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lunes, 30 de julio de 2018
miércoles, 25 de julio de 2018
PASEAR . Robert Walser
Pasear —respondí yo— me es imprescindible, para animarme y para mantener el contacto con el mundo vivo, sin cuyas sensaciones no podría escribir media letra más ni producir el más leve poema en verso o prosa. Sin pasear estaría muerto, y mi profesión, a la que amo apasionadamente, estaría aniquilada. Sin pasear y recibir informes no podría tampoco rendir informe alguno ni redactar el más mínimo artículo, y no digamos toda una novela corta. Sin pasear no podría hacer observaciones ni estudios. Un hombre tan inteligente y despierto como usted podrá entender y entenderá esto al instante.
Para mí pasear no sólo es sano y bello, sino también conveniente y útil. Un paseo me estimula profesionalmente y a la vez me da gusto y alegría en el terreno personal; me recrea y consuela y alegra, es para mí un placer y al mismo tiempo tiene la cualidad de que me excita y acicatea a seguir creando, en tanto que me ofrece como material numerosos objetos pequeños y grandes que después, en casa, elaboro con celo y diligencia. Un paseo está siempre lleno de importantes manifestaciones dignas de ver y de sentir. De imágenes y vivas poesías, de hechizos y bellezas naturales bullen a menudo los lindos paseos, por cortos que sean. Naturaleza y costumbres se abren atractivas y encantadoras a los sentidos y ojos del paseante atento, que desde luego tiene que pasear no con los ojos bajos, sino abiertos y despejados, si ha de brotar en él el hermoso sentido y el sereno y noble pensamiento del paseo. Piense cómo el poeta ha de empobrecerse y fracasar de forma lamentable si la hermosa Naturaleza maternal y paternal e infantil no le refresca una y otra vez con la fuente de lo bueno y de lo hermoso.
lunes, 23 de julio de 2018
Raymundo
https://vimeo.com/38124853
Opera prima de Ernesto Ardito y Virna Molina. Este largometraje documental cuenta la vida y obra de Raymundo Gleyzer, uno de los principales referentes del cine militante argentino, quien fue secuestrado y asesinado por la dictadura militar en 1976. En conjunto con la vida de Raymundo, se narra la historia del cine revolucionario latinoamericano, y las luchas de liberación de las décadas de 1960 y 1970.
El film fue concluido en el 2003 y nunca tuvo un estreno oficial en su país. Participo en mas de 100 festivales del mundo. Obtuvo 18 premios internacionales, siendo uno de los documentales argentinos mas premiados.
Fue realizado con la beca Jan Vrijman del Festival de Documentales de Amsterdam (IDFA) y con la beca de la Fundacion Altercine, de Canada
Opera prima de Ernesto Ardito y Virna Molina. Este largometraje documental cuenta la vida y obra de Raymundo Gleyzer, uno de los principales referentes del cine militante argentino, quien fue secuestrado y asesinado por la dictadura militar en 1976. En conjunto con la vida de Raymundo, se narra la historia del cine revolucionario latinoamericano, y las luchas de liberación de las décadas de 1960 y 1970.
El film fue concluido en el 2003 y nunca tuvo un estreno oficial en su país. Participo en mas de 100 festivales del mundo. Obtuvo 18 premios internacionales, siendo uno de los documentales argentinos mas premiados.
Fue realizado con la beca Jan Vrijman del Festival de Documentales de Amsterdam (IDFA) y con la beca de la Fundacion Altercine, de Canada
LA LISTA: LOS 5 PEORES LUGARES PARA SER MUJER
El difícil acceso a la educación o a los servicios sanitarios, sumados a las agresiones sexuales, violencia física y discriminación hace que muchos países sean trampas diarías para las mujeres, incluso peores que los conflictos o guerras por las que, en la mayoría de los casos, han tenido que pasar. FP en español muestra los países donde nacer mujer supone un destino fatal.
1. AFGANISTÁN
1 de cada 11 afganas mueren al dar al luzAfganistán tiene uno de los mayores índices de mortalidad maternal en el mundo. El país alberga un contexto cultural, religioso y económico que concede a las mujeres escasas oportunidades para la educación o el acceso a la sanidad. Existe una falta extrema de esperanzas para un futuro mejor, lo que hace que las expectativas para las mujeres sean aún peores. Según las conclusiones extraídas de TrutLaw la violencia sexual y la falta de acceso a los recursos económicos y de salud representan una mayor amenaza para las mujeres que la inseguridad y la lucha que continúa en las fronteras afganas.
Su situación desde la caída del régimen Talibán en 2001 ha mejorado en algunos aspectos, pero estos logros que se han alcanzado en materias como educación, trabajo o código de vestimenta siguen siendo mínimos (el 87% son analfabetas según IRIN). En Afganistán, que es considerado como un Estado fallido, resulta impensable que por ahora pueda haber una ley contra los abusos sexuales.
2. REPÚBLICA DEMOCRÁTICA DEL CONGO
1.152 mujeres son violadas diariamenteEl nivel de agresiones sexuales en RDC es el más alto del mundo. 48 mujeres son violadas cada hora, unas 1.552 al día y aproximadamente 420.000 al año, según un informe presentado por American Journal of Public Health. En muchas ocasiones la guerra y los conflictos entre partes son el motivo principal para que se comentan estos crímenes, ya que las mujeres y las niñas son utilizadas como armas de guerra, tanto por los militares congoleños como por las tropas rebeldes, o reclutadas como soldados y a su vez como esclavas sexuales (67% según TrustLaw). No obstante, el estudio de la publicación estadounidense muestra que existen violencia y agresiones sexuales en el propio hogar.
En RDC el acceso a la educación y la salud es nulo para las mujeres y las niñas. El 57% de las embarazas padecen anemia, según datos publicados por el Banco Mundial. Además el hambre y la falta de recursos dificultan la situación, ya que en ocasiones los traslados para conseguir comida se conviertan en trampas, al ser asaltadas y agredidas en los caminos. La discriminación es otro factor que no mejora la vida de las mujeres, según elSocial Institutions and Gender Index, un 0% pueden firmar documentos legales sin el consentimiento de los maridos.
La RDC sigue sufriendo las consecuencias de la guerra y el desastre humanitario sufrido entre 1998 y 2003, donde 5,4 millones de personas fueron asesinadas. La débil estructura política, económica y social que se ha formado y el hecho de que exista una amplia corrupción en el Gobierno no mejoran la situación del país y empeora, aún más, la de las mujeres, ya que no hay una organización jurídica que permita denunciar las agresiones. La mayoría de los delitos se quedan impunes.
3. PAKISTÁN
Más de 1.000 mujeres y niñas son víctimas de crímenes de honorEn Pakistán la raíz del problema es la discriminación y la falta de leyes que amparen a las mujeres. La inexistencia de condenas judiciales o la impunidad de los crímenes exacerban aún más las agresiones a las que son sometidas diariamente. El país no reconoce la violación por parte del cónyuge y castiga severamente a las mujeres que tienen relaciones sexuales fuera del matrimonio.
