Cosas humanas

Que me disculpen las grandes preguntas por las pequeñas respuestas

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viernes, 31 de agosto de 2018

Aldous Huxley


Obviamente la forma totalmente sana de vivir es " basta a cada día su propio mal "



Trabajar hasta el límite para triunfar en lo que uno hace y ser al mismo tiempo indiferente a ello, sino triunfas paciencia y si triunfas , tanto mejor , no tienes porque jactarte de ello.  Esa es toda la historia del Baghavad -Gita encontrar  la forma de hacerlo todo con pasión pero con desapego

Debemos aprender a permanecer mentalmente callados , debemos cultivar  el arte de la receptividad pura


Enfocar la mente en la " cordura fundamental " concepto que le encanta repetir a Huxley
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Etiquetas: filosofia moral

lunes, 27 de agosto de 2018

Here's what's cool:



1 saying 'thank you' 
2 apologizing when wrong
3 showing up on time
4 being nice to strangers
5 listening without interrupting
6 admitting you were wrong
7 following your dreams
8 being a mentor
9 learning and using people's names
10 holding doors open


Janis Miyasaki 
My list 1) Smile more 2) be kind to yourself 3) be kind to others 4) give people the benefit of the doubt 5) nurture your passions 6) be generous 7) be grateful for today 8) be grateful to the people around you 
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Etiquetas: filosofia moral

domingo, 26 de agosto de 2018

Epitafio de Antonio Machado en Colliure - Francia


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Solos los peces muertos....

SOLOS LOS PECES MUERTOS NADAN A FAVOR DE LA CORRIENTE 

Proverbio alemán
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sábado, 25 de agosto de 2018

