "la ciudad del escritor Manuel Puig". Delfina Celichini M

jueves, 23 de septiembre de 2021

No teman por los argentinos Publicado por Enric González

No teman por los argentinos pablo amargo Ilustración: Pablo Amargo. Argentina nació el 9 de julio de 1816. Tiene solo doscientos cuatro años. En teoría, el trabajo de sus historiadores debería ser fácil: todo es relativamente reciente y se supone que los periódicos contaron lo que ocurrió cada día desde la fundación. Sin embargo, la historia argentina está llena de misterios. En los siguientes párrafos intentaremos arrojar algo de luz sobre este país enigmático. Teniendo en cuenta que hablamos de Argentina, lo más probable es que estos apuntes aumenten la confusión del lector. (Como aclaración inicial, digamos que los argentinos suelen hablar de «la Argentina», con artículo. Pero no lo hacen como los franceses cuando se refieren a «la France». En «la Argentina», con mayúscula dudosa, argentina no es nombre sino adjetivo: República Argentina. El la señala que se omite el término República. Por simplificar, y quizá para figurar entre los primeros en las listas alfabéticas de países). Un misterio de entrada: ¿dónde están los negros? Buenos Aires fue capital continental del esclavismo. Según el censo de 1778, los afroamericanos constituían casi un tercio de la población. En 1816, los afroamericanos componían casi dos tercios del ejército del general José San Martín, héroe de la independencia, y se sabe que lucharon con valentía y destreza. Hacia 1850 se estimaba que la población total rondaba las ochocientas mil personas, de las que cien mil eran «mulatos» y veinte mil eran «negros». A principios del siglo XX apenas quedaban negros. ¿Qué pasó? Unos dicen que se extinguieron en las guerras decimonónicas porque siempre los situaban en primera línea de combate. Otros dicen que se blanquearon poco a poco con matrimonios interraciales. La cosa no está clara. En cualquier caso, pese a este misterio y a la existencia de unos novecientos mil ciudadanos que se autodefinen como miembros de los pueblos originarios, Argentina se considera una sociedad «blanca». Otros países latinoamericanos tratan de enlazar su historia moderna con la historia de las civilizaciones precolombinas. No es el caso de Argentina. Por recurrir a una vieja y manida frase, que utilizaba de vez en cuando Jorge Luis Borges, «los peruanos descienden de los incas, los mexicanos descienden de los aztecas y los argentinos descienden de los barcos». Argentina es realmente un país de inmigrantes. Los argentinos piensan como italianos, gesticulan como italianos, se besan como italianos y actúan como italianos. También saludan a la italiana. Frente al seco «hola» español, ellos tienden a algo más florido, del tipo «hola, qué tal, cómo va» en su versión más escueta. Accidentalmente los argentinos se expresan en idioma español, aunque adaptado a la fonética de los distintos dialectos italianos: no es «ven», sino «vení»; no es «corre», sino «corré»; no se dice «vale», sino «dale» (por el «dai» italiano). Del viejo español queda, sin embargo, el elegante «vos». Por razones desconocidas —otro misterio—, incluso los argentinos más cultos ignoran las conjugaciones del subjuntivo. Quizá sea una herencia vasca. Los apellidos de origen vasco figuran entre los más augustos de la sociedad argentina. Estaban en la cúspide de la oligarquía a principios del siglo XX, cuando en Francia empezó a utilizarse la frase «plus riche qu’un argentin» para referirse a alguien que tenía muchísimo dinero. En su libro sobre la familia Anchorena, el historiador Juan José Sebreli cuenta que «cuando viajaban a Europa llevaban en el barco a los criados, cocineros, niñeras, chóferes, como así también gallinas y vacas para tener huevos y leche fresca». Clara Cobo de Anchorena salía de casa con un cargamento de guantes, porque los tiraba al sacárselos. Fabián Gómez de Anchorena arrojaba al mar, después de cada comida, la vajilla de oro. (En 1910, Argentina era el primer exportador mundial de trigo, maíz y carne). «Un argentino es un italiano que habla español, se viste como un inglés y cree ser francés». No estoy muy de acuerdo. Omitiremos los chistes sobre la supuesta egolatría de los argentinos. Aunque vale la pena recordar el titular de un diario colombiano cuando Jorge Bergoglio fue elegido papa: «Argentino pero modesto». Según mi experiencia, los argentinos son cordiales, hospitalarios y, al menos de forma colectiva, muy autocríticos. Coinciden todos en que el país, como Perú en la novela de Mario Vargas Llosa, se jodió en algún momento. Difieren en la designación de los culpables. Para los «gorilas», la ruina llegó con Juan Domingo Perón. Los «peronchos» culpan a la oligarquía. El término gorila tiene un origen delicioso. En la película Mogambo (1953), un rugido hacía que Grace Kelly se lanzara a los brazos de Clark Gable, y este la calmaba: «Tranquila, deben de ser los gorilas». En 1955, en Argentina se recuperó la frase para una canción publicitaria que decía: «Deben ser los gorilas, deben ser, que andarán por ahí». Corrían rumores de un plan secreto para derrocar a Perón y los peronistas empezaron a hablar de «los gorilas que andan por ahí». La palabra perduró. Es indiscutible, en cualquier caso, que a mediados del siglo XX la economía argentina, antes rutilante, se estancó. Y luego decayó. Y siguió decayendo. En cuanto a la perenne crisis del peso, con sus correspondientes desastres políticos, mejor que sea un maestro como Tato Bores quien la explique: acudan aquí para entender un poco la cosa. Entenderán, como digo, poco —Argentina es siempre un misterio—, pero reirán