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sábado, 12 de mayo de 2018

Las mafias de la industria farmaceuticas , opina el editor del BMJ Richard Smith

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Richard Smith fue editor jefe del BMJ durante diez años y conoce muy bien el mundo de la ciencia médica, las revistas y las compañías farmacéuticas. En su etapa como editor colocó al BMJ en la vanguardia de la lucha por la independencia de la medicina y la transparencia en la investigación científica. Al contrario que Peter Gøetzche, es más amante de la ironía y de los posicionamientos contundentes en el fondo pero suaves en las formas. Para prologar el libro de su amigo Peter, en su edición en inglés, sin embargo, Smith no se anda con remilgos. Merece la pena su lectura.
Queda menos de un mes para que presentemos en Madrid la edición en castellano del texto de Peter Gøetzche “Medicinas que matan y crimen organizado. Cómo la industria farmacéutica ha corrompido el sistema de salud” y contemos con su presencia en España por gentileza de su valiente editorial española Los libros del lince.
Desde NoGracias tenemos esperanzas de que este lanzamiento editorial sirva para estimular el necesario debate público en nuestro país acerca del daño que las estrategias publicitarias de la industria farmacéutica están haciendo en los pacientes, la institución de la medicina, la confianza en la ciencia y el prestigio profesional.
“Debe haber cientos de personas que sientan escalofríos cuando oyen que Peter Gøetzche hablará en una reunión o vean que su nombre aparece en los contenidos de una revista. El es como ese jovencito que no solo puede ver que el emperador está desnudo sino que, además, lo dice. La mayoría de nosotros o no podemos ver que emperador va sin ropa o no lo decimos y es por eso que necesitamos personas como Peter. Él no es conciliador ni hipócrita y tiene un gusto especial por lo fuerte, el lenguaje desafiante y la metáfora poderosa. Alguna gente, quizá mucha, huirá de este libro por la insistencia de Peter en comparar la industria farmacéutica con la mafia, pero aquéllos que se den la vuelta perderán una oportunidad única para comprender algo importante acerca de nuestro mundo (y para salir noqueado)
Peter acaba su libro con una historia sobre cómo la Sociedad Danesa de Reumatología le pidió que hablara sobre el tema “Colaboración con la industria farmacéutica. ¿Es eso peligroso?.El título original era “Colaboración con la industria farmacéutica ¿Es peligrosa?” pero la Sociedad creyó que sonaba demasiado fuerte. Peter comenzó su charla enumerando los crímenes de los laboratorios que patrocinaban la reunión. Roche había crecido vendiendo ilegalmente heroína. Abbot bloqueó el acceso de Peter a los datos no publicados en manos de los reguladores que eventualmente mostraban como las pastillas para adelgazar eran peligrosas. La compañía UCB también ocultó sus datos, mientras que Pfizer mintió a la FDA y fue multada con 2.300 millones de dólares en los EE.UU. por la promoción off-label (fuera de ficha técnica) de cuatro medicamentos. Merck, el último de los patrocinadores de la reunión, había causado, según Peter, miles de muertes de pacientes por un comportamiento ilícito en relación con un medicamento para la artritis. Después de este inicio el se lanzó a condenar las prácticas de la industria.
Se pueden imaginar lo que debe ser estar en una reunión científica con los patrocinadores balbuceando presas de la cólera y con los organizadores profundamente avergonzados. Peter cita a un colega que dijo que pensaba que una aproximación tan directa podía ser rechazada  y ahuyentar a muchos colegas. Pero la mayoría de la audiencia parece que respondió favorablemente y aceptó los  argumentos de Peter.
Las numerosas personas que han defendido de manera entusiasta las mamografías rutinarias para prevenir las muertes por cáncer de mama seguramente enfatizarán con los patrocinadores, porque Peter también ha sido muy crítico con ellos cuando publicó sus experiencias con las mamografías. Lo más importante para mi es que Peter era la única persona que criticaba las mamografías cuando comenzó sus investigaciones pero, a pesar de los intensos ataques que ha sufrido, ahora sabemos que tenía razón.