Indefensos ante la manipulación - Rafael Argullol



Hace años, estando en Río de Janeiro, me empeñé en visitar Petrópolis, una ciudad situada en la sierra de Orgaos, a 60 kilómetros de la capital carioca. . Hay un museo  dedicado a Stefan Zweig, en la casa donde el escritor austriaco y su mujer Lotte se suicidaron el 22 de febrero de 1942.
En este pequeño museo advertí, por primera vez, que no había una fotografía, sino dos, sobre aquella muerte. En la que yo conocía hasta entonces los cadáveres de Stefan y Lotte se mostraban, separados, sobre una cama, con una mesilla al lado con diversos objetos: un vaso, una botella de agua, una caja de cerillas, una lámpara. En la otra fotografía, desconocida para mí, el cadáver de Lotte aparecía inclinado sobre el de Stefan, juntas las manos de ambos. Me comunicaron amablemente que la variación de la escena era la consecuencia de que la policía, tras tomar una primera fotografía, habría separado pudorosamente los cadáveres, de modo que la siguiente fotografía fue la que se hizo pública para la prensa. Pensé que en la variación de las dos imágenes se alojaba todo un mundo, y que así lo hubiese considerado el propio Zweig.
Modestamente enmarcado colgaba en una pared de la casa el llamado testamento de Stefan Zweig, un breve texto que el novelista había escrito, al parecer, el día anterior al suicidio, dirigido al juez y a la policía. En realidad era un documento tan singular que sólo podía estar dirigido al conjunto de los hombres. En la primera mitad del texto, tras advertir que dejaba la vida por propia voluntad y en plena posesión de sus facultades mentales, Zweig agradecía a los brasileños la extraordinaria hospitalidad que le habían ofrecido, al tener que huir él de Europa, acosado por el nazismo. Finalizaba: "Europa, mi patria espiritual, se ha destruido a sí misma (...). Por eso me parece mejor concluir a tiempo y con ánimo sereno una vida para la que el trabajo espiritual siempre fue la alegría más pura y la libertad personal el mayor bien sobre la tierra. Saludo a mis amigos. ¡Ojalá puedan aún ver el amanecer! Yo, demasiado impaciente, me adelanto a ellos". Su obra desapareció de las estanterías, como si los nazis hubieran conseguido exterminarla.
En Petrópolis entendí el resurgimiento, en los últimos decenios, de Zweig como escritor. Al igual que sucede en otros casos, su recepción había experimentado un violento zigzag. Tremendamente popular en la Europa de entreguerras, había desaparecido de las estanterías después de la segunda contienda mundial, como si los estudiantes nazis que quemaban sus libros en las plazas de Alemania hubiesen conseguido exterminarlo para siempre. Con frecuencia veíamos Veinticuatro horas de la vida de una mujer y otras novelas de Zweig en las bibliotecas de nuestros abuelos, pero en la universidad ningún profesor recomendaba a un escritor que parecía definitivamente periclitado. Pero los últimos años del siglo XX, el siglo que lo había llevado a la cima y lo había destruido, albergaron el inesperado retorno de Zweig a las librerías de los países europeos. Cuando un retorno de este tipo se produce no hay duda de que la época, con sus interrogantes, lo exige, aunque sea de manera oblicua.
Recientemente he releído El mundo de ayer; Stefan Zweig subtituló Memorias de un europeo a un libro escrito en circunstancias adversas: sin apuntes, sin archivos, sin amigos con los que compartir los recuerdos del pasado y, por encima de todo, en una situación de permanente hostigamiento traumático que, como se deduce del testamento previo al suicidio, no se amortigua ni siquiera en el amable exilio de Brasil. Es más, El mundo de ayer sirve para encontrar explicación al suicidio, aparentemente chocante, de alguien que no está enfermo, no es un fracasado y no es sentimentalmente infeliz. Sirve para encontrar explicación a lo que quizá podría ser definido como un suicidio civilizatorio, si es que tenemos -no tenemos- necesidad de definir actos como este.
Más allá de sus múltiples aciertos literarios, El mundo de ayer es una lección magistral sobre la demolición de los vínculos entre palabra y verdad. Los totalitarismos, a través de los cuales la Europa exaltada por Zweig, junto a tantos otros escritores, se había "destruido a sí misma", ponían al descubierto que aquella demolición dejaba indefenso por completo al individuo y, en consecuencia, listo para la manipulación y la sumisión. Extirpando la verdad a las palabras se extirpaba también el espíritu a los hombres. Es posible que, en la lejana Petrópolis, Zweig, antes de suicidarse, pensara que los efectos de lo que estaba sucediendo conmoverían irreparablemente el futuro.
Y, al menos en parte, tenía razón. Nosotros, por fortuna y por el momento, vivimos muy lejos de aquel paisaje apocalíptico que se tragó el mundo de Zweig. Sin embargo, en muchos sentidos somos herederos de aquella extinción. Nuestra época ya no ha recuperado, o no ha querido recuperar, la verdad interna de la palabra. Si somos sinceros, nuestra época ya no piensa en términos de palabra o de verdad. "Dar la palabra", un ritual sacralizado hasta hace poco, ha dejado, en apariencia, de tener significado, y en nuestra vida pública la presencia de la verdad se ha convertido en fantasmagórica, aplastada por las obesas siluetas de la rentabilidad, la eficacia, el impacto o la utilidad. En lenguaje, o la falta de lenguaje, lo dice todo: compárese el tono con el que se proclama la actual construcción europea con el que refleja Zweig en El mundo de ayer cuando hace referencia al entusiasmo con que Rilke, Valéry y tantos otros se referían a la "unidad espiritual" de Europa. Europa era una cultura; no, como alardean los portavoces del presente, una marca.
Con todo, donde el lector actual puede encontrar la mayor vibración al recorrer las páginas de Zweig es al percibir ciertos paralelismos entre los riesgos del pasado y del presente. Huérfanos de la verdad de las palabras, o incapaces de encontrarla y compartirla, también nosotros nos encontramos indefensos ante la manipulación, por más que nuestra fe tecnológica nos mantenga ensimismados. Las épocas parecen muy distantes, es cierto. En la nuestra sólo ha irrumpido una multitud de pequeños brujos que juegan con la mentira y casi todos convivimos indiferentemente con ella. Pero la falta de amor a la verdad entraña el mayor peligro: es el terreno abonado para que los grandes brujos entren en escena.
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viernes, 24 de agosto de 2018

Rosa Parks :una revolucionaria sentada , una gran inspiración

Hoy quiero recordar a Rosa Parks que un 1 de diciembre de 1955 fue arrestada por negarse a ceder su asiento a un blanco en un autobús

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La mejor forma de valorar a una persona ......

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Etiquetas: filosofia moral

jueves, 23 de agosto de 2018

Ubuntu

Una persona con ubuntu es abierta y está disponible para los demás, respalda a los demás, no se siente amenazado cuando otros son capaces y son buenos en algo, porque está seguro de sí mismo ya que sabe que pertenece a una gran totalidad, que se decrece cuando otras personas son humilladas o menospreciadas, cuando otros son torturados u oprimidos.
Desmond Tutu.1
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Etiquetas: filosofia moral

“El fascismo se cura leyendo y el racismo se cura viajando” (Miguel de Unamuno)


Seaside Sonnet, Vladimir Volegov
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miércoles, 22 de agosto de 2018

Forges y el verano

Forges
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Etiquetas: graffiti o caricaturas

Emilio Lledó ; filósofo : Hay que hacer mentes libres

 Ha habido cosas traídas por la democracia, como la libertad de expresión, aunque no vale para nada si solo sirve para decir imbecilidades. 
La verdadera libertad de expresión es la que procede de la libertad de pensamiento. Lo que hay que hacer es mentes libres”.