bastante. Quizá una de las claves del enigma argentino sea geográfica. Este es un país remoto, pegado a la Antártida —a los niños se les enseña que la Antártida, igual que las Malvinas, es argentina—, a doce horas de avión de Nueva York o de Madrid. Cuando todo queda tan lejos, pero uno quiere sentirse tan cerca, con una capital tan parisina y una agroindustria tan exportadora, el conflicto interno es casi inevitable. Hay en cada corazón argentino un velo de melancolía. Más del cuarenta por ciento de los argentinos viven hoy en la pobreza. Sin embargo, el país se sabe rico. La primera impresión de los inmigrantes que llegaron a Argentina fue de asombro ante la riqueza que ofrecía una tierra fértil e inacabable. Eso se nota en la gastronomía local, que podría definirse como la ensoñación de un italiano hambriento. ¿Pizza? Sí, pero con toneladas de muzzarella (con u) y muchos ingredientes. ¿Escalope a la milanesa? Sí, pero recubierto de pizza, con un huevo encima y con patatas. ¿Azúcar? Ahí están el dulce de leche y los alfajores, deliciosos pero capaces de dejar a un no argentino en coma diabético. Curioso que, con tanto mar, en Argentina se ignore el pescado. Supongo que porque en Italia era comida de pobres. Por el contrario, como la carne en Europa siempre fue comida de ricos y aquí la había en abundancia, los inmigrantes europeos que descendían de los barcos decidieron ser ricos para siempre devorando eternamente bifes espléndidos y cantidades ingentes de asado. Ya que hablamos de ello, el asado argentino constituye un rito inefable, una celebración de la amistad, una de las ceremonias más hermosas que se conocen. La alegría del asado no suele verse empañada por el abuso del alcohol. A diferencia de los españoles, y al igual que los italianos, los argentinos beben poco. Les gusta el excelente vino local, cosa lógica, y les gusta el Fernet, cosa no tan lógica. Consignemos la cuestión del mate en el apartado de las peculiaridades misteriosas. Argentina tiene una de las mayores comunidades judías del mundo. Alguna relación tendrá este hecho con el alto nivel del humor sofisticado argentino. Y con la creatividad de su industria publicitaria. Y con su cine. Y con su teatro. O tal vez no. Tal vez, simplemente, el argentino necesita expresarse y ha aprendido a hacerlo bien. Este país es grande y ha acogido gente de todas partes, demostrando que la convivencia no requiere necesariamente de eso que denominamos «corrección política». En el lenguaje de la calle, cualquier persona de ascendencia medio oriental es un «turco». Un europeo del este es un «ruso». Y un calvo es un «pelado», y un moreno es un «negro», y un gordo es un «gordo». Así, a lo bestia. Son apelativos cariñosos. La sociedad argentina es en general instruida y uno avanza la hipótesis de que el nivel colectivo de inteligencia es bastante alto. No hace falta esgrimir listas de premios Nobel ni de escritores eximios ni de inventores brillantes, ni hace falta recordar que poseen tecnología nuclear propia. Eso lo sabe todo el mundo. Tampoco hace falta subrayar que solo un cerebro argentino es capaz de entender las normas de la competición futbolística local, distintas cada temporada y cada vez más complejas. Cuando uno habla de inteligencia se refiere más bien a la capacidad de crítica y disensión: en este país, todo, lo humano, lo divino y lo mediopensionista, se caracteriza por la «interna». Todo tiene dentro una discusión y un conflicto, y a eso se le llama «interna». Ni siquiera hay ídolos más o menos unánimes, salvo tal vez Carlos Gardel y Diego Maradona. Ni Messi, ni el papa, ni Borges: muchos abominan de esas figuras. No digamos de Perón. En cuanto a Buenos Aires, que nos gusta tanto a los extranjeros —es una ciudad escasa en monumentos turísticos pero riquísima en paisajes, en librerías dignas de Londres y cafés que parecen rincones vieneses—, muchos argentinos la detestan. O eso dicen. (A los argentinos del resto del país no les gusta ser confundidos con los porteños, los habitantes de Buenos Aires. Ocurre que cuesta distinguir entre la ciudad y la provincia de Buenos Aires por el crecimiento frenético de la urbe más allá del término municipal, y ocurre que la provincia de Buenos Aires acumula casi el cuarenta por ciento de la población argentina y más de la mitad de la riqueza, y ocurre, por tanto, que es fácil confundir la parte con el todo. Los extranjeros nos asombramos al descubrir que hay otras Argentinas más allá del fangoso Río de la Plata). El país es enorme y diverso. Argentina posee un pasado brillante, aunque más remoto cada día que pasa. También cuenta con un futuro rutilante: cada argentino está convencido de que ha de llegar un tiempo glorioso en el que su país ocupará un puesto de honor en el mundo. Fíjense, por ejemplo, en que los políticos hablan en futuro y en que cada nuevo presidente cree inaugurar la historia nacional. Lo que falla, siempre, de forma inexorable, es el presente. El presente no tiene arreglo. Hasta que llegue el momento que ha de llegar, los argentinos que pueden hacerlo acumulan dólares —otro dato de rango paranormal: los argentinos esconden en los lugares más inverosímiles el diez por ciento de los billetes estadounidenses que circulan por el planeta, una millonada— y se las arreglan para ir tirando. Argentina no solo está habituada a vivir al borde del abismo: cae en él con frecuencia. Pero luego remonta y en cuanto puede se asoma de nuevo al vacío. No teman por los argentinos. Nacieron para sobrevivir a cualquier catástrofe. Y cuando no sobreviven, resucitan. Ese talento constituye el misterio supremo. FacebookTwitterMeneameEmailLinkedInCompartir