La precaria situación femenina las expone a problemas muy graves. Una mujer gana un 82% menos que un hombre, según datos del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (UNDP). Además, no tienen derecho sobre las tierras o las propiedades. El 83% no tienen acceso a la educación y un 67% sufren discriminación en el reparto de las herencias. No obstante, en el país se han conseguido algunos logros legales, por ejemplo, está en proceso de aprobación una ley contra la violencia en el hogar y se han creado normativas que protegen a las mujeres trabajadoras contra el acoso sexual, el secuestro o la intimidación.
4. INDIA
100 millones de personas, en su mayoría mujeres y niñas, están involucradas en el tráfico de personasEl gran problema es la falta de transparencia del Gobierno y la débil persecución que se hace de este tipo de delitos. La mayoría de los crímenes no son penados, por lo tanto no son erradicados. Otro problema es la falta de acceso a la educación de las mujeres, según TrustLaw el 90% es la cifra estimada. En India la discriminación viene incluso antes del nacimiento de las mujeres, de hecho se producen unos 12 millones de abortos cuando el sexo es femenino, en la mayoría de los casos esta práctica se realiza para evitar los costes de los matrimonios y las dotes femeninas.
5. SOMALIA
9% de las mujeres dan a luz en condiciones óptimasSomalia es uno de los países más pobres, con mayor violencia y peor legislación en el mundo. Entre los múltiples problemas a los que se enfrentan las mujeres están el alto índice de mortalidad al dar a luz, las violaciones, los matrimonios infantiles forzados y la Mutilación Genital Femenina (MGF) a las que son sometidas todas las niñas entre 4 y 11 años en el país, según UNICEF el porcentaje es de 95% e incluso, está aumentando.
La ley desprotege totalmente a la mujer y la mayor amenaza a la que se enfrentan según Maryan Qasim, es a “quedarse embarazada, no la guerra”, ya que 1 de cada 14 mujeres mueren al dar a luz. La representación femenina en las instituciones gubernamentales es ínfima, sólo el 9,5% de las sillas del Parlamento están ocupadas por mujeres, según UNDP. El 100% no tiene acceso a la educación y el 86% no cuenta con una alimentación adecuada, según datos de TrustLaw.
sábado, 21 de julio de 2018
viernes, 20 de julio de 2018
Vida sin cultura . Rafael Argullol
Quizá lleguemos a ver cómo será la vida sin cultura. De momento ya tenemos indicios de lo que está siendo, paulatinamente, un mundo que ha optado, al parecer, por desembarazarse de la cultura de la palabra pese a poseer índices de alfabetización escolar sin precedentes. Hace poco un editor me comentaba que el problema -o, más bien, el síntoma- no eran los bajos niveles de venta de libros sino la drástica disminución del hábito de la lectura. Si el problema fuera de ventas, decía, con esperar a la recuperación económica sería suficiente; sin embargo, la caída de la lectura, al adquirir continuidad estructural, se convierte en un fenómeno epocal que necesariamente marcará el futuro. El preocupado editor -un buen editor, de buena literatura- añadía que, además, la inmensa mayoría de los libros que se leen son de pésima calidad, desde best sellers prefabricados que avergonzarían a los grandes autores de best sellers tradicionales hasta panfletos de autoayuda que sacarían los colores a los curanderos espirituales de antaño.
De querer preocupar todavía más al editor, y a los que piensan como él, se podría analizar detenidamente la última encuesta sobre la lectura que hace unas semanas apareció en los medios de comunicación. No sólo un tanto por ciento muy elevado de la población jamás leía un libro sino que se vanagloriaba de tal circunstancia. Para muchos de nuestros contemporáneos la lectura se ha hecho agresivamente superflua e incluso experimentan una cierta incomodidad al ser preguntados al respecto. Dicen no tener tiempo para leer, o que prefieren dedicar su tiempo a otras cosas más útiles y divertidas. Nos encontramos, por tanto, ante una bastante generalizada falta de prestigio social de la lectura que probablemente oculte una incapacidad real para leer. Dicho de otro modo: el acto de leer se ha transformado en un acto altamente dificultoso y, para muchos, imposible. Me refiero, claro está, a leer un texto que vaya más allá de la instrucción de manual, del mensaje breve o del titular de noticia. Me refiero a leer un texto de una cierta complejidad mental que requiera un cierto uso de la memoria y que exija una cierta duración temporal para ir eligiendo en libertad, y en soledad, los distintos caminos ofrecidos por las sucesivas encrucijadas argumentales.
El pseudolector actual rehúye las cinco condiciones mínimas inherentes al acto de leer: complejidad, memoria, lentitud, libertad y soledad. Él abomina de lo complejo como algo insoportablemente pesado; desprecia la memoria, para la que ya tenemos nuestras máquinas; no tiene tiempo que perder en vericuetos textuales; no se atreve a elegir libremente en la soledad que, de modo implacable, exige la lectura. En definitiva, nuestro pseudolector actual ha sido alfabetizado en la escuela y, en muchos casos, ha acudido a la universidad, pero no está en condiciones de confrontarse con el legado histórico de la cultura humanista e ilustrada construido a lo largo de más de dos milenios. Este pseudolector -en el que se identifica a la mayoría de nuestros contemporáneos- no puede leer un solo libro verdaderamente significativo de lo que hemos llamado, durante siglos, "cultura".
?
El pseudolector, que ha aceptado que a su alrededor se desvanezcan las palabras, marcha al unísono con el pseudoespectador, que naufraga, satisfecho, en el océano de las imágenes. La casi desaparición del acto de leer y, pese a la abundante materia prima visual, el empobrecimiento del acto de mirar llevan consigo una creciente dificultad para la interrogación. En nuestro escenario actual el espectáculo tiene una apariencia impactante pero las voces que escuchamos son escasamente interrogativas. Y con bastante justificación puede identificarse el oscurecimiento actual de la cultura humanista e ilustrada con nuestra triple incapacidad para leer, mirar e interrogar. Cuando en la última reforma educativa se defiende enfáticamente que la lógica filosófica va a ser sustituida, en la enseñanza escolar, por la "lógica del emprendedor" no hace sino sancionarse el fin de una determinada manera de entender el acceso al conocimiento. Aunque ni siquiera quien ha acuñado esta frase sabe qué diablos significa la "lógica del emprendedor", aquella sustitución es perfectamente representativa del modo de pensar dominante en la actualidad.
El mundo político se ha adaptado sin titubeos al nuevo decorado, expulsando de su retórica cualquier conexión cultural. Esto habría sido imposible en los últimos tres siglos. Pero el mundo político, el que más crudamente expresa las oscilaciones de la oferta y la demanda, no es sino la superficie especular en la que se contemplan los otros mundos, más o menos distorsionadamente. La expulsión de la cultura -o de una determinada cultura: la de la palabra, la de la mirada, la de la interrogación- es un proceso colectivo que afecta a todos los ámbitos, desde los medios de comunicación hasta, paradójicamente, las mismas universidades. No obstante, en ninguno de ellos es tan determinante como en el de los propios ciudadanos, que han dejado de relacionar su libertad con aquella búsqueda de la verdad, el bien y la belleza que caracterizaba la libertad humanista e ilustrada. La utilidad, la apariencia y la posesión parecen, hoy, valores más sólidos en la supuesta conquista de la felicidad.