¿Y no le tentó la política para transformar la educación? “No nunca. Habría sido tan radical que no habría durado ni dos días. Por ejemplo, pienso que el dinero no puede, en democracia, marcar las diferencias de la educación. Soy un adicto a la enseñanza pública
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Etiquetas: filosofia moral

La dignidad del paciente es cosa de todos . Monica Lalanda

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Etiquetas: medicina humanista

martes, 21 de agosto de 2018

Lucia Berlin, tan cerca


Publicado por Yaiza Santos


El lector de Manual para mujeres de la limpieza (Alfaguara, 2015) sentirá el látigo, la chispa, el gozo que es Lucia Berlin. Una revelación —polisemia—: iluminación y descubrimiento. Este recopilatorio de sus cuentos, a cargo de su viejo amigo, el escritor Stephen Emerson, cuyo original salió en la editorial Farrar, Straus and Giroux en abril de 2015, lleva veintidós traducciones y fue la sensación del año pasado.
Lusía ha llegado a la popularidad cuando ya no puede verlo: murió en Los Ángeles en 2004, después de superar un cáncer, por las complicaciones de la escoliosis que padeció desde niña. Sin embargo, y aunque tuvo un eco minoritario, sí fue una escritora querida y admirada en vida. En total escribió, consigna Stephen Emerson, setenta y siete cuentos, la mayoría de ellos repartidos en media docena de títulos que se publicaron entre 1980 y 1999. Así que otra manera de verlo es que la popularidad llegó tarde a Lucia Berlin: su talento existió siempre y algunos tuvieron la suerte de disfrutarlo cuando aún podían decírselo.
Lucia Berlin estaba tan cerca que solo existía entre nosotras una amiga de separación: la bailarina y coreógrafa mexicana Andrea Chirinos era una de sus sobrinas. Las hermanas Chirinos Brown, hijas de Molly Brown, hermana de quien fue Lucia Brown antes de casarse —lo hizo tres veces y, aunque se separó, conservó siempre el apellido de su último marido, el músico Buddy Berlin.
Aunque Andrea insiste en que su tía cambiaba las situaciones reales, que lo que contaba no pasó exactamente así, que los personajes no son las personas que los inspiraron, es la propia Lucia Berlin quien reconocía nutrirse de los hechos que le acontecieron. «Exagero mucho, y a menudo mezclo la realidad con la ficción, pero de hecho nunca miento», dice la voz narradora de «Silencio».
Como profesora de literatura en la Universidad de Colorado, Berlin insistía a sus estudiantes en la «verdad» que había de latir en toda escritura. En una entrevista realizada en 1996 por dos alumnos, Kellie Paluck y Adrian Zupp, publicada por primera vez el pasado septiembre en la página Literary Hub, declaraba: «Solo escribo lo que me parece que parece verdad. Emocionalmente verdad. Cuando hay verdad emocional, a continuación sigue el ritmo, y creo que la belleza de la imagen, porque ves con claridad. Por la sencillez de lo que ves».
Sirvan sus palabras para acreditar que la vida de Lucia Berlin puede rastrearse a través de sus cuentos, que la crítica ha comparado con Raymond Carver o James Salter, quienes por cierto la conocieron y leyeron.
No fue una vida ordinaria. Nacida en 1936 en Alaska, por el trabajo de su padre, ingeniero de minas, vivió en sitios tan dispares como Idaho, Kentucky, Montana o Santiago de Chile, donde aprendió español. Su cuna sin penurias económicas y sus estudios en la Universidad de Nuevo México —le dio clase Ramón J. Sender— no impidieron su posterior trayectoria bohemia: tres matrimonios y posteriores divorcios con hombres problemáticos y drogadictos, cuatro hijos —Mark y Jeff de su primer marido, David y Daniel del tercero, amigo del segundo, dicho sea de paso—, múltiples y variopintos empleos para mantenerlos, alcoholismo arrastrado durante años y finalmente superado.
Dentro de su obra, México alberga un lugar especial. Desde la frontera en El Paso, donde vivió de niña con su familia materna, texanos racistas, hasta los meses que pasó junto al lecho de muerte de su hermana Molly, pasando por la temporada que vivió en Puerto Vallarta con Buddy Berlin o la aventura que tuvo con un buceador de Zihuatanejo, sus pasos en este país se pueden seguir en «Toda luna, todo año», «Penas», «Triste idiota», «Panteón de Dolores», «Mamá» o «Espera un momento».