sábado, 18 de septiembre de 2021

La dama del número 6

La Dama del número 6" es una de las más inspiradoras historias  .  A los 109 años de edad, Alice Herz Sommer, es la pianista más vieja del mundo y la más vieja sobreviviente del Holocausto. Comparte sus puntos de vista sobre cómo vivir una vida larga y feliz. Ella habla de la importancia de la música, la risa y tener una visión optimista de la vida. Dirigido por el Ganador del Oscar, Malcolm Clarke.

Kant Muriendo de mejoría

Kant en Filosofía de la Historia (1941, compilación de varios escritos kantianos) ya lo escribía con fina ironía sobre el enfermo que muere de mejoría. Dice así: "Un médico no hacía sino consolar a su enfermo todos .. ..los días con el anuncio de la próxima curación, hoy diciéndole que el pulso iba mejor, mañana que lo que había mejorado era la excreción, pasado mañana que el sudor era más fresco, etc.,etc. El enfermo recibe la visita de un amigo: ¿Cómo va esa enfermedad?, le pregunta nada ..más entrar. ¡Como ha de ir! ¡Me estoy muriendo de mejoría!" Parece escrito hoy, pero no (hace casi 3 siglos). Lo cual significa que desde entonces para acá poco o ningún progreso (moral, se entiende) hemos hecho. La tozudez y estupidez del hombre son infinitas. Seguimos ..., decía Kant, en una culposa minoría de edad moral, caracterizada por nuestra falta de decisión y valor para servirnos de nuestro propio entendimiento sin la guía de otro.

martes, 7 de septiembre de 2021

Françoise Sagan

"Mi pasatiempo favorito es dejar pasar el tiempo, tener tiempo, tomarme mi tiempo, perder el tiempo, vivir a contratiempo".

miércoles, 1 de septiembre de 2021

Ribeyro

"El gran error de la naturaleza humana es adaptarse... El matrimonio destruye el amor, la posesión mata el deseo; el hábito, la novedad; la destreza, la conciencia. Ser el eterno forastero, el eterno aprendiz,el eterno postulante: he allí una fórmula para ser feliz". #Ribeyro

domingo, 22 de agosto de 2021

Glenn Gould 1/4 Goldberg Variations (HQ audio - 1981)

El arte de perder < Elizabeth Bishop

l arte de perder El arte de perder no cuesta tanto irlo aprendiendo (insisten las cosas hasta tal punto en perderse, que el llanto por ellas dura poco). Y el espanto por perder algo cada día, rosas que se deshojan, horas, llaves, cuanto pueda ocurrírsele a uno, no es tanto. Practica entonces perder más, y goza el ritmo de la pérdida, su encanto: pierde ciudades, nombres, y en Lepanto pierde una mano, un destino, una moza: nada de esto será para tanto. Perdí el reloj de mi madre, y el manto con que cubría mis hombros, la loza en que tomaba el té, pero igual canto. Perdí mi tierra, mi rumbo y aguanto de lo más bien tanta pérdida. Es cosa de acostumbrarse: no, no es para tanto. Perderte a ti, por ejemplo, tu encanto y tu cariño perder, dolorosa prueba sería, pero nunca tanto (aunque parezca condena espantosa). * * * Un arte El arte de perder no es difícil adquirirlo. Tantas cosas parecen empeñadas en perderse, que su pérdida no es un desastre. Pierde algo cada día. Acepta el tumulto de llaves de puertas perdidas, la hora malgastada. El arte de perder no es difícil adquirirlo. Practica entonces perder más aún, y más rápido: lugares, nombres, y el sitio al que se suponía que viajarías. Nada de esto será un desastre. Perdí el reloj de mi madre, y -¡mira!- la última, o penúltima de tres casas que amaba se fue. El arte de perder no es difícil adquirirlo. Perdí dos ciudades, ambas adorables. Y, más ampliamente, algunos sitios de los que era dueña, dos ríos, un continente. Los echo de menos, pero no fue un desastre. -Hasta al perderte a ti (la voz bromista, un gesto de amor) no habré mentido. Es evidente que el arte de perder no es demasiado difícil de adquirir aunque parezca por momentos (¡Escríbelo!) un desastre. * * * Este arte de perder No, no es difícil adquirir el arte de perder: hay tantas cosas empeñadas en perderse, que su pérdida no importa. Pierde algo cada día, acepta el río de llaves que se pierden, horas malgastadas. No, no es difícil adquirir el arte de perder. Practica entonces perder más, más rápido: nombres, lugares, ¿para adónde ibas? Ninguna de estas cosas es desastre. Perdí el reloj de mi madre, y -fíjate- la última o la penúltima casa querida que tuve. No, no es difícil adquirir el arte de perder. Perdí mis dos adoradas ciudades, e incluso algunos sitios de los que era dueña, dos ríos, un continente. Los echo de menos, pero no es un desastre. -Incluso si te pierdo a ti (tu voz bromista, esos gestos que adoro) no habré mentido. Es obvio que el arte de perder no cuesta ni tanto adquirirlo aunque por momentos parezca que (¡escríbelo!) sí es un desastre.