Y puede que sea cierto. Igual la vida sin cultura es mucho más feliz. O puede que no: puede que la vida sin cultura no sea ni siquiera vida sino un pobre simulacro, un juego que sea aburrido jugar.
jueves, 19 de julio de 2018
miércoles, 18 de julio de 2018
Es un arte de no poca importancia ....
Es un arte de no poca importancia saber administrar bien los medicamentos , pero es un arte mucho mayor y de más dificultosa adquisición saber cuando suspender o siquiera omitirlos
Phillipe Pinel . Farmacologo Clinico
1- Medicamento esta bien
2- Medicamento , es posible
3- Medicamento , vigilar al paciente
4- Medicamento , vigilar al medico
5- Medicamentos , hospitalizar al medico , George Peters, Farmacologo clínico 1920- 2006
lunes, 16 de julio de 2018
El interés por lo sencillo : Walser
Walser se interesa por las cosas sencillas, ordinarias, fugaces; por esa concatenación imprevista de minucias que a causa de su fluir y evanescencia invocan una mirada igualmente inestable y contraria a toda pedantería; una mirada que las haga brillar por unos segundos para dejarlas después perderse, irremediablemente, abismadas en su futilidad, hundiéndose en la corriente del hábito que todo lo enmohece y degrada. Paseos dominicales y excursiones sin propósito, periódicos extranjeros, cartas, libros mediocres, animales, personajes entre los que destacan los vagabundos, los bandidos y los despreocupados, cafeterías bulliciosas, miradas que se cruzan por casualidad, amantes, toda una galería móvil de sucesos al parecer carentes de relieve desfilan ante la esponja mental de Robert Walser (una esponja que después sabrá destilar un jugo hilarante, con unas cuantas gotas de acidez), para desprenderse de cualquier significación consabida y cubrirse entonces con la luz de lo irrepetible.
Walser es un autor que sólo se siente a gusto en medio de lo inferior y lo minúsculo. “Su profunda e instintiva aversión por cualquier tipo de altura –escribió acerca de él Canetti–, de elevación o de pretensión lo convierte en uno de los poetas esenciales de nuestra época henchida de poder”. Resguardado al ras de lo inadvertido, astuto a su manera gris y reservada, Walser deja que su prosa se extravíe entre las minucias –incluso entre las bajezas y la humillación–, sólo para reaparecer más tarde, sentencioso y jovial, dueño absoluto de la narración, e incluso de las aparentes vacilaciones de la narración; y aunque sus obsesiones bien pudieran resultarnos demasiado caprichosas o delirantes (brotes benignos, quizá, de su extraña o acaso imaginaria enfermedad mental), una vez que nos dejamos arrastrar por el ritmo de sus divagaciones y nos perdemos en alguno de sus paréntesis a menudo interminables, difícilmente podremos sustraernos al poder de su arbitrio, en particular cuando nos percatamos de que esa falta de propósito es lo que constituye su fuerza, y que son motivos puramente hedonistas los que lo mueven hacia esas regiones marginales y hacia esa forma de entender la escritura que, como las cosas sobre las cuales trata, simplemente sucede.
En su afán de no desear nada y simplemente desaparecer, Walser sobrevivía a duras penas gracias a trabajillos menores e improbables –como su participación en la Cámara de Escritura para Desocupados de Zúrich–, reservándose la felicidad de un burócrata o un criado. Fue mayordomo e instructor, y al parecer la idea del Instituto Benjamenta –que es el tema central de Jakob von Gunten, una escuela dedicada a la formación de perfectos ceros a la izquierda–, surgió de un curso para sirvientes que él mismo tomó durante su estancia en Berlín. Al igual que Kafka, probó suerte en un banco; al igual que Bartleby, en su faceta de amanuense se dio el lujo de decir que prefería no hacerlo. Su actividad predilecta era pasear, y aun encerrado en el manicomio de Herisau se le consintió que realizara largas caminatas por los alrededores, a sabiendas de que tenía talento para el vagabundaje y de que no podía ser dañino para su salud. Sibarita del paseo reflexivo, de pocas cosas se jactaba más que de sus hazañas ambulatorias.
Como quien abandona una torre de marfil cuyo aire se encuentra intoxicado por el peso de la responsabilidad y la carga de las labores incumplidas, el acto ideal de Walser consistía en salir de su habitación en busca de los acontecimientos minúsculos que la calle o el camino rural le prometían. Divagante y elástico, ligero y feliz, se enfilaba entonces hacia donde sus pasos lo llevaran, sin otra preocupación que consagrarse al ritmo impredecible de las cosas en el instante de chocar contra su mente. A su vuelta, mientras la leña chisporroteaba bucólicamente en un rincón, quizá cogería un lápiz y, con idéntica naturalidad, con esa desenvoltura que sólo podría calificarse de campante o saltarina, narraría las aventuras sencillas que había encontrado.
Al paseante [escribe Walser] le acompaña siempre algo curioso, reflexivo y fantástico, y sería tonto si no lo tuviera en cuenta o incluso lo apartara de sí; pero no lo hace; más bien le da la bienvenida a toda clase de extrañas y peculiares manifestaciones, hace amistad y confraterniza con ellas, porque le encantan, las convierte en cuerpos con esencia y configuración, les da forma y ánima, mientras ellas por su parte lo animan y forman.
Robert Walser murió en 1956, el día de Navidad, a la mitad de uno de sus incontables paseos. El hecho de que la muerte lo sorprendiera durante su caminata, en medio de la nada, me hace suponer que para él no significó más –ni menos– que cualquier otro incidente de los tantos que llegaron a inquietarlo, y que presenció con ese talante de quien siempre está de paso, a la vez maravillado y suspicaz. Durante esos paseos, Walser supo encontrar, justamente por no habérselo propuesto nunca, las aventuras más simples y jubilosas a las que puede conducir la amistad con toda clase de sucesos, seres y manifestaciones, y hacer su exaltación y encomio sin caer por ello en la desmesura de entenderlas como epifanías.
domingo, 15 de julio de 2018
sábado, 14 de julio de 2018
El autor de "Boquitas pintadas"
La fabulosa viuda de Manuel Puig
Compró la casa del autor, reúne sus fotos y trabaja con sus
obras. Tras un accidente, Patricia Bargero se encontró en las novelas del
escritor. Diario Clarín publicó un artículo que habla sobre ella y el escritor
villeguense
Diario Clarín publicó
un artículo en la sección Cultura donde se habla de Patricia Bargero, a quien
denominan la viuda de Manuel Puig, según ella misma reconoció que la llaman sus
allegados en el documental "El regreso a Coronel Vallejos", que fue
presentado en nuestra ciudad en el marco del Puig en Acción, con la dirección
de otro villeguense: Carlos Castro.
Textualmente, el medio capitalino publicó la siguiente nota:
"Una mujer vive en un pueblo entre las fotos de un
hombre, releyendo sus libros todos los días, guardando los recuerdos de su
familia, trabajando sobre su obra, dando la cara por él. El hombre es uno de
los grandes escritores argentinos del siglo XX, Manuel Puig. La mujer, dicen en
el pueblo, es su viuda. La mujer no lo conoció.