Lucia Berlin en Oaxaca, México, 1964. Foto: Literary Estate of Lucia Berlin (DP).
Andrea Chirinos está aquí para confirmarlo. Desgrana anécdotas de su tía adorada de la época en que vivió con ella en San Francisco, adonde fue a estudiar danza con dieciocho años, y de la que pasó Lucia en la Ciudad de México, con Molly ya muy enferma, entre 1991 y 1992. El mínimo cuartito que le construyeron con pared de cartón yeso junto a la cama de Molly —«I’m going to my little nest», decía cada noche antes de dormir—, que pronto decoró con pósteres de escritores admirados —Samuel Beckett, por genio; Carlos Fuentes, por guapo—. Las hermanas Brown se reencontraron después de haber llevado siempre una relación distante. A Molly la desheredaron sus padres por haberse casado con un mexicano. Entonces no sabían que ese mexicano llegaría a ser gobernador de Veracruz ni que les acabaría mandando dinero, pero de cualquier manera, la madre, Mary Magruder, nunca la perdonó.
Andrea enseña, para fetichismo de la lectora que se lo pide, algunas fotos de ese tiempo, cuando Lucia tenía cincuenta y cinco o cincuenta y seis años. La escritora en la Plaza México, en los toros, adonde le gustaba ir con su sobrina Mónica, hermana de Andrea. Lucia sentada en un sofá junto a Andrea adolescente, que lleva media cabeza rapada y fuma insolente con una pierna sobre un amigo de su madre. Lucia en Cuernavaca, con una chaqueta color buganvilia —«le gustaba vestir de ese color, era muy suyo»—, radiante, con un ramo de rosas en la mano. La mirada azul, la sonrisa abierta, su rostro conservando la belleza que la caracterizó de joven. Hay dos instantáneas muy simpáticas de Lucia y Molly disfrazadas de punks, como vestían las jóvenes de la casa. Molly, sin pelo por el tratamiento de quimio, lleva una peluca como de mohicano y está dentro de una bañera vacía, mientras sostiene una litrona y un cigarro; Lucia es clavada a Robert Smith.
«Cuando lo paso mal, la tomo de parámetro», dice su sobrina. La recuerda siempre «muy segura y muy feliz», a pesar de todo por lo que pasó, de las enfermedades, del dolor, de la vejez. «Tenía mucho sentido del humor», dice Andrea; «y se tomaba muy bien, por ejemplo, envejecer. Decía resignada I’m not the cute one anymore mirándose al espejo». Lucia corría a arreglarse cuando llegaban a casa los amigos de las sobrinas. Frecuentaba esas reuniones un joven estudiante de letras inglesas, Carlos Cuarón, entonces novio de Andrea, hoy autor de un buen puñado de éxitos cinematográficos, entre ellos Sólo con tu pareja (1991), Y tu mamá también (2001) o Rudo y cursi (2008).
Carlos cuenta que hicieron clic de inmediato. Tiempo después, él y su hermano Alfonso hicieron un road trip a Estados Unidos y recalaron unos días en casa de Lucia, en San Francisco. «Yo tendría veintiún o veintidós años, y Alfonso cinco años más», rememora. «Si ya antes había habido una conexión, a partir de ahí fue más grande todavía». Lucia les dejó su dormitorio a los hermanos y estos descubrieron avergonzados a la mañana siguiente que ella, con la escoliosis que ya le deformaba la espalda llamativamente, había dormido en el suelo del comedor. «Habla de la persona que era, supergenerosa». Curiosamente, uno de los hijos de Lucía, David, trabajó después con Alfonso Cuarón y Luis Estrada en sendos guiones de Alfonso Cuarón y de Luis Estrada que nunca llegaron a llevarse a cabo.
Berlin y Carlos Cuarón mantuvieron durante muchos años una nutrida relación epistolar, en la que Lucia fue una maestra. Algo de ese talante didáctico está en «Punto de vista» o «Querida Conchi». Lucia le descubrió a Carlos, en fin, los cuentos de Carver y, sobre todo, los de Chéjov, ángeles tutelares bajo los cuales ella se enmarca. «Lucia es una especie de Carver femenina», concede Cuarón, «pero con dos grandes diferencias. Una es cultural: Carver es muy gringo y Lucia, irónicamente, muy cosmopolita, por la vida que le tocó vivir. Y otra gran diferencia es que Carver no tiene la compasión que sí tiene Lucia». A pesar de la dureza de su itinerario vital, de todos esos trabajos extravagantes que tuvo que desempeñar para sacar adelante a su prole, no albergaba resentimiento hacia la vida. Al contrario, dice Carlos, abundando en lo que dice Andrea: «Le gustaba ser feliz».
Durante aquel viaje de juventud entraron un día en una librería de segunda mano y, cuál no fue su sorpresa, se encontraron el primer libro de Lucia, Angel’s Laundromat, por tres dólares. Estaba feliz porque pudo regalárselo a Carlos, pero desconcertada por encontrarse a sí misma hecha un saldo. «¡Qué vergüenza!», escribió en español, señalando el precio. ¿Le preocupaba a Lucia la fama? «Ella me decía mucho que el escritor escribe y del escritor no depende el éxito», dice Cuarón. «Y me ponía de ejemplo sus libros».
«Cuando escribes quieres que alguien lo lea, claro que sí», había declarado Berlin en la entrevista con Paluck y Zupp. «Es como contar un chiste: quieres que alguien se ría». ¿Le importa que su obra se lea en las décadas por venir?, le preguntaron sus estudiantes. «Sí. Por alguna razón parezco muy modesta, porque no me importa el dinero o la fama o las reseñas del New York Times ni nada de eso. Pero me encanta la idea de que me lean dentro de mucho tiempo», contestó Lucia. «Me encanta la idea de que una niñita entre en una librería un día y descubra uno de mis libros. Así que en algún sentido, soy realmente ambiciosa».
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Etiquetas: Literatura