martes, 17 de agosto de 2021

domingo, 8 de agosto de 2021

No piense Ud , que es tan importante

Little boxes . Malvina Reynolds

little Boxes" es una canción escrita por Malvina Reynolds en 1962 en la que se satirizaba las urbanizaciones de los barrios residenciales periféricos californianos, remarcando los valores conformistas burgueses de estos y criticando a una sociedad acomodada y su concepto de normalidad, consistente en aparentar todos lo mismo, lo cual viene marcado socialmente por las posesiones, las actividades y las profesiones. Aunque en apariencia inofensiva, esta canción, le acaerró algún disgusto con esa gente que vivía en cajitas y que no eran tan simpáticos o inofensivos como podrían parecer aquí. La canción fue muy conocida también por la versión del premio Nobel de la paz y amigo de Malvina, Pete Seeger de 1963.

Iris Murdoch : la elección del bien es la mas sabia de las opciones ante cualquier dilema de la vida

"Para Murdoch, el bien es un tipo de inteligencia; por ende, la elección del bien es la más sabia de las opciones ante cualquier dilema de la vida. Llegó a decir que, aunque era un gran pensador, encontraba a Freud deficiente porque el psicoanálisis se basa en «pensar demasiado en uno mismo, mientras que el mejor remedio contra el sufrimiento es ayudar a otros.» Por otro lado, la literatura en particular y el arte en general son una respuesta solida y acogedora ante los interrogantes de la filosofía. Dios no existe, el amor es falible, somos imperfectos, somos mortales, el dolor y el egoísmo nos acechan; pero nos quedan las historias, el consuelo inagotable de las palabras. En otra entrevista abundó en el tema al afirmar que «el buen arte ofrece una felicidad sin contaminar y enseña cómo mirar el mundo y entenderlo; hace que todo sea más interesante.» Creo que esta última frase sirve como innecesario resumen del estilo de Iris Murdoch: todo lo que plantea redunda en el interés del lector. La puesta en escena de sus novelas es siempre tan inteligente como inesperada, desde su arranque y su punto de vista hasta el desarrollo, el viaje de sus personajes deliciosamente estropeados; en su territorio no hay caminos hollados, ¿existe mejor regalo para el lector que ese? Para la escritora, el arte «posee dureza, firmeza, realismo, claridad, objetividad, justicia, verdad. Es el resultado de una imaginación libre, sin corromper. El mal arte es el resultado blando, caótico y autocompasivo de una fantasía esclavizada.» La suya voló libre en sus novelas, ensayos, obras de teatro y un puñado de poemas. Le encantaba escribir, aseguraba que entre el final de una novela y el inicio de otra no pasaban más de diez minutos. Y así fue hasta 1995, cuando los primeros síntomas de la enfermedad amordazaron su talento. Iris Murdoch murió el 8 de febrero de 1999 víctima del Alzheimer, perdiendo palabras, ella que tanto las había amado y cultivado: «Las palabras son los símbolos más sutiles que poseemos y nuestra producción humana depende de ellas», escribió en La soberanía del bien. Pero a nosotros nos queda el consuelo de su literatura, siempre divertida, esencial, sabia, saciante e inmortal: los lectores de Iris Murdoch la recordamos, con centenario o sin él. Y los que aún no la han disfrutado, venga, ¿a qué estáis esperando? Josan Hatero. (c) Jill Krementz, B&W. TAGS IRIS MURDOCH LITERATURA Share This

viernes, 6 de agosto de 2021

El homo ludens con un libro es libre

Wislawa Szymborska : soy una persona anticuada que cree que leer libros es el pasatiempo mas hermoso que la humanidad ha creado . El homo ludens baila , canta , adopta posturas, se acicala , organiza fiestas y celebra refinadas ceremonias . Para nada desprecio la importancia de estas diversiones : sin ellas , la vida humana pasaría sumida en una monotonía inimaginable . Sin embargo son actividades en grupo sobre las que se eleva un mayor o menor tufillo de instrucción colectiva El homo ludens con un LIBRO ES LIBRE . Al menos , tan libre como el mismo sea capaz de serlo . El fija las reglas del juego , subordinado únicamente a su propia curiosidad

lunes, 2 de agosto de 2021

Gobernando el vacio

“Los partidos se han desconectado tanto del resto de la sociedad y se dedican a una competición tan carente de significado, que ya no parecen capaces de sostener la democracia en su forma actual”. "Gobernando el vacio".Peter Mair, citado por Ricardo Dudda en “la privatización de la política”

lunes, 19 de julio de 2021

¡ Adiós!

A veces la gran decisión profesional de nuestra vida consiste simplemente en decir: ¡ Adiós!

Unabhängigkeit.

Cómo me gusta el término alemán para designar la independencia: Unabhängigkeit. Literalmente, la capacidad para no "engancharse" de nada.

Jane Austen

"A poca gente quiero de verdad, y de muy pocos tengo buen concepto. Cuanto más conozco el mundo, más me desagrada, y confirma mi creencia en la inconsistencia del carácter humano y en lo poco que se puede uno fiar de las apariencias de bondad o inteligencia". Jane Austen

domingo, 4 de julio de 2021

Decir Adios

A veces la gran decisión profesional de nuestra vida consiste simplemente en decir: ¡ Adiós!