Sin embargo, ahora Patricia Bargero es la protagonista de
Regreso a Coronel Vallejos, un documental sobre todo lo que pasó alrededor de
Puig en General Villegas, donde nació en 1932 y donde vivió hasta 1949, salvo
un par de años en el colegio Ward, de Ramos Mejía. Bargero llevó de vuelta a
Puig a un lugar donde no lo querían. Usó sus novelas para hablar de temas que
duelen -el abuso, el machismo, la opresión del chisme- en talleres. Impulsó
"Puig en acción", unas jornadas con murgas, con teatro, con música,
con invitados que decían lo que no se dice. Hizo charlas con jóvenes
homosexuales del pueblo, que trabajan como camioneros. Puig fue una puerta.
En Villegas, donde la pampa húmeda empieza a secarse- el
nombre de Manuel Puig sigue irritando. Pero lo que irrita no es -aunque
también- que fuera ese chico que, decían, "no jugaba con tierra", no
que hablara con los adultos y rehuyera las bicicletas y fuera prolijo y
delicado y el mejor alumno de catequesis. No irrita -aunque un poco sí- por
todo eso sino porque, años después de irse, publicó dos libros en los que
retrató la vida villeguense sin piedad, sin pudor;porque mostró el abuso
sexual, la banalidad, el rumor que cuenta y calla. Por mucho tiempo no le perdonaron
que hubieran salido de la pluma de un coterráneo La traición de Rita Hayworth y
Boquitas pintadas, dos novelas hechas con la intimidad de lo que se vivía en el
pueblo -al que llamó "Vallejos"-zaguanes adentro, sábanas adentro. Y
cuando salió la película de Boquitas, horror: no era lo mismo tener que abrir
un libro, hallarse en medio de todas esas palabras que tener a Alfredo Alcón
interpretando a un vecino:en Villegas no hay vacilación entre ficción y
realidad, reconocen personaje por personaje. El personaje que en la novela se
llamó Juan Carlos -detallan- en la vida era Danilo Caravera. Un seductor, amado
por las mujeres al punto que la tumba se le llenaba de flores y de cartas y,
por resguardar el decoro, la familia decidió mudarlo y dejar el cuerpo tras
otro nombre en el cementerio.
"En La Traición... se habla de un abuso en la Escuela 1
y nadie se asustó por eso, pero después se calentaron porque a Danilo le decían
que era mujeriego, que no era tan bueno", dice ahora, rodeada de fotos,
Patricia Bargero, la viuda que no lo conoció.
Hay que verla
Bargero tiene 55 años y habla de Puig sentada en su silla de
ruedas, en el living de su casa, que no es cualquier casa sino una donde vivió
el escritor de niño.
No es difícil pensar que Bargero podría ser un personaje de
Puig, un escritor que mete las manos en el folletín, en el melodrama. Su
historia lo tiene todo: Patricia nació en Bunge, acá nomás, se vino a Villegas
durante el secundario y fue a Buenos Aires a estudiar para bibliotecaria y para
maestra. Era joven, hija de tamberos, lo de vivir en la ciudad era por un rato:
"Había hecho esa carrera porque se podía ejercer en mi pueblo, la idea era
volver a casarme y trabajar".
- Y si no,
¿qué hubieras estudiado?
- Letras,
pero era larga y tenía que casarme antes. Estaba de novia desde los 15 años y
esas cosas... cuando me fui a estudiar ya estaban los planes de boda.
Pero la vuelta trajo otra cosa, la cola del diablo. Iba de
pueblo a pueblo, en coche, llevando las participaciones para el casamiento, el
trajecito de civil, el vestido blanco. Manejaba ella. Mordió la banquina, pegó
el volantazo y el coche se volvió trompo. Cuenta en la película: "hasta vi
la luz y todo. Pero contrariamente a lo que dicen, que se dejan llevar, yo gritaba
'quiero vivir, quiero vivir, como sea: quiero vivir' y veía la palabra 'vivir'
escrita en letras brillantes". En ese vértigo se da cuenta de que no puede
moverse y -como salida de un libro de Puig, para quien el cine fue fundamental,
piensa en una película.
- Una de una
esquiadora que se queda cuadripléjica y lo único que puede levantar son las
papas fritas.
- ¿En pleno
accidente?
- Sí.Me
atienden en Ameghino y me dicen que tengo quebrada la cadera. Entonces vengo de
ahí moviendo el cuello. Me acuerdo de esta situación: "Lo único que puedo
mover es el cuello, si dejo de moverlo, no voy a poder mover ni el
cuello". Y así despedacé mi médula.
Dice, en esa silla con motor en la que gira, se mueve, anda
por las veredas y acelera por el asfalto de Villegas. Tenía 21 años, el
accidente la había dejado cuadripléjica y la había bajado del altar. Y, sin
embargo, "tenía la certeza y la tranquilidad de que todo estaba perfecto,
de que todo estaba como debía ser". Se ríe.
En Buenos Aires le dieron esperanzas: iba a caminar.
Rehabilitación, médicos, pasaron los meses. "Y nadie me decía nada; creo
que por eso me gusta tanto Puig, porque dice cosas". Hasta la verdad
llegó. "Hasta ese momento tenía tremenda angustia y después bueno, ya estás,
ahora depende de vos. Y me puse a laburar".
Enseguida la llamaron del pueblo: iban a organizar la
Biblioteca Pública: si podía fichar, podía trabajar. Se sentó en la máquina de
escribir con una especie de manoplas que sujetan palitos. Podía.
Ahí, entre los libros, apareció Manuel Puig, el que
"había hablado mal de nosotros", el "puto mentiroso", el
"tipo jodido". El raro. "Estoy fichando, lo veo y digo, hay que
leerlo a este tipo, no se lo puede patear más, estamos en Villegas".
Lo primero que leyó fue La traición de Rita Hayworth, la
infancia y adolescencia de Toto, el alter ego de Puig, al que llamaban
"Coco". Es en esa novela donde se habla de violaciones en la escuela.
Por ejemplo: "Dijo el Toto que lo vio al de Mansilla parado contra el
tapial con la cara de descompuesto y empapada de lágrimas, de atrás el Noziglia
que lo tenía agarrado y le daba bomba y lo vio acercarse al Toto y decía
'hico-hico caballito'". Y unas páginas después Toto dice que a él lo
buscaron pero se escapó. Ficción, claro. Aunque, cuenta Bargero, la madre de
Puig supo decirle a la directora de la escuela que había cambiado a Manuel de
colegio por "algo que pasó en los baños".
- Leyendo a
Puig encontré que Villegas estaba en todos lados. Que él había llegado a esos lugarcitos
que son lo que uno más esconde, el lugar cursi. Esa cosita más mediocre que
tenemos todos y que no queremos mostrar. En los años 60, 70, Puig diciendo
"los boleros también dicen verdades". Los costados mezquinos. Para mí
fue ir por esas voces de la infancia.
- ¿Y en lo
personal?