domingo, 19 de agosto de 2018

Ubuntu (filosofía)

 

Para otros usos de este término, véase Ubuntu (desambiguación).
Archivo:Experience ubuntu.ogg
Nelson Mandela explica el concepto de Ubuntu.
Ubuntu es una regla ética sudafricana enfocada en la lealtad de las personas y las relaciones entre éstas. La palabra proviene de las lenguas zulú y xhosa. Ubuntu es visto como un concepto africano tradicional.

Índice

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  • 1 Significado
  • 2 Origen y significado inicial
  • 3 Véase también
  • 4 Referencias
  • 5 Enlaces externos

Significado[editar]

Hay varias traducciones posibles del término al español, las comunes son:
  • "Humanidad hacia otros"
  • "Soy porque nosotros somos"
  • "Una persona se hace humana a través de las otras personas"
  • "Una persona es persona en razón de las otras personas"
  • "Todo lo que es mio, es para todos"
  • "Yo soy lo que soy en función de lo que todos somos"
  • "La creencia es un enlace universal de compartir que conecta a toda la humanidad."
  • Humildad
  • Empatía
Esta última es una definición más extensa y adecuada:
Una persona con ubuntu es abierta y está disponible para los demás, respalda a los demás, no se siente amenazado cuando otros son capaces y son buenos en algo, porque está seguro de sí mismo ya que sabe que pertenece a una gran totalidad, que se decrece cuando otras personas son humilladas o menospreciadas, cuando otros son torturados u oprimidos.
Desmond Tutu.1
Se ve a Ubuntu como uno de los principios fundamentales de la nueva república de Sudáfrica y está conectado con la idea de un Renacimiento Africano. Ubuntu es el concepto filosófico fundamental que le dio base a la Comisión para la verdad y la reconciliación (Sudáfrica) , presidida por Desmond Tutu en el momento de la transición democrática Sudáfricana. La idea del reconocimiento público de los crímenes contra la humanidad en el contexto del apartheid ha facilitado un proceso único de la amnistía y la construcción de la nación. Ubuntu es, por esa razón, a menudo traducido como: "Yo soy porque nosotros somos".
También se pueden establecer paralelos y similitudes con diversos conceptos para expresar y fortalecer el vínculo interpersonal o comunitario, en particular los de otros pueblos organizados en sociedades horizontales y no en estados centrales y jerárquicos:
  • Rohayhu que se traduce del guaraní moderno como "amor" o "amistad", pero que más ampliamente es "la vida de la tribu y su voluntad de vivir, la solidaridad entre iguales2".
  • el Ayni, principio precolombino de los pueblos andinos (la palabra es quechua) de solidaridad económica y social entre las comunidades.
Esta idea de "humanidad" (humanity en inglés) hace que se pueda aplicar la filosofía ubuntu a otros ámbitos como el deporte o la empresa; incluso al liderazgo, porque para lograr que un grupo social se mueva siguiendo los valores de ubuntu, es imprescindible que su líder sea, también, un líder ubuntu.3 ".