Svetlana Alexievich Premio Nobel de Literatura

Boris Cyrulnik . El dolor es inevitable. El sufrimiento opcional

Iris Murdoch : la elección del bien es la mas sabia de las opciones ante cualquier dilema de la vida

"Para Murdoch, el bien es un tipo de inteligencia; por ende, la elección del bien es la más sabia de las opciones ante cualquier dilema de la vida. Llegó a decir que, aunque era un gran pensador, encontraba a Freud deficiente porque el psicoanálisis se basa en «pensar demasiado en uno mismo, mientras que el mejor remedio contra el sufrimiento es ayudar a otros.» Por otro lado, la literatura en particular y el arte en general son una respuesta solida y acogedora ante los interrogantes de la filosofía. Dios no existe, el amor es falible, somos imperfectos, somos mortales, el dolor y el egoísmo nos acechan; pero nos quedan las historias, el consuelo inagotable de las palabras. En otra entrevista abundó en el tema al afirmar que «el buen arte ofrece una felicidad sin contaminar y enseña cómo mirar el mundo y entenderlo; hace que todo sea más interesante.» Creo que esta última frase sirve como innecesario resumen del estilo de Iris Murdoch: todo lo que plantea redunda en el interés del lector. La puesta en escena de sus novelas es siempre tan inteligente como inesperada, desde su arranque y su punto de vista hasta el desarrollo, el viaje de sus personajes deliciosamente estropeados; en su territorio no hay caminos hollados, ¿existe mejor regalo para el lector que ese? Para la escritora, el arte «posee dureza, firmeza, realismo, claridad, objetividad, justicia, verdad. Es el resultado de una imaginación libre, sin corromper. El mal arte es el resultado blando, caótico y autocompasivo de una fantasía esclavizada.» La suya voló libre en sus novelas, ensayos, obras de teatro y un puñado de poemas. Le encantaba escribir, aseguraba que entre el final de una novela y el inicio de otra no pasaban más de diez minutos. Y así fue hasta 1995, cuando los primeros síntomas de la enfermedad amordazaron su talento. Iris Murdoch murió el 8 de febrero de 1999 víctima del Alzheimer, perdiendo palabras, ella que tanto las había amado y cultivado: «Las palabras son los símbolos más sutiles que poseemos y nuestra producción humana depende de ellas», escribió en La soberanía del bien. Pero a nosotros nos queda el consuelo de su literatura, siempre divertida, esencial, sabia, saciante e inmortal: los lectores de Iris Murdoch la recordamos, con centenario o sin él. Y los que aún no la han disfrutado, venga, ¿a qué estáis esperando? Josan Hatero. (c) Jill Krementz, B&W. TAGS IRIS MURDOCH LITERATURA Share This

domingo, 20 de junio de 2021

Little Boxes Malvina Reynolds

"Little Boxes" es una canción escrita por Malvina Reynolds en 1962 en la que se satirizaba las urbanizaciones de los barrios residenciales periféricos californianos, remarcando los valores conformistas burgueses de estos y criticando a una sociedad acomodada y su concepto de normalidad, consistente en aparentar todo lo mismo, lo cual viene marcado socialmente por las posesiones, las actividades y las profesiones. Aunque en apariencia inofensiva, esta canción, le acaerró algún disgusto con esa gente que vivía en cajitas y que no eran tan simpáticos o inofensivos como podrían parecer aquí. La canción fue muy conocida también por la versión del premio Nobel de la paz y amigo de Malvina, Pete Seeger de 1963. Little boxes on the hillside, Little boxes made of ticky tacky, Little boxes on the hillside, Little boxes all the same. There's a pink one and a green one And a blue one and a yellow one, And they're all made out of ticky tacky And they all look just the same. And the people in the houses All went to the university, Where they were put in boxes And they came out all the same, And there's doctors and lawyers, And business executives, And they're all made out of ticky tacky And they all look just the same. And they all play on the golf course And drink their martinis dry, And they all have pretty children And the children go to school, And the children go to summer camp And then to the university, Where they are put in boxes And they come out all the same. And the boys go into business And marry and raise a family In boxes made of ticky tacky And they all look just the same. There's a pink one and a green one And a blue one and a yellow one, And they're all made out of ticky tacky And they all look just the same.

un pais desarrollado

Svetlana Alexievich Premio Nobel de Literatura

lunes, 7 de junio de 2021

Maria Popova

Permitirse a uno mismo el incómodo lujo de cambiar de opinión. No hagas nada sólo por el prestigio o el estatus o el dinero o la aprobación. Sé generoso. Encuentra espacios para la calma en tu vida. Cuando la gente trate de decirte quién eres tú, no les creas. La presencia es un arte más intrincado y reconfortante que la productividad. “Espera que cualquier cosa que valga la pena se tome su tiempo”. Busca lo que magnifica tu espíritu. No tengas miedo a ser idealista. No sólo te resistas al cinismo –peléalo activamente.

domingo, 23 de mayo de 2021

Maria Popova

Permitirse a uno mismo el incómodo lujo de cambiar de opinión. No hagas nada sólo por el prestigio o el estatus o el dinero o la aprobación. Sé generoso. Encuentra espacios para la calma en tu vida. Cuando la gente trate de decirte quién eres tú, no les creas. La presencia es un arte más intrincado y reconfortante que la productividad. “Espera que cualquier cosa que valga la pena se tome su tiempo”. Busca lo que magnifica tu espíritu. No tengas miedo a ser idealista. No sólo te resistas al cinismo –peléalo activamente.

