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miércoles, 8 de noviembre de 2017

Tecnogobernanza : la atención clínica devorada por la informática




Stephen Martin, de Harvard, y Christine  Sinsky de la American Medical Association publicaron un trabajo en The Lancet, a propósito de las derivas a las que están llevando los registros clínicos electrónicos.

El inicio de su Punto de Vista no puede ser más contundente: “La documentación clínica está en riesgo de usurpar la atención real en términos de tiempo, enfoque clínico  e importancia percibida. Los registros médicos tal y como se están empleando, están contribuyendo en buena medida a la sobrecarga cognitiva, forzando la relación entre clínicos y pacientes y fomentando el síndrome del”quemado” (burnout). Un relato exacto del encuentro clínico no es ni posible ni deseable, y los intentos de producirlo son dañinos para pacientes, profesionales y para el sistema en su conjunto. En este trabajo proponemos una construcción alternativa de los registros clínicos que los reconduzcan a su propósito primitivo: ayudar en el proceso de cognición, comunicar, generar una sucinto reporte de lo realizado y soportar una atención longitudinal de las personas, en definitiva facilitar la construcción de relaciones, apoyar el proceso de toma de decisiones, disminuyendo a la vez la carga de trabajo”.


Es decir, empleamos mucho más tiempo en escribir que en atender, entre otras razones porque de ello depende parte de nuestro salario: un conflicto de interés invisible para profesionales y organizaciones, y que está hurtando a los pacientes la atención que precisan y merecen. No es cierto, como señalan Martin y Sinsky, que ello esté dirigido esencialmente a mejorar la atención del paciente.Es posible que ese pudiera ser su fin en un principio ya demasiado lejano;pero hoy en día los Registros electrónicos sirven para una gran variedad de objetivos, desde dar respuesta a evaluadores de todo tipo y pelaje, hasta servir de acreditación y certificación de profesionales, centros e instituciones; desde cubrirse ante acciones legales hasta satisfacer las supuestas “ necesidades de información” de cada funcionario, departamento y director de la inmensa burocracia kafkiana en que se han convertido los servicios sanitarios. El propósito primordial de ayudar a tomar decisiones y facilitar una concisa comunicación se perdió en un magma de corta y pegas.
El fin último del encuentro clínico debe seguir siendo el de escuchar,establecer relaciones clínicas, y tomar decisiones juiciosas. Perder de vista ese propósito, aliena a los profesionales convirtiéndoles en meros oficinistas de una burocracia anónima. Registrar todo lo que el sistema demanda es imposible; para ello sería más barato colocar una caja negra en cada consulta y grabar todas las conversaciones

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