La protagonista de La mujer a 1000°, Herra, es una señora que sufrió un cáncer de pulmón a los 63 años. Le dieron un año de vida. Sin embargo se mantuvo postrada 18 en una cama después de haber cogido un virus. “A los 80 años decidió que no quería vivir más y preparó todo para su muerte, consultó varias funerarias y pidió que el horno estuviese preparado a 1.000°, temperatura en la que se produce la cremación del cuerpo, para el día que ella decidiese abandonar este mundo”.
En el tiempo que Helgason, que inició su carrera profesional como pintor, estuvo al teléfono con Herra, nombre ficticio, esta le contó cómo fue su vida en los países que había estado, desde Sudáfrica, Argentina, Dinamarca, Alemania, hasta una granja de Islandia. “Si por sí misma tenía una historia que narrar, los elementos familiares le hacían más interesante”, puntualiza el escritor.
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