Peter no tenía ninguna posición particular acerca de las mamografías cuando el gobierno danés le pidió que revisara la evidencia que las sustentaba concluyendo que la mayoría de los experimentos en que se basaban las recomendaciones eran de muy pobre calidad. Sus conclusiones fueron que las mamografías podían evitar alguna muerte por cáncer de mama -aunque muchas menos de las que afirmaban sus defensores- pero con un alto coste en forma de falsos positivos, mujeres sometidas a procedimientos y tratamientos angustiantes e invasivos sin beneficio y el sobre-diagnóstico de cánceres no dañinos. Los argumentos de réplica a favor de las mamografías han sido amargos y hostiles pero, ahora, la visión de Peter ha pasado a ser la más aceptada por la comunidad científica. El libro que escribió sobre sus experiencias con los debates surgidos sobre las mamografías tras sus hallazgos muestra cómo los científicos habían manipulado las pruebas solo para que apoyaran sus creencias previas.
Yo soy consciente desde hace tiempo de que la ciencia la hacen las personas no robots fríos y objetivos y, por tanto, está sometida a las debilidades humanas pero, sin embargo, me conmocionó leer el libro de Peter sobre las mamografías.
Muchas de las cosas que aparecen en este libro son igual de increíbles: muestran cómo los científicos se corrompen en la defensa de sus argumentos y cómo el dinero, los beneficios y la reputación son los más potentes instrumentos de corrupción.
Peter es consciente de que muchos medicamentos han traído grandes beneficios a la humanidad. Así lo afirma en esta frase: “Mi libro no es sobre los bien conocidos beneficios de muchos medicamentos con las infecciones, las enfermedades del corazón, algunos cánceres o deficiencias hormonales como la diabetes tipo 1”. Para algunos lectores podría ser insuficiente este reconocimiento pero Peter deja bien claro que este libro es sobre los fallos que se están produciendo en todo el sistema de generación, producción, venta y regulación de los medicamentos. No es un libro sobre sus beneficios.
Muchos de los lectores de este libro podrán preguntarse si Peer no se ha superado a sí mismo al comparar a la industria farmacéutica con el crimen organizado. Las características del crimen organizado son descritas por la ley norteamericana como el acto de participar activa y repetidamente en ciertos tipos de comportamientos ilícitos, incluyendo extorsión, fraude, ilegalidades contra las leyes federales sobre medicamentos, soborno, abuso de confianza, obstrucción a la justicia, obstrucción a  las fuerzas del orden, manipulación de testigos y corrupción política. Peter nos aporta evidencias, la mayoría muy detalladas, que demuestran que la industria farmacéutica es culpable de la mayoría de estas acusaciones.
Además no es el primero que compara a la industria farmacéutica con la mafia. Cita al antiguo vicepresidente de Pfizer que dijo:
“Es aterrador ver las semejanzas que existen entre la industria farmacéutica y la mafia. La mafia gana una obscena cantidad de dinero; la industria también. Los efectos secundarios del crimen organizado son asesinatos y muertes; los mismo que los de la industria farmacéutica. La mafia soborna a políticos y a otros, igual que lo hace la industria..”
La industria farmacéutica ha sido encontrada culpable frente al Departamento de justica de los EE.UU. en múltiples casos y ha sido multada con mil millonarias cantidades. Peter describe las penas de las diez primeras compañías pero hay muchas más. Es cierto que los laboratorios siguen comportándose ilícitamente a pesar de las multas calculando, quizás, que los beneficios de su comportamiento superan los perjuicios de las multas. Parece que las multas son “el precio de hacer negocio” como pagar la factura de la luz o un alquiler.
Muchas personas han muerto por culpa de la industria farmacéutica y muchas más por la mafia. Incluso, cientos de miles mueren cada año por medicamentos prescritos. Muchos podrán ver esto como inevitable ya que los medicamentos se utilizan para intentar curar enfermedades que matan. Pero un contra-argumento es que los beneficios de la industria son exagerados y se obtienen gracias a la manipulación de la evidencia que hay detrás de los medicamentos, un crimen que puede ser atribuido en exclusiva a la industria
El gran médico William Osler dijo que sería bueno para humanidad y malo para los peces si se tirasen todas las medicinas al fondo del mar. Estaba diciendo esto antes de la revolución terapéutica de la segunda mitad del siglo XX que nos trajo la penicilina y otros muchos antibióticos y medicamentos efectivos, pero Peter se acerca mucho a sus opiniones cuando defiende que estaríamos mejor sin la mayoría de los medicamentos psiquiátricos en los que el beneficio es escaso, los daños importantes y el nivel de prescripción masivo.
La mayoría del libro de Peter está construido sobre la premisa de que la industria farmacéutica se ha dedicado sistemáticamente a corromper la ciencia exagerando los beneficios de los medicamentos y escondiendo sus efectos secundarios. Como epidemiólogo que es, con su alta preparación estadística y pasión por los detalles, de hecho es un líder mundial en la crítica de estudios clínicos, Peter pisa aquí un terreno muy firme. El se ha unido a otros, incluyendo al ultimo editor del New England Journal of Medicine, en la denuncia de esta corrupción. Nos muestra demasiado bien cómo la industria compra médicos, académicos, revistas científicas, reguladores y políticos. Estos son los métodos de la mafia.
El libro no permite ni a médicos ni a académicos evitar la culpa. Incluso, se podría decir que la industria farmacéutica está haciendo lo que se espera de ellos maximizando los beneficios económicos de sus accionistas, pero de los médicos y los académicos se esperaban objetivos más elevados. Las leyes que exigen, en los últimos años, que las compañías revelen lo que les pagan a los médicos nos están desvelando que una muy alta proporción de doctores tienen mucho que agradecer a las compañías por haber recibido cifras de hasta con seis ceros por haber aconsejado a las compañías o realizado conferencias en defensa de sus productos. Es difícil no llegar a la conclusión de que esos “líderes de opinión” han sido comprados. Son las “escopetas cargadas” de la industria.
Y, al igual que la mafia, pocos se atreven a hablar y ha mostrar pruebas en contra de la industria. Peter revela historias de informadores internos que han sido acosados de una manera propia de una novela de John le Carré o de una despiadada película de Hollywood.
Así que no enteramente caprichosa la idea de comparar a la industria farmacéutica con la mafia y la sociedad, si olvidamos su entusiasmo por la ingesta de píldoras, es ciertamente escéptica acerca de la industria farmacéutica. En una encuesta realizada en Dinamarca, los entrevistados colocaron a la industria farmacéutica como la segunda institución en la que tenían menos confianza y otra encuesta norteamericana colocaba a los laboratorios al nivel de la industria tabaquera o la petrolífera. El médico y escritor Ben Goldacre en su libro Mala Farma señalaba como los médicos han llegado a ver como normal relacionarse con la industria farmacéutica de una manera que sería visto como inaceptable por la opinión pública si la conocerán. En gran Bretaña, los médicos podrían ser los siguientes en caer en desgracia tras los periodistas, los parlamentarios y los banqueros si se hiciera público las innumerables maneras de corromperse en las que han caído. Hasta el momento la gente sigue confiando en sus médicos y desconfiando de la industria pero eso podría cambiar rápidamente.
El libro de Peter no habla solo de problemas sino que propone algunas soluciones, algunas más factibles que otras. Es poco probable que la industria farmacéutica sea nacionalizada pero es más posible que todos los datos de los medicamentos que están en el mercado puedan ser conocidos. La independencia de los reguladores tiene que potenciarse. Algunos países seguro que mejorarán la evaluación de los medicamentos por organismos públicos antes de incorporarlos al mercado y la obligación de transparencia en las relaciones entre los médicos, las organizaciones profesionales y académicas y las revistas científicas con las compañías farmacéuticas, cada vez tiene más apoyos. Desde luego, la gestión de los conflictos de interés debe mejorar. La publicidad a los médicos debería limitarse y la que se realiza directamente al consumidor todavía debería contar con legislación más dura.
Las críticas a la industria farmacéutica han ido aumentando en número, respetabilidad y vehemencia pero Peter las ha superado a todas al comparar a las compañías con el crimen organizado. Espero que nadie deje de leer este libro por la osadía de la comparación y que la crudeza del mensaje sirva para llevar a cabo las reformas necesarias”
Richard Smith
Junio de 2013

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