Origen y significado inicial[editar]

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Etiquetas: filosofia moral

¿Defensa de la vida?


La Iglesia católica, objeto de revelaciones tan horrendas como el abuso sexual, debía ser menos intolerante e inflexible sobre un tema tan doloroso como el del aborto

Conéctate
MARIO VARGAS LLOSA
18 AGO 2018 - 18:38 CEST
¿Defensa de la vida?
FERNANDO VICENTE
El Senado argentino rechazó legalizar el aborto por 38 votos contra 31, una medida que había sido aprobada por la Cámara de Diputados y que provocó un debate nacional y movilizaciones gigantescas de partidarios y adversarios de aquel proyecto de ley. Aunque la legalización haya sido rechazada yo también creo, como los millares de jóvenes que salieron a las calles a manifestarse a favor, que ésta ha sido una victoria pírrica para los adversarios y que, más pronto que tarde, al igual que en los países más modernos y civilizados del mundo, Argentina legalizará el aborto dentro de las catorce semanas de la gestación.
Como ocurre siempre en estos casos, los enemigos del aborto —principalmente una Iglesia católica muy escorada hacia la caverna y el oscurantismo— se presentaron como “los defensores de la vida”, sugiriendo con ello que, quienes defendemos el derecho de la mujer a decidir si quiere o no tener hijos, somos partidarios de la muerte y, horror de horrores, nada menos que de criaturas inermes e inocentes. Eso no es verdad. Nadie que esté en su sano juicio puede justificar alegremente el aborto, y, menos que nadie, las mujeres que se ven obligadas a recurrir a él, a quienes esta terrible decisión suele acarrear traumas y conflictos psicológicos de larga duración. En los años que yo viví en Inglaterra, que fue uno de los países pioneros en legalizar el aborto, vi a varias mujeres españolas y peruanas llegar allá con este motivo, y no recuerdo una sola que no viviera esta decisión como un profundo desgarramiento.
Defender el aborto en los tres primeros meses de la gestación es elegir un mal menor. Reconociendo por supuesto que se trata de una decisión difícil y dolorosa, generalmente adoptada por unas condiciones de vida paupérrimas que condenarían al proyecto de vida interrumpido a una existencia inhumana, es decir, a una muerte lenta, sin esperanza de cambio, y a hundir más a la familia (sobre todo a la madre) en la miseria. Desde luego que sería preferible que no hubiera abortos, que, gracias a una educación sexual generalizada, no hubiera embarazos no queridos y que las niñas y adolescentes estuvieran en condiciones de elegir siempre los hijos que quieren tener y los que quieren evitar. Pero una de las grandes paradojas es que, quienes se oponen al aborto, son también los adversarios más enconados de que los adolescentes reciban aquella formación sexual que les permitiría tener sólo los hijos que quieren tener. Yo lo recuerdo muy bien: estuve en colegios religiosos y laicos y en ninguno de ellos recibí jamás la menor información sobre la vida sexual. Ese tabú ha disminuido mucho en nuestros días, aunque no en todas partes, como puede dar testimonio América Latina, donde los embarazos resultantes de la ignorancia y la desinformación son innumerables.
Sería preferible que no hubiera abortos gracias a una educación sexual generalizada
Defender el derecho de la mujer de decidir cuántos hijos quiere (y puede) tener es fundamental para garantizar la igualdad de géneros, y dar a las mujeres la independencia y los recursos de organizar su vida de acuerdo a su propio criterio, sin verse obligada por las circunstancias, como ha ocurrido y sigue ocurriendo todavía en gran parte del mundo, a ser sólo un ser ancilar, destinado a la procreación y al cuidado de la progenie.
Votar en contra del aborto no garantiza en absoluto que éste vaya a desaparecer; por el contrario, no hay un solo país que esté libre de semejante práctica, y la única diferencia entre los países donde aquel es legal y aquellos donde es ilegal, consiste en que en unos se lleva a cabo en condiciones clandestinas, generalmente execrables y muy riesgosas para la madre, y en los otros con todas las garantías médicas. No hay otro campo donde la diferencia económica entre pobres y ricos (o simplemente afluentes) se dé como en éste. La prohibición no impide que las mujeres que pueden costearse un aborto seguro lo tengan, en su propio país o en el extranjero, con la discreción necesaria y en óptimas condiciones. En tanto que las mujeres pobres o de más modestos ingresos deben acudir a menudo a falsos médicos o aborteras improvisadas, donde las pacientes se juegan la vida corriendo el riesgo de desangrarse o contrayendo infecciones que ponen en riesgo su vida. Aunque las estadísticas en este dominio suelen ser poco fiables, se trata, en todo caso, de números escalofriantes: sólo en Argentina, se ha revelado en este debate, el número de abortos clandestinos oscilaría entre 350.000 y 450.000 cada año.
Como este tema es extraordinariamente delicado y muy personal, el presidente Mauricio Macri hizo bien en dejar en libertad a los parlamentarios miembros de su partido de votar de acuerdo a su conciencia y creo que esta fue también la decisión de los otros partidos políticos argentinos. Las razones por las que uno está a favor o en contra del aborto son muy diversas, resultan de creencias religiosas y elecciones éticas, y de ninguna manera debería prevalecer sobre ellas una consigna política.
Votar en contra del aborto no garantiza en absoluto que éste vaya a desaparecer
Escribo este artículo el mismo día que los periódicos del mundo entero comentan el gran escándalo que vive Estados Unidos con motivo del informe que acaba de hacer público un jurado de Pensilvania revelando, luego de una investigación de varios años, que unos 300 sacerdotes de aquel estado cometieron abusos sexuales contra al menos un millar de niños y jóvenes, y que la jerarquía católica ocultó las denuncias y protegió a los abusadores de acuerdo a un sistema sutil, jurídico y eclesiástico, que consistía en desnaturalizar los abusos, mover a los pedófilos entre colegios y parroquias diversas, y negar sistemáticamente los hechos de acuerdo a un código de “ocultación de la verdad” que, por lo visto, conocía y ponía en práctica toda la institución, desde los más altos jerarcas hasta sus miembros más humildes. Esta complicidad funcionó a lo largo de unos 70 años y, por eso, el informe no tendrá muchos efectos prácticos, pues los delitos en la mayor parte de los casos han prescrito y los responsables han muerto. Pero no hay duda que semejante escándalo tendrá, como otros de la misma índole que se han hecho públicos en distantes partes del mundo en los últimos años, efectos muy negativos en el seno mismo de la iglesia.
¿A qué viene esto? A que una institución objeto de revelaciones tan horrendas como el abuso sexual de niños y jóvenes por parte de sus propios religiosos, debía ser menos intolerante e inflexible sobre un tema tan doloroso como el del aborto, al que siempre se ha opuesto con ferocidad, prescindiendo de los matices y las razones especiales, y condenando sin contemplaciones a las madres desgraciadas que recurren a él. No siempre las acciones humanas pueden ser divididas entre buenas y malas, hay casos —y el aborto es uno de ellos— donde la bondad y la maldad no se distinguen tan nítidamente y es preciso sopesarlos con mucho cuidado y, sea cualquiera la decisión que se tome, aceptar que se tomó sin alegría e incluso lamentándolo porque la otra decisión hubiera sido sin duda peor.
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Etiquetas: filosofia moral