- Te podés
hacer el boludo también si querés... Pero estaba esta cosa de... "si el
tipo es un resentido entonces soy una resentida". ¿Y qué me resiente? Mis
peleas por la rampa, por ejemplo, que les ponen un borde de 3 centímetros y no
puedo subirlas.
- ¿Puig por
qué estaba resentido?
- Supongo que
debe haber sido difícil para un chico que era brillante y que quería ser
prolijo, el prolijo de la familia, el mejor alumno, el que estudiaba. Y a la
vez sentía que eso lo alejaba de los compañeros. Pero no podía dejar de
hacerlo, era ese chico perfectito que seguía haciendo los deberes, que seguía
ganando el concurso de mejor alumno en catequesis: yo fui catequista. Puig dice
que hacemos personajes y eso lo veo en mí. Así como la enojada también está la
que quiere agradar, la que quiere quedar bien con todos. La mártir, esa bien
católica. Esos personajes que uno va desarrollando y los hacés con tanta
naturalidad que te creés que sos vos. Te puede servir un rato pero a larga,
pesa. ¿Cuánto más vas a seguir escondiéndote acá? ¿Cuánto más vas a seguir
usando la silla de ruedas? La silla de ruedas es un lugar de refugio muy
fuerte. Yo sentía que me daba una impunidad... que podía decir cosas o hacer
cosas que si caminara no podría haber hecho o dicho. Como que había un halo de
protección: con la paralítica no se meten. Ese juego: a mí no me vas a tocar,
porque soy paralítica. Digo "paralítica" porque es la palabra que más
les jode a los paralíticos.
- ¿Y a vos?
- A mí me
importa un carajo. No importa qué palabra usás sino el tono con que la decís.
Ahora se dice "capacidades especiales", como si fueras Súperman, la
Batichica. Es horrible. Ves esa incomodidad de "cómo te digo? ¿Tullida?".
En fin, lo mío fue Puig y mucho psicoanálisis.
- Qué queda
de Vallejos en Villegas?
- Todo. Todo
porque las relaciones siguen siendo así. Y hay situaciones actuales que superan
la ficción de Puig. Ese abuso de tres adultos a la chica que se filmaron en
video, que pasó tres años atrás. Eso Puig ni se lo hubiera imaginado. Y lo
tremendo fue una marcha de 300 mujeres apoyando a los abusadores. Y las mujeres
de los tipos encabezando la marcha. Yo laburo machismo en escuelas. Mientras
estás en el plano de la ficción, todo bien. Cuando pasamos a la sociedad
actual... ¿qué nos pasó acá? Y los pibes reaccionaban con un odio: "Esa,
si los pibes hacían cola para que se las chupara, a esa le gusta".
Cuentan que pasan los años, pasan los años y en General
Villegas Manuel Puig sigue irritando. Y que lo cuida su viuda.
- ¿Viuda? ¡En
todo caso la novia!
Documental para un provocador
El cineasta Carlos Castro también es de General Villegas,
también creció sabiendo que el pueblo había dado una figura a la literatura
internacional y que esa figura, calles adentro, era, bueno, complicada. Pero
tenía una deuda con esa historia y la pagó ahora con su documental Regreso a
Coronel Vallejos, que todavía no estrenó pero que mostró en el Cine Español de
Villegas, el mismo donde el niño Puig iba con su mamá. "No queríamos una
biografía de Manuel sino la relación entre libros, el no regreso de él a
Villegas y Patricia".
La historia tiene que ver con la de "El ciudadano
ilustre": el escritor que se va y que dice cosas que duelen. De hecho, el
Mantovani de El ciudadano dice una frase que es de Puig: "Querría volver
como una mirada".
Puig, dice Castro, "es un provocador y un
revolucionario. Ser revolucionario en los 70 es escribir El beso de la mujer
araña, un guerrillero con un homosexual. Ser provocador es discutir, en Pubis
angelical, si Perón era revolucionario. Revolucionaria era Cae la noche
tropical, que habla de los que no pudieron reinsertarse, que no pudieron
volver. O Boquitas y La traición en un pueblo muy conservador. Eso es Puig: es
una molestia.No es políticamente correcto, no es orgánico
jueves, 12 de julio de 2018
Ejercer un oficio de lo humano : Perrenoud
“Ejercer serenamente un oficio de lo humano significa saber con cierta precisión, por lo menos a posteriori, lo que depende de la acción profesional y lo que escapa de ella. No se trata de cargar con todo el peso del mundo, responsabilizándose de todo, sintiéndose continuamente culpable; es, al mismo tiempo, no ponerse una venda en los ojos, percibir lo que podríamos haber hecho si hubiéramos comprendido mejor lo que ocurría, si nos hubiéramos mostrado más rápidos, más perspicaces, más tenaces o más convincentes… Para verlo más claro, a veces se debe aceptar el reconocimiento de que podríamos haberlo hecho mejor y comprender porque no lo hemos conseguido. El análisis no suspende el juicio moral, no vacuna contra la culpabilidad, sino que induce al practicante a aceptar que no es una máquina infalible, a tener en cuenta sus preferencias, dudas, espacio vacíos, lapsos de memoria, opiniones adoptadas, aversiones y predilecciones, y otras debilidades inherentes a la condición humana”
miércoles, 11 de julio de 2018
Desmond Tutu.
Una persona con ubuntu es abierta y está disponible para los demás, respalda a los demás, no se siente amenazado cuando otros son capaces y son buenos en algo, porque está seguro de sí mismo ya que sabe que pertenece a una gran totalidad, que se decrece cuando otras personas son humilladas o menospreciadas, cuando otros son torturados u oprimidos.
Razones para no aceptar un bolígrafo (u otras cosillas)
Si nos siguen (y si no, siempre están a tiempo) sabrán que tenemos cierta tendencia a hablar acerca de las cosas y casos de la (no siempre edificante) relación entre la industria farmacéutica y los profesionales sanitarios. No vamos a escribir acerca de supuestos avances farmacológicos que no son tales (porque ya lo hicimos aquí, o aquí) Tampoco comentaremos sobre la ineludible necesidad de buscar fuentes de información farmacoterapéutica independiente (porque está hecho aquí, o aquí). Ni siquiera nos detendremos en recomendar, una vez más, el rechazo a la interacción profesional-visitador (porque PLoS Medicine ya lo hizo, y con datos en la mano, aquí). No, nada de eso. Hoy queremos dedicar la entrada a la cuestión concreta de los obsequios / regalos / material profesional / material formativo / esas-cosas-chulas-que-nos-proporciona-el-visitador-y-tanto-nos-gustan-pero-no-sabemos-cómo-llamar...