La fragilidad del mundo ( El Pais)

La fragilidad del mundo Ensayo sobre un tiempo precario Joan-Carles Mèlich Heredero intelectual de ­Nietzsche, Heidegger y Wittgenstein, considera que la existencia es estructuralmente relacional. Frente al viaje interior que cualquier ideología mística predica como el mejor camino para descubrir el propio ser, para Mèlich existir es “salirse de uno mismo, lanzarse a una aventura en tierra extraña” repleta de incertidumbres. A fin de poder desenvolvernos con acierto en ese lugar siempre inhóspito contamos con herramientas heredadas, a comenzar por la gramática, que no es solo la lengua, sino un universo de símbolos y normas que diseñan un horizonte moral, una especie de reglas de decencia, sin observar las cuales sería imposible habitar el mundo. Gracias a la tradición literaria, muy viva en el razonamiento del autor, la memoria, tanto personal como colectiva, forma parte inevitable de ese universo ritual y simbólico que nos ayuda a componer el relato: una forma de descubrir la verdadera existencia más lúcida que la lógica o la argumentación. Las proposiciones de Mèlich enlazan de un modo u otro con el llamado pensamiento débil, tan de moda a finales del pasado siglo, cuya expresión ha demostrado tener más fortaleza y profundidad que algunas escuelas teológicas. Por lo demás, interpretar nuestra existencia principalmente desde la alteridad tiene consecuencias morales y políticas definitorias de la extrema confusión en la que habitamos. Vivir es arriesgarse, y las reglas de decencia que el autor propugna ayudan a protegernos de los peligros ajenos. En mi opinión, no pueden ser un catecismo de prohibiciones, sino más bien el recordatorio de que la fragilidad del mundo es consecuencia de nuestra propia fragilidad existencial. No diré que estoy de acuerdo con todas las reflexiones de Mèlich, pero suscribo su denuncia de que científicos, periodistas, políticos y médicos ocupan hoy el lugar de los chamanes de la tribu y los sacerdotes. Han invadido “su lugar en la plaza pública y en las conversaciones a través de las pequeñas pantallas. Abundan los expertos y todos se atreven a hacer un diagnóstico y prever el futuro”. La prosa del autor está envuelta en el misterio de la duda y demuestra una enorme compasión por el ser humano, amenazado por la angustia, el miedo y la enfermedad.

lunes, 3 de mayo de 2021

Aristóteles y la amistad

Es bien conocida la importancia que Aristóteles concede a la amistad en el marco de sus reflexiones éticas. Baste recordar que la Etica a Nicómaco, la más representativa de las obras éticas de Aristóteles, contiene dos libros completos, los libros VIII y IX, dedicados a la amistad. Esto quiere decir que al tema de la amistad se le concede un espacio mucho más amplio que a otros temas éticos fundamentales, como son, por ejemplo, la indagación acerca de la felicidad, o el tema del placer, o el problema de la incontinencia, o las cuestiones relativas a la justicia. Ahora bien, esta amplitud en su tratamiento no es algo casual, sino que responde a la convicción aristotélica de que la amistad es algo especialmente valioso, diríamos que algo único, en la vida de los seres humanos. La amistad, en efecto, no es un aliciente más, entre otros, para una vida feliz: es --en palabras del propio Aristóteles-- “lo más necesario para la vida”, lo más necesario para una vida feliz. Por eso, dice Aristóteles, “nadie querría vivir sin amigos, aun estando en posesión de todos los otros bienes” (Ética a Nicómaco VIII 1, 1155a5-6). Por otra parte, además de necesaria, la amistad es algo noble, es algo hermoso (ib. 1155a28-9). “Constituye una virtud o, en todo caso, no puede darse sin virtud” (ib. 1155a3-4). En definitiva, puesto que el ser humano es un animal social, que naturalmente tiende a la convivencia con otros seres humanos, la amistad constituye la realización más plena de la sociabilidad y la forma más satisfactoria de convivencia. Concluyamos, pues, que la amistad perfecta —por tanto, la amistad auténtica, la que merece tal nombre— es aquella que se basa en la excelencia, en la virtud, y en la cual el amigo es querido por sí mismo. Ambos rasgos se dan unidos, según Aristóteles. La tesis de Aristóteles es, por tanto, que el amor al amigo constituye una extensión del amor a sí mismo. Y que, por consiguiente, en la amistad basada en la virtud el querer del bien del amigo es una extensión del querer de aquello que es bueno en sí y, por tanto, bueno para uno mismo. Lo que Aristóteles viene a decirnos es que solamente el que quiere lo mejor para sí mismo puede querer realmente lo mejor para el amigo. Este es, sin duda, el sentido de la frase aristotélica que ya he comentado anteriormente, según la cual el amigo “tiene para con el amigo la misma disposición que para consigo mismo” (E.N. IX, 9, 1170b7-8). Esta es la postura de Aristóteles. En cualquier caso, y con esto concluyo, parece razonable convenir en que una amistad que no hace mejores a los amigos es una amistad que no merece tal nombre ni merece la pena cultivarla.

domingo, 25 de abril de 2021

Jim Haynes

Cuando hagas algo bueno por alguien , olvidalo inmediatamente Cuando alguien haga algo bueno por ti , no lo olvides nunca