jueves, 16 de agosto de 2018

La ética de Confucio

 

Hay tres principios clave que se enfatizan en las enseñanzas de Confucio, los principios de Li, Jen y Chun-Tzu. El término Li tiene varios significados, y suele traducirse como decoro, reverencia, cortesía, ritual o la norma de conducta ideal. Es lo que Confucio consideraba como la norma ideal del comportamiento religioso, moral y social.
El segundo concepto clave es el principio de Jen. Es la virtud fundamental de la enseñanza confucianista. Jen es la virtud de la bondad y la benevolencia. Se expresa mediante el reconocimiento del valor de los demás y la preocupación por ellos, independientemente de su rango o clase. En las Analectas, Confucio resume el principio de Jen en esta afirmación, que suele ser llamada la Regla de Plata: "No hagas a los demás lo que no quieres que te hagan a ti" (Analectas 15:23). Li brinda la estructura para la interacción moral. Jen lo convierte en un sistema moral. El tercer concepto importante es el de Chun-Tzu, la idea del verdadero caballero. Es el hombre que vive de acuerdo con las normas éticas más elevadas. El caballero muestra cinco virtudes: autorrespeto, generosidad, sinceridad, persistencia y benevolencia. Sus relaciones se describen de la siguiente forma: como hijo, siempre es leal; como padre, es justo y amable; como oficial, es leal y fiel; como esposo, es recto y justo; y, como amigo, es fiel y discreto. Si todos los hombres vivieran según los principios de Li y de Jen, y se esforzaran por tener el carácter de un verdadero caballero, la justicia y la armonía gobernarían
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Rilke en la incertidumbre