Durante casi diez años aceptamos distintos objetos y beneficios por parte de la industria farmacéutica (pero ya hace más de dos años que no aceptamos, pedimos ni recibimos nada de nada, y, si llegan a leer hasta el final, verán que ésa cifra no deja de tener su importancia). Se nos daban bolígrafos, libretas, agendas, radios, libros, películas, relojes, agendas electrónicas, pendrives, cds, ceniceros, básculas, paraguas… Y eso refiriéndonos sólo a las cosas que llegamos a tener personalmente, porque si uno añade lo que se oía por ahí… Desde luego, el producto estrella es el congreso científico, donde te dan la inscripción (que puede superar fácilmente los 600 euros), el viaje (nacional o internacional) y el hotel (siempre cuatro estrellas). También son chulas (perdón, queríamos decir formativas) las charlas de algún compañero que, a cambio de unos 600 euros comenta unas cuantas diapositivas de un producto que la misma empresa fabricante le ha ya preparado, no vaya a perder tiempo revisando bibliografía independiente. Naturalmente, tras la charla que menos que una cena en un buen restaurante, todo regado con buen vino y todo, por supuesto, pagado por la empresa que les está (a nosotros ya no, porque pasamos de esos saraos) formando. Y no olvidemos los libros y tratados que se piden o directamente trae el amable visitador (ya saben, ése individuo que por malo que sea el chiste que cuentes, siempre se ríe…). Dichos libros llegan a veces a 100 o 200 euros.
Como ven, la oferta es fabulosa. Evidentemente, la razón de aceptar todo ello es que a cualquiera le gustaría no tener que pagar por sus libros, viajar a sitios lejanos y exóticos (o cercanos y sin exotismo, pero con avión, hotel y comidas gratis), o recibir todo tipo de chorradas a cambio de nada. Porque la industria farmacéutica es tonta y da todo eso a los prescriptores a cambio de nada, ¿verdad?
Sin embargo, como el tema nos gusta y hemos dedicado tiempo a darle vueltas, se nos han ocurrido nada menos que tres razones por las que se debería decir No Gracias a cualquier “regalito” de estos, ya sea un bolígrafo cutre o una estancia de cinco días en San Francisco con todo incluido. Si usted es de los que todavía aceptan, a lo mejor no ha llegado hasta aquí (es que las entradas nos quedan largas, qué le vamos a hacer) pero no nos vamos a quedar con las ganas de soltarlo.
1ª RAZÓN: LA ÉTICA
Nuestro primer motivo para separarnos de toda esta historia fue una reflexión ética. Como profesionales de la salud y, además, trabajando en un sistema público de salud (de recursos limitados y cada vez más escasos gracias a la buena política de nuestros dirigentes) creemos que es nuestro deber atender bien a nuestros pacientes, mantenernos al tanto de las investigaciones recientes en nuestro campo y conocer los desarrollos pasados, así como gestionar eficientemente el dinero público (público significa que es de todos, no que no sea de nadie, como a veces parece creerse) del que disponemos. ¿Recibir un regalo de un representante hace que prescribamos mal? No necesariamente. Muchos médicos creen ser inmunes a dichos cantos de sirena y están seguros de que mantienen su independencia, a pesar de lo rica que estaba la langosta a la que nos invitaron el mes pasado en Nápoles. No decimos que no haya algún caso que lo consiga, pero nos tememos que la industria farmacéutica destina más de un 30% de su presupuesto a marketing (y sólo un 12% a investigación) porque sabe que le es rentable. Porque, como hemos dicho muchas veces, hay muchas cosas achacables a la industria farmacéutica pero, sinceramente, no pensamos que la falta de inteligencia a la hora de vender sus productos sea una de ellas.
Cualquier obsequio (y cuanto mejor y más caro, en mayor medida) genera un agradecimiento y una tendencia a la devolución del favor (al menos, en nuestra cultura). Ese representante tan majo con el que hablas de forma tan cercana, casi como un amigo, con el que incluso puedes criticar cosillas de los compañeros y que, además, siempre te lleva de cena y te consiguió ese libraco de mogollón de euros… ¿cómo no echarle una mano con su producto? Y en un campo como la Psiquiatría, donde no hay protocolos claros en muchos casos para prescribir un neuroléptico u otro, un antidepresivo u otro, ¿por qué no mandar el del colega? Que cueste el triple o más que otros igual de eficaces o seguros no tiene mucha importancia porque como no nos preocupamos en conocer el precio de los fármacos que mandamos…
Recurriremos al caso personal: hace ya años recibía frecuentemente a un representante de determinado antipsicótico. Me ofreció participar en un libro de casos que editó el laboratorio con un caso clínico muy breve, el cual, como publicación científica no puede definirse de otra manera que como una mierda. No leí el resto del libro así que no sé si los demás casos mejoraban el nivel del mío. Y, además, me pagaron creo que 600 euros por el trabajo. Todo declarado y todo legal pero, ¿les parece muy ético? A mí no me lo parece. El caso es que poco después de esto (y de varias cenas a las que fui amablemente invitado junto con otros colegas), sale el genérico del antipsicótico en cuestión y, cuando voy a rellenar la receta con dicho genérico (porque ya pensábamos parecido antes de atrevernos a dar el paso de romper relaciones con la industria, para lo que nos hizo falta acumular valor… pero lo hicimos), les juro que se me quedó casi la mano paralizada pensando en el simpático visitador y en que le estaba fastidiando con lo del genérico, con lo bien que se había portado conmigo… Y lo triste es que no prescribí el genérico. Han pasado años de ese lamentable suceso, pero lo traemos aquí porque creemos que es bastante indicativo de cómo funcionan los agradecimientos que la industria crea en nosotros a través de distintos obsequios y prebendas.
Se suele usar como excusa el aspecto formativo del asunto. Se dice que como el Estado no paga la formación continuada de los médicos, éstos no tienen otro remedio que recurrir a la industria para poder formarse. Nos parece un argumento interesante si no fuese porque no explica por qué razón el médico no se paga él su formación continuada como cualquier otro profesional. O ya nos dirán quién paga la formación continuada del psicólogo, del abogado, del ingeniero, del carpintero o del albañil… Además, insistimos que en los tiempos que corren y con la información gratuita disponible en la Red en sitios avalados por organismos públicos o de reconocido prestigio, es muy fácil formarse sin tener que pedir un duro a nadie y sin que nos cueste nada económicamente y poco en lo referente a tiempo. Porque para ir a Praga cuatro días a entrar en dos charlas de 45 minutos, no nos digan que no se aprende más revisando artículos (que luego nuestros críticos nos atacan por decir que los antipsicóticos atípicos no son mejores que los típicos, con lo que hacen evidente que entre tanta cena y congreso no hay tiempo para echar un vistazo al British Journal of Psychiatry, por ejemplo).
Hay incluso quien diría que todos estos obsequios, o presentes, o material profesional o como queramos llamarlo, todas estas cosas que alguien (el visitador) da y alguien (el profesional) recibe son directamente sobornos. Según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, un soborno es: “cosa que mueve, impele o excita el ánimo para inclinarlo a complacer a otra persona”. Nosotros no somos muy listos, pero desde luego, nos parece que todas estas actividades encajan perfectamente en la definición de soborno. Que uno diga o crea que el soborno no le influye (como había quien decía que uno no se corrompe por cuatro trajes) no significa que aceptarlo no sea, desde el punto de vista ético, una vergüenza.
Y a nosotros nos dejó de gustar sentirnos sobornados.