La trampa del pensamiento positivo

VA MILLET Barbara Ehrenreich tiene 70 años. Nació en Montana y vive en Nueva York; es madre de dos hijos y ejerce de abuela y de activista social. Es también una de las ensayistas más reconocidas de su país: ha escrito 25 libros que analizan temas tan variados como el feminismo (Por tu propio bien, Ed. Capital Swing), las pésimas condiciones laborales de las clases más pobres de Estados Unidos (Por cuatro duros, RBA) y la antropología de las celebraciones (Una historia de la alegría, Paidós). Ha colaborado también en algunos de los medios más prestigiosos de su país, como The New York Times y Time Magazine. Hace diez años, vivió el que define como el “peor momento de mi vida hasta ahora”: le diagnosticaron un cáncer de pecho. Una situación angustiosa que le provocó un lógico malestar y mucha incertidumbre. Sin embargo, Ehrenreich pronto descubrió que el “no estoy bien” no cuadraba en el nuevo mundo al que estaba accediendo. Un mundo de lazos y ositos rosas, al que se le dedican incontables páginas web, boletines, grupos de apoyo e, incluso, una revista mensual de alta gama. Y un mundo en el cual, descubrió, no todos ven la enfermedad con preocupación e, incluso horror –“por el contrario, la actitud que cunde es la de ánimo, ánimo a toda costa”, explica–. Y donde, a medida que se adentraba y leía blogs y libros y otros testimonios, se daba cuenta de que el miedo, el enfado y el pesimismo que ella sentía por sufrir la enfermedad no eran aceptables. Cuando le dijeron que se tomara el cáncer “como un regalo”, sintió que se había llegado a un límite y respondió a aquella avalancha azucarada escribiendo Sonríe o muere. La trampa del pensamiento positivo (Ed. Turner); un libro en el que pasa revista a la influencia que ha tenido en la sociedad estadounidense la corriente del pensamiento positivo. Casi una nueva religión, que ella califica de dictadura, y que no sólo tiene influencia en el mundo del espectáculo (con sacerdotisas como Oprah Winfrey) y en la medicina, sino también en la vida privada y hasta en la economía. En Barcelona, donde estuvo invitada por el Centro de Cultura Contemporánea (CCCB), la ensayista conversó con el Magazine, recordando la importancia del pensamiento crítico como herramienta contra la injusticia social. Explica en Sonríe o muere que cuantas más mujeres con cáncer conocía y más cosas leía, más sola se sentía… ¿Cómo era posible, con la cantidad de información, organizaciones y testimonios que hay alrededor de esta enfermedad? Cuando me diagnosticaron el cáncer, mi primer impulso fue buscar apoyo, buscar a otras mujeres que pasaron por lo mismo. Me sentía furiosa, furiosa por tener la enfermedad y someterme a los tratamientos. Pero no encontré apoyo, sino todo tipo de exhortaciones de ser positiva: con mensajes como que no iba a mejorar si me enfadaba con mi situación. Que mi curación dependía de mi actitud. Y la cosa no acababa aquí, sino que se me instaba a ir más allá y sentir que el cáncer era una cosa maravillosa. Eso es algo perverso… Es muy perverso. De hecho, se usa un término que dice que el cáncer “es un regalo”. Alguien llegó a decírmelo, y yo le respondí que esperaba no figurar en su lista de Navidad… Estaba muy enfadada. Y, de hecho, fui a mi tratamiento con pensamientos muy negativos. Iba a las sesiones escuchando a Rage Against de Machine, un grupo de rap-metal, que se aleja de mi gusto musical habitual… Quizás debería escribir un libro sobre cómo te puedes curar de un cáncer estando así. Porque hoy sabemos, ya hay suficientes estudios hechos en los últimos diez años, que tu actitud no tiene nada que ver con tus posibilidades de sobrevivir cualquier tipo de cáncer. El mito ha sido desautorizado, ¡pero siguen diciéndolo! ¿Qué respuesta ha tenido su libro? Mientras lo escribía pensé que iba a despertar mucho odio, que mi iniciativa de llevar la contraria iba a considerarse una traición. Y sí, en alguna ocasión he recibido algún mensaje horrible, pero es poco frecuente. En general, he recibido cartas y mensajes muy agradables, de gente que me ha dicho: “¡Gracias a Dios que has hablado!”. Muchas personas han agradecido mi libro porque creían que eran las únicas que pensaban que sufrir un cáncer no era algo agradable y que tenían derecho a estar enfadadas. Pensaban que había algo malo en ellas. ¿Por qué cree que el pensamiento positivo ha tenido tanto éxito en su país? Creo que, en última instancia, viene debido a las grandes dosis de ansiedad e inseguridad que existen en Estados Unidos. El primer gran mercado para la motivación y el pensamiento positivo apareció en los años 50, en los departamentos de ventas de las empresas. El vender es un trabajo muy duro, son gente que va a ser rechazada la mayor parte de las veces, por lo que ha de levantarse, sonreír de nuevo y seguir adelante. Ese fue el principio del pensamiento positivo en el mundo corporativo, pero llegó un punto, en los años 90, que todo el mundo parecía necesitar motivación: ingenieros, técnicos… Gente que ya estaba lo bastante ­motivada… Sí. La otra gran parte, por eso, es que todo este auge coincidió en un tiempo en el que las empresas empezaron a recortar las plantillas como estrategia principal y eso eliminó algunos de los clásicos incentivos de trabajar para una empresa, como la posibilidad que ser promocionado y de poder estar allí de