Rilke dice al joven poeta, que se halla en un momento de incertidumbre :

"te pido con toda mi alma que seas paciente con todo lo que no está resuelto en tu corazón y que trates de amar los interrogantes mismos. De momento no busques las respuestas que no se te pueden dar porque no vas a ser capaz de vivirlas. Lo importante es vivir todo; en este momento, los interrogantes. Quizás luego, gradualmente, sin darte cuenta, te encontrarás, un día distante, con todas las respuestas. De momento, acepta con gran confianza todo lo que te llegue, pero sólo si surge de tu propia voluntad, de una cierta necesidad de ser más tú mismo en la profundidad de tu ser. Entonces tómalo como tuyo y no odies absolutamente nada"
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miércoles, 15 de agosto de 2018


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Toyohiko Satoh | Chaconne by Robert de Visée


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Etiquetas: musica

Despedida de Chejov

Disfrutad. Sed felices. No penséis en enfermedades . Escribid a menudo a vuestros amigos . Cada hora es preciosa .
Cuidaos y alegraos , y procurad no padecer de indigestión ni de mal humor .
Felices fiestas
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Etiquetas: filosofia moral

martes, 14 de agosto de 2018

Aristóteles y la amistad


Es bien conocida la importancia que Aristóteles concede a la amistad en el marco de sus reflexiones éticas. Baste recordar que la Etica a Nicómaco, la más representativa de las obras éticas de Aristóteles, contiene dos libros completos, los libros VIII y IX, dedicados a la amistad. Esto quiere decir que al tema de la amistad se le concede un espacio mucho más amplio que a otros temas éticos fundamentales, como son, por ejemplo, la indagación acerca de la felicidad, o el tema del placer, o el problema de la incontinencia, o las cuestiones relativas a la justicia. Ahora bien, esta amplitud en su tratamiento no es algo casual, sino que responde a la convicción aristotélica de que la amistad es algo especialmente valioso, diríamos que algo único, en la vida de los seres humanos. La amistad, en efecto, no es un aliciente más, entre otros, para una vida feliz: es --en palabras del propio Aristóteles-- “lo más necesario para la vida”, lo más necesario para una vida feliz. Por eso, dice Aristóteles, “nadie querría vivir sin amigos, aun estando en posesión de todos los otros bienes” (Ética a Nicómaco VIII 1, 1155a5-6). Por otra parte, además de necesaria, la amistad es algo noble, es algo hermoso (ib. 1155a28-9). “Constituye una virtud o, en todo caso, no puede darse sin virtud” (ib. 1155a3-4). En definitiva, puesto que el ser humano es un animal social, que naturalmente tiende a la convivencia con otros seres humanos, la amistad constituye la realización más plena de la sociabilidad y la forma más satisfactoria de convivencia.

Concluyamos, pues, que la amistad perfecta —por tanto, la amistad auténtica, la que merece tal nombre— es aquella que se basa en la excelencia, en la virtud, y en la cual el amigo es querido por sí mismo. Ambos rasgos se dan unidos, según Aristóteles.


La tesis de Aristóteles es, por tanto, que el amor al amigo constituye una extensión del amor a sí mismo. Y que, por consiguiente, en la amistad basada en la virtud el querer del bien del amigo es una extensión del querer de aquello que es bueno en sí y, por tanto, bueno para uno mismo. Lo que Aristóteles viene a decirnos es que solamente el que quiere lo mejor para sí mismo puede querer realmente lo mejor para el amigo. Este es, sin duda, el sentido de la frase aristotélica que ya he comentado anteriormente, según la cual el amigo “tiene para con el amigo la misma disposición que para consigo mismo” (E.N. IX, 9, 1170b7-8). Esta es la postura de Aristóteles. En cualquier caso, y con esto concluyo, parece razonable convenir en que una amistad que no hace mejores a los amigos es una amistad que no merece tal nombre ni merece la pena cultivarla.
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Etiquetas: filosofia moral

Abuelos pioneros


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Etiquetas: familia
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