De todas maneras, el compromiso ético es algo muy personal (aunque con evidente repercusión en lo social) y cada uno es libre de tener su ética o, incluso, de no tenerla en absoluto. Hubo quien nos dijo que eso de la ética era cosa de griegos ricos de tiempos antiguos, argumento pintoresco que no compartimos, pero qué se le va a hacer…A nosotros nos gusta irnos a dormir pensando que hacemos lo que nuestra conciencia nos dicta y que somos o, mejor, intentamos ser, un ejemplo para nuestros hijos. Me gusta pensar que cuando me muera podré decirles: chicos, el mundo es una mierda, pero nosotros hicimos lo que pudimos.
De todas maneras, más allá de la reflexión ética, necesariamente individual, está el aspecto colectivo y, concretamente y más hoy en día, económico. Lo que nos lleva a la segunda razón para decir No Gracias a un bolígrafo (y no digamos a lo demás).
2ª RAZÓN: LA ECONOMÍA
Éste apartado es muy sencillo y, creemos, poco discutible. Tiene esa certeza simple, tan aburrida y tan segura, que dan las matemáticas y de la que la Psiquiatría carece. Un bolígrafo cuesta X céntimos. Una agenda cuesta X euros. Un Tratado de Psiquiatría molón puede salir por más de 100 euros. Un congreso en Viena incluye unos 700 euros de inscripción, unos 200 de viaje, unos 500 de Hotel, comidas y cenas aparte. Todo este dinero (incluyendo los céntimos del bolígrafo, porque esos céntimos hay que multiplicarlos por los miles de bolígrafos que se van repartiendo por ahí) se incluye en la sección de GASTOS del laboratorio en cuestión, junto a sus partidas de investigación, de personal, de lo que sea… Todos los obsequios que nos llegan aumentan los gastos del laboratorio. Y los INGRESOS sólo llegan de la venta de sus fármacos. No hay que ser un genio de la economía para deducir que el gasto que suponen todos esos obsequios se compensa subiendo el precio de los fármacos más de lo que podrían valer sin ellos. Y, evidentemente, los gestores de estas multinacionales consideran que esos GASTOS generados por todos los productos y servicios entregados a los prescriptores conllevan un aumento de los INGRESOS tal que hace el asunto rentable. Vamos, que el bolígrafo no es gratis, lo pagamos entre todos en el precio del fármaco que se receta a continuación.
La industria farmacéutica es uno de los sectores económicos que mayores beneficios consigue (dicen que junto a las empresas de armamento, el narcotráfico y la prostitución). Y esos beneficios vienen de los precios, desorbitados muchas veces, que pagamos por sus productos. Por poner un ejemplo, hace sólo cuatro años, la risperidona bucodispersable a 12 mg/d costaba casi 300 euros al mes al sistema público de salud (por esa época, el mismo producto en comprimidos costaba la mitad, pero el representante decía que era mejor que se disolviera en la boca que no tragarla, y muchos compañeros le hicieron caso y la recetaban, sin mayor preocupación por la diferencia de precio, cómo éramos ricos…). Hoy valen ambos 50 euros al mes. Y no creo que Janssen la saque a 50 euros perdiendo dinero, o sea que algún beneficio todavía obtiene. Y antes pagábamos seis veces más. A partir de este sobreprecio se nos ocurren dos ideas: que con él es fácil pagar los regalos que hemos mencionado (y otros que no queremos mencionar) y que ahora que llegaron las vacas flacas hasta los pensionistas van a pagar por las medicinas (porque algunos-bastantes-muchos-y-no-sólo-los-políticos gestionaron / gestionamos mal el dinero que teníamos encomendado (aunque la crisis no viene de ahí sino más bien del hecho de que a un profesional sanitario se le retiene el 25 ó 30% de su nómina y a las grandes fortunas que declaran por las SICAV sólo el 1%, pero ése sí que es otro tema…).
Resumiendo: que si no aceptas el boli (ni todo lo demás) reduces el gasto en marketing de las multinacionales farmacéuticas, con lo cual tendrán más margen para dedicar a investigación, a no echar tanto personal y, soñar no cuesta nada, a abaratar sus productos…
De todas maneras, habrá también quien no esté de acuerdo con esta razón económica. Algún argumento poderoso y contundente del tipo, por ejemplo, para que roben otros, prefiero beneficiarme yo, y cosas parecidas que, por desgracia, dicen mucho del tipo de sociedad y cultura que tenemos (y que, con dichas actitudes, perpetuamos cada día).
Pero si no basta la reflexión ética individual ni la preocupación económica colectiva, hay aún una tercera razón, sobre la que no cabe mucha argumentación porque, por definición, es de obligado cumplimiento: la legal.
3ª RAZÓN: LA LEY
Contaremos otra anécdota personal, que hoy estamos charlatanes. Siendo residente en mi querido Hospital Insular de Gran Canaria entró en vigor una ley que prohibía el consumo de tabaco en hospitales y que definía unos turnos para las Unidades de Agudos de Psiquiatría en los que los pacientes podían fumar. Previamente, teníamos una sala donde los pacientes fumaban a la hora que querían. Hubo cierto debate y yo opiné que la ley era un error, y que esa abstinencia parcial iba a provocar más ansiedad en nuestros pacientes ingresados, ya por definición en situación de crisis. Mi tutor respondió rápidamente y vino a decir, o así lo recuerdo, que las opiniones importaban poco, porque la ley era la ley y había que cumplirla.
Evidentemente, no estamos hablando de leyes potencialmente injustas de estados opresores (o que lleven camino de serlo, pero ésa también es otra historia) sino, en este caso, de leyes que regulan el funcionamiento de nuestras profesiones sanitarias. En este caso, por supuesto, la Ley del Medicamento.
Evidentemente, no estamos hablando de leyes potencialmente injustas de estados opresores (o que lleven camino de serlo, pero ésa también es otra historia) sino, en este caso, de leyes que regulan el funcionamiento de nuestras profesiones sanitarias. En este caso, por supuesto, la Ley del Medicamento.
Su nombre completo es Ley 29/2006, de 26 de julio, de garantías y uso racional de los medicamentos y productos sanitarios. Es cierto que en su artículo 76 admite y regula las subvenciones para reuniones científicas y actos de esa índole (aunque respecto a ello, no dejen de leer el artículo recientemente publicado en JAMA -Journal of American Medical Association- sobre congresos científicos y a quién benefician porque es magistral; un resumen en castellano aquí). Pero lo interesante viene en el artículo 101, apartado de infracciones graves, subapartado 29, donde dice textualmente que se considera como tal infracción grave lo siguiente:
"Aceptar, los profesionales sanitarios, con motivo de la prescripción, dispensación y administración de medicamentos y/o productos sanitarios con cargo al Sistema Nacional de Salud, o sus parientes y personas de su convivencia, cualquier tipo de incentivo, bonificaciones, descuentos prohibidos, primas u obsequios efectuados por quien tenga intereses directos o indirectos en la producción, fabricación y comercialización de medicamentos y productos sanitarios".
Nos parece que no puede estar más claro. Es cierto que Farmaindustria se dotó de un código deontológico que permite obsequios (material profesional les gusta llamarlo como nos dijeron en un reciente intercambio de opiniones en twitter) de pocos euros. Como hemos señalado varias veces, nos parece indignante que un lobby privado de empresas se atreva a hacer un código de buenas prácticas que contradice directamente una ley estatal. La ley prohíbe cualquier obsequio y, aunque lo quieran llamar material profesional, según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, obsequio es: “regalo que se hace”, lo que no parece excluir que tal “regalo que se hace” sea material profesional o cualquier otro nombre curioso que quieran ponerle.
Por lo tanto, la costumbre de aceptar el boli, o la pluma, o el libro, o la comida, se convierte directamente en una infracción legal. Veamos, también en la Ley del Medicamento, las penas para dicha infracción, concretamente en su artículo 102, apartado de infracciones graves (que, como vimos, eran las que correspondían a nuestro asunto):
Dejemos los regalos y los anuncios para los Reyes Magos y dediquémonos a nuestra profesión sin interferencias, a estudiar y a tratar a nuestros pacientes sin dejarnos distraer por espejitos o cuentas de colores.
domingo, 1 de julio de 2018
Hugo Marietan: “Donde hay poder, hay psicópatas”
“La política es un ámbito donde el psicópata se mueve como pez en el agua, lo que no significa que todos los líderes o políticos sean psicópatas. Pero sí que allí donde hay poder, hay psicópatas, que no distinguen ideologías. Por eso los encontramos en la izquierda y en la derecha”, define el doctor Hugo Marietan, médico psiquiatra y uno de los principales especialistas argentinos en psicopatía. Docente universitario y autor de varios libros sobre su especialidad, Marietan es referencia obligada para aquellos que les ponen la lupa a estas personalidades atípicas, que no necesariamente son las que protagonizan hechos policiales de alto impacto. Para decirlo de algún modo, cuando hablamos de psicópata no necesariamente nos referimos a un criminal al estilo de Hannibal Lecter, el perturbado psiquiatra de El silencio de los inocentes, sino a aquellas personalidades que la psicología bautizó como “psicópatas cotidianos”.
Tal vez el aporte más novedoso de este profesional, miembro de la Asociación Argentina de Psiquiatría, considerado una autoridad en su especialidad, es que el psicópata no es un enfermo mental sino una manera de ser en el mundo. Es decir: una variante poco frecuente del ser humano que se caracteriza por tener necesidades especiales. El afán desmedido de poder, de protagonismo o matar pueden ser algunas de ellas. Funcionan con códigos propios, distintos de los que maneja la sociedad. También tienen una lógica propia y suelen estar dotados para ser capitanes de tormenta por su alto grado de insensibilidad y tolerancia a situaciones de extrema tensión.
Marietan es autor de Sol negro: un psicópata en la familia y El jefe psicópata, entre otros libros.
–¿Cómo distinguimos fácilmente a un político psicópata? ¿Qué características tiene?
–Trabaja siempre para sí mismo, aunque diga lo contrario, pero tapa esa ambición con objetivos supranacionales: la seguridad, la patria, la pobreza, la revolución, etcétera. Es un mentiroso e incluso puede fingir sensibilidad. Actúa. Y uno le cree una y otra vez porque es muy convincente. Un dirigente común sabe que tiene que cumplir su función durante un tiempo determinado. Y, cumplida su misión, se va. Al psicópata, en cambio, una vez que está arriba, no lo saca nadie: quiere estar una vez, dos veces, tres veces. No larga el poder, y mucho menos lo delega. Otra característica es la manipulación que hace de la gente. Alrededor del dirigente psicópata se mueven obsecuentes, gente que, bajo su efecto persuasivo, es capaz de hacer cosas que de otro modo no haría. Y puede ser gente muy inteligente.
–¿Y por qué gente inteligente sería obsecuente de un psicópata?
–Claro, es lo que uno se pregunta: “¿Cómo Fulano o Mengano se arrastra ante esta persona?”. Bueno, primero porque es vulnerable a los psicópatas. El psicópata trabaja siempre con la mente del otro, y cuando te relacionás con él, y sos vulnerable, se mete en tu cerebro. Te captura. Y cuando eso sucede, el obsecuente se convierte en un esclavo mental. Te come la cabeza, como dicen los chicos, y es muy difícil salir de ese circuito. El psicópata es además un manipulador; manda a hacer, nunca hace él. Es ingrato, carece de sensibilidad, de empatía, de poder ponerse en el lugar del otro. Y cuando lucha por el poder, aísla a su enemigo y ningunea. O mejor dicho, manda a los demás a ningunear al enemigo. Y algo importante: el psicópata tiene una lógica, un modo de pensar muy distinto a la media de la sociedad. Una lógica que le va transmitiendo a los obsecuentes que tiene danzando a su alrededor.
–¿No tiene cura?
–No. Pero sabe muy bien qué está bien y qué está mal, por eso decimos que no hay “tipos” entre los psicópatas sino grados o intensidades diversas. Así, el violador serial sería un psicópata más intenso o extremo que el cotidiano, pero portador de la misma personalidad. No reconoce errores propios, por eso no puede corregir el rumbo.
–¿Y no hay forma de ejercer el poder sin ser un psicópata? Porque digamos que en algún punto todos los políticos trabajan para sí mismos.
–Antes de responder, una aclaración importante. Por supuesto que se puede ejercer el poder sin ser psicópata y, de hecho, la enorme mayoría de los líderes no lo son. En un punto, es cierto que todos los políticos, de algún modo, trabajan para sí mismos porque quieren ser reelectos, pero también trabajan para los demás, buscan generar beneficios. Al psicópata, en cambio, eso no le importa en absoluto y si beneficia a alguien es por algún efecto colateral. El líder comunitario se distingue también porque forma alianzas y consensúa. Cede para avanzar en la carrera política. El psicópata carece de capacidad para el consenso porque, justamente, no puede ponerse en el lugar de otra persona. Por eso, es difícil entrar en su cabeza. Un político normal no lo comprende: “Si yo estuviera en su lugar, cedería o consensuaría, incluso para conservar el poder”, piensa el líder no psicópata. Pero el psicópata no piensa así.
–¿Y están en la izquierda y en la derecha?
–Y entre los moderados también, que necesitan ser conducidos. Allí donde hay poder, hay psicópatas. El psicópata establece relaciones piramidales. Una de sus frases puede ser: “Están conmigo o en contra de mí”.
–¿Cuál es el efecto que se genera alrededor de un líder psicópata?
–La tensión. Siempre son generadores de tensión y de conflicto, de división. En un consorcio, los que terminan peleados son los demás, él siempre cae parado aunque haya generado el conflicto. En una familia, los que se enferman son los demás, generalmente por el estrés generado, mientras él sigue fresquito como una lechuga.
–¿Hay sociedades más propensas que otras a depositar el liderazgo en dirigentes psicopáticos?
–Sí, claro, las que tienen tendencia a generar crisis recurrentes, porque el psicópata es un ser que brilla y es buscado en las situaciones de máxima tensión. El psicópata florece en las crisis porque es frío, calculador y tiene un saber hacer en situaciones de tensión que la persona común no.
–¿Y cómo se reemplaza a un líder psicopático?
–Con otro psicópata o con la unión de varios políticos comunes, con una alianza. Para un líder normal solo, resulta imposible.
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