por vida. Eso ya no te lo ofrecen. Entonces, una forma sencilla para lidiar con el desespero y la ansiedad es pagar 25.000 dólares para que un conferenciante motivacional hable a los empleados que van a ir a la calle y les diga que todo lo malo que les pasa es un problema suyo, que lo que necesitan es una actitud diferente. Una de las cosas que usted denuncia del pensamiento positivo es que promueve el individualismo, que liquida la empatía. ¿No es algo contradictorio? Sí, no hay empatía. Eres solamente tú. Es una de sus trampas: el pensamiento positivo anula el sentimiento de colectividad. Y no quiero sonar conspiratoria, pero esta actitud puede recordar a una forma de control social. Si le dices a la gente que cualquier cosa que le pase es culpa suya y que eviten a cualquiera que es un perdedor o un quejica, realmente estás previniendo cualquier tipo de crítica organizada o de resistencia. Dice que el fracaso no se acepta en el mundo del pensamiento positivo, pero aquí existe la idea de que en Estados Unidos el fracaso es algo aceptado, incluso algo positivo en el currículum… No, para nada. No hay espacio para ello. Hasta el punto de que no hay palabras para él, hay que encontrar otra manera de hablar de fracaso, como “un periodo de transición”, por ejemplo, en caso de que hayas perdido tu trabajo. ¿El célebre “Yes we can” de Obama tenía algo que ver con esta ola de pensamiento positivo? No, su origen es distinto: venía de un eslogan de un sindicato, “Sí se puede”. Y además, utilizaba un “we” (nosotros), no un “I” (yo), por lo que no suena a algo escrito en unas páginas de un libro de pensamiento positivo. Usted explica que esta corriente está en muchos sectores de la sociedad, como la medicina, la religión, el espectáculo y en el mundo de los negocios. ¿Qué papel ha representado en este último? En los últimos años el pensamiento positivo ha estado presente en el ámbito de las decisiones y las políticas económicas. Me remonto al 2006, que fue el año en el que en Estados Unidos el libro El secreto (una de las biblias del pensamiento positivo) se convirtió en un best seller. Fue también una época en la que prácticamente ni un economista decía que los precios de las casas no podrían seguir subiendo para siempre. La mayoría decía que era ley natural que aumentaran. Nadie, en el mundo de los negocios, pese a que mucha gente ya entonces en mi país vivía en la pobreza, sentía que podía suceder algo malo económicamente y que era inviable que esa supuesta prosperidad siguiera y siguiera… Pero es que podían despedirte si decías que algo no funcionaba o no podía funcionar, por muy bueno que fueras. Esta negación no fue la única causa de la crisis, claro, hubio muchas otras, como las desigualdades del estilo de vida americano, que hicieron a tanta gente objetivo de estas hipotecas basura, y también la codicia. Pero mezclado con todo ello estaba esa idea de que nada iba a ir mal. Como otros libros de pensamiento positivo, El secreto se basa en una supuesta ley de la atracción, que postula que este tipo de pensamiento atrae bienes. ¿Conseguir la riqueza es importante en esta corriente? Sí, el pensamiento positivo como vehículo para atraer dinero, no para hacer un mundo mejor… Es una corriente muy materialista. ¿Cree que, con esta crisis, tiene los días contados? Estoy analizando esto. Uno de los candidatos a las primarias republicanas es un orador motivacional y usa este tipo de discurso. Dijo hace poco que “si no tienes un trabajo y no eres rico, no tienes a nadie más que culpar que a ti mismo…”. Por otro lado, veo pequeños signos de cambio en la Iglesia evangélica que, como explico en el libro, había abrazado por completo este pensamiento positivo con mensajes tipo “Dios quiere que seas rico”. ¿Es usted una persona positiva? ¡No! (rotunda) A veces soy optimista por ciertas cosas porque tengo razones para serlo, pero… Le daré un ejemplo muy básico: me he pasado gran parte de mi vida cuidando a niños pequeños (primero, a mis dos hijos; ahora, a mis nietas) y, cuando estás al cargo de niños, simplemente no puedes asumir que todo va a ir bien. Has de prever que es posible que sucedan accidentes, cosas malas… ¡Si hay silencio durante más de quince minutos, has de ir a ver qué pasa! Es así como hemos sobrevivido. Yo no puedo conducir un coche y ser positiva; tengo que pensar que los otros conductores son probablemente insensatos. Esta es una vigilancia normal que ha permitido a nuestra especie seguir adelante. Barbara Ehrenreich estuvo en Barcelona, invitada por el CCCB, para dar una conferencia sobre la América post 11-S. Una etapa en la que se desató lo que define como “un patriotismo histérico” y de la que no le gusta realmente hablar. Entre otras cosas, porque para ella supuso el fin de la ironía en su cultura y el olvido de muchos otros temas importantes, como el aumento de la pobreza, al que dedicó otro libro, Por cuatro duros, donde denunciaba las deficientes condiciones laborales de millones de trabajadores estadounidenses. La obsesión por la seguridad, en especial desde el 11-S, es casi un mantra en su país. ¿Cómo convive este sentimiento de miedo con este culto a lo positivo? Es interesante porque la otra cara de la moneda de todo este pensamiento positivo es la paranoia: cualquiera que sube a un avión es un posible terrorista. Las dos cosas son contradictorias, pero van juntas.