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martes, 21 de marzo de 2023
«PARA CAMBIAR LO QUE CAUSA DAÑO, NO BASTA CON LAS BUENAS PALABRAS»
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Ángela Sepúlveda
«Para cambiar lo que causa daño, no basta con las buenas palabras»
¿Qué pasaría si alguien leyera los libros de autoayuda como ficciones narrativas, como novelas? Esa es la pregunta que se hizo la escritora Belén Gopegui cuando comenzó su tesis doctoral. Centrada en «las angustias, autoengaños y necesidades» que reflejan los libros, Gopegui divide ‘El murmullo’ (Debate), en dos partes: la primera, donde se puede leer su investigación, y, la segunda, un manual para la ‘Desesperación Silenciosa de la Vida Diaria’. Es un manual escrito por una voz coral, un grupo de ancianos que conforman la Agrupación Un pie en el estribo, que recomienda qué hacer ante tal desesperación silenciosa. Y todo salpicado por las historias sencillas de dos personajes, Elda y Alfonso.
¿Podemos tomar los libros de autoayuda como un reflejo, un diario, de nuestra sociedad, en tanto en cuanto están narrando los males y angustias de los individuos?
Diría que conviene preguntarse por qué hay tantos, de qué son síntoma, y por qué ofrecen la clase de soluciones, a menudo engañosas, que suelen ofrecer.
La segunda parte de El murmullo es un manual de uso para la Desesperación Silenciosa de la Vida Diaria. El objetivo último, dice en la presentación de su tesis, es «antagonistas». ¿A qué se refiere? ¿A dejar de lado el individualismo?
Individualismo ha terminado por resultar una palabra confusa; parece oponerse a colectivismo o a comunitarismo, como si hubiera algún individuo que pudiera sobrevivir solo, cosa imposible, y como si hubiera alguna colectividad que careciera de individuos, cosa también imposible. En este sentido, podemos acudir al concepto de Jorge Alemán de «soledad común» o a muchas otras visiones del mundo que entienden la vida a partir de las relaciones. Esas relaciones no siempre son armónicas, involucran intereses y pertenencias diferentes. Hablo de antagonismo porque en este momento hay conflictos graves y una gran desigualdad que también atañe al reparto del poder. Para cambiar lo que causa daño, para evitar el sufrimiento evitable, no basta con las buenas palabras, ni siquiera con las palabras buenas.
«Conviene preguntarse por qué hay tantos manuales de autoayuda, de qué son síntoma»
La segunda parte de su libro está escrita con la voz narradora de un colectivo de personas ancianas, diluyendo esa voz en un grupo de personas anónimas. Ancianas porque, apunta en la conclusión, al anciano no le asedia el peligro de la falsa esperanza. ¿No es algo deprimente?
Las palabras del coro, creo recordar, son: «No nos asedia el peligro de la falsa esperanza, ni el de la esperanza como cobardía». En otro momento acude a una cita que me parece nada deprimente y sí muy bella, y puedo decirlo porque no es mía, es de César Astudillo (al ser esta segunda parte un texto de ficción, las citas van señaladas, pero no siempre atribuidas, me alegra poder atribuirla aquí): «Detrás de la más negra noche siempre hay un amanecer, y hay un momento en que no son tus ojos los que tienen ocasión