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lunes, 29 de diciembre de 2014

Hammershoi ( pintor danés ) documental BBC


La mujer a 1000 º ( libro islandes )

La protagonista de La mujer a 1000°, Herra, es una señora que sufrió un cáncer de pulmón a los 63 años. Le dieron un año de vida. Sin embargo se mantuvo postrada 18 en una cama después de haber cogido un virus. “A los 80 años decidió que no quería vivir más y preparó todo para su muerte, consultó varias funerarias y pidió que el horno estuviese preparado a 1.000°, temperatura en la que se produce la cremación del cuerpo, para el día que ella decidiese abandonar este mundo”.
En el tiempo que Helgason, que inició su carrera profesional como pintor, estuvo al teléfono con Herra, nombre ficticio, esta le contó cómo fue su vida en los países que había estado, desde Sudáfrica, Argentina, Dinamarca, Alemania, hasta una granja de Islandia. “Si por sí misma tenía una historia que narrar, los elementos familiares le hacían más interesante”, puntualiza el escritor.

miércoles, 17 de diciembre de 2014

Del Blog el gerente demediado

sábado, 13 de diciembre de 2014

¿Por qué los hombre son tan idiotas?


Ya esta aquí el numero de Navidad del BMJ, del que iremos informando puntualmente, como todos los años. En esta ocasión tiene toda la pinta de que el articulo del año será el del estudiante Ben Alexander Lendrem y sus mentores del Instituto de Medicina Celular de la Universidad de Newcastle, en el que pretenden testar la teoría del MIT ( no del Massachussetts Institute of Technology, sino la llamada Male Idiot Theory o Teoria de imbecilidad masculina), a través del análisis de los premios Darwin.
El llamado riesgo idiota ( idiot risk) viene determinado por la realización de actividades sin sentido que no suponen beneficio, y cuyo riesgo es cierto y en ocasiones fatal. Según el MIT la razón ultima de estas diferencias en materia de conductas impropias y mortalidad se debe sencillamente a que los hombres son idiotas o  al menos mucho mas idiotas que las mujeres ( algo que ya postuló McPherson en su famoso “ Las mujeres vienen de Venus y los Hombres son idiotas”, Andrews McMeeel, 2011).
Por su parte, los prestigiosos premios Darwin fueron instaurados para reconocer los esfuerzos de personas asombrosamente imbéciles, cuyas ansias por hacer majaderías les lleva a la muerte.
Este ultimo es requisito ineludible para acceder al premio. Los memos que quedan malheridos o salen milagrosamente ilesos no son acreedores a la distinción, pero si a un accesit.
Los requisitos son muy estrictos. Se resumen en cinco: muerte , estilo, veracidad, capacidad y auto-selección. Es decir, el candidato debe tener una muerte cierta, debe demostrar una sorprendente falta de aplicación del sentido común, el hecho debe poder ser verificable ( excluyendo “leyendas urbanas”), debe realizarlo en pleno uso de sus facultades mentales y debe ser causante de su propio fallecimiento.
Por ejemplo si un memo se coloca una pistola en la sien y dispara para demostrar que no está cargada , no es candidato a un premio Darwin; sí que lo es, por el contrario, el que lo hace para demostrar que está cargada. Es decir, no sirven pequeñas tonterías, sino que hay que ser rematadamente imbécil.
Los premios Darwin son conscientes de la aportación al progreso de la humanidad que supone la muerte de sus galardonados ( de ahí su nombre en honor del autor del Origen de las especies, puesto que " contribuyeron a mejorar la dotación genética de la especie humana al quitarse la vida mediante procedimientos increíblemente estúpidos"). Un pequeño paso para el idiota, pero un gran paso para la humanidad.
Entre los excelsos ganadores se encuentra el tipo que enganchó un carrito de la compra a un tren para ir a casa, el que se tiró desde un avión para  hacer fotos a los paracaidistas olvidando ponerse el suyo, o el afamado terrorista que envió una carta bomba sin sellos suficientes y que cuando recibió el paquete devuelto por correos no dudo en abrirlo.
Lo relevante del estudio de Lendrem y compañía no es el despliegue de estupideces que el ser humano es capaz de hacer, sino el hecho, poco cuestionable de que cerca del 90% de los premios fueron otorgados a hombres, lo que parece corroborar la teoría de la imbecilidad masculina.
De los 332 casos confirmados, 14 fueron compartidos entre hombres y mujeres ( generalmente casos en que la muerte les sorprendió en delicadas posturas), y de los 318 casos restantes, 282 fueron realizados por hombres (88.7%).
Las diferencias en mortalidad entre hombres y mujeres ha sido demostrada en múltiples estudios, por ejemplo en relación con ingresos por accidentes, en especial tras la realización de actividades deportivas o accidentes de trafico.
Pero hasta la fecha no se había estudiado la mortalidad por actividades rematadamente estúpidas. Entre las limitaciones del estudio se señala que los hombre podrían haberse encontrado bajo los efectos del alcohol. Pero nadie explica por qué las mujeres cuando beben no atracan tiendas de arma con el coche de policía en la puerta ( cosas que sí hacen los hombres). Aún así los autores recomiendan realizar estudios observacionales especialmente indicados en estas épocas del año , en que la gente sale y coge cogorzas.
Desde luego en la casuística de mi entorno ( por no decir en el mío propio) son bastante más frecuentes las idioteces protagonizados por hombres que por mujeres. Por algo será.

sábado, 13 de diciembre de 2014

Los niños del Barrio Rojo : documental


Briski, una fotógrafa documental, fue a Calcuta con la intención de fotografiar a las prostitutas. Mientras estaba allí, se hizo amiga de los hijos de éstas y se ofreció a impartir clases de fotografía, con la intención de conseguir fotografiar a sus madres también. Les dio cámaras a los niños para que pudieran aprender fotografía y tratar de mejorar su vida. Los trabajos de los niños son utilizados a lo largo de la narración. En el documental se muestran las clases, diálogos sobre fotogafía y el día a día de los niños. Al final del curso, las fotos fueron expuestas y uno de los niños fue enviado a una conferencia fotográfica en Ámsterdam. También, en el documental, se ven los esfuerzos de Briski por encontrar escuela para esos niños

Midway : asi estamos dejando el mundo a los que nos sucederan


miércoles, 3 de diciembre de 2014

Vainica doble

Se les ha llamado “las madres del pop español”. Esa supuesta maternidad suele ir con doble intención: haber inspirado a un pilar del pop español como fue Carlos Berlanga como asociar aquel nombre de labor de hilo y aguja a grupos esmerados en el arte de lo cotidiano. Primero fue Le Mans (Ibon Errazquin ya afrimaba en 1994 que “Taquicardia” era el mejor disco de todos los tiempos). Después el símil vino con Pauline en la Playa (lo dice la Wikipedia). Ahora llega con Espanto (“La cotilla” sí que recuerda a las primeras canciones fabulescas del dúo madrileño). Hay más ejemplos. Y todos centrados en la virtud de lo cotidiano. Solo hace falta teclear el adjetivo junto al nombre del grupo el cualquier buscador de internet. La asociación de ideas no es casual.
Salta como un resorte: “como las Vainica Doble”, escribimos cuando una canción nos da una lección de costumbrismo, despreciando un poco lo que realmente fueron. Decía Paco Clavel que en una España “en la que las mujeres eran yeyés o folclóricas, ellas rompieron con todo.” Razón no le falta. Se cargaron el prototipo de madre al cuidado de la casa. Un dato: cuando se estrenan con “Vainica Doble” (1971), Gloria ya tenía cuatro hijos. Criticaron al mal llamado lenguaje culto, laberinto donde las ideas más sencillas acaban desintegrándose (“Ay, quién fuera a Hawai”). Le dieron duro al desarrollo urbanístico; ya fuera con pena (“Todo desapareció”) o mediante juegos con onomatopeyas (“Coplas del iconoclasta enamorado”). Llamaron a la avaricia por su nombre (“El duelo”) o la invocaron subrayando alternativas (“El pabú”). Le cantaron antes que nadie al maltrato de género (“Cero a la izquierda”) y a la homosexualidad (“El rey de la casa”). Y no les importaba dar el cante (“Crónica madrileña”) ni hacer simple canción popular (“Coloniales y ultramarinos”), escribir cuentos (“Guru zakun kin kon”) e incluso nanas (“Nana de una madre muy madre”). Hay más ejemplos. Y podríamos citarlos sin tener que acudir al dichoso término de lo cotidiano. ¿Pincelada familiar o escudo que aisla del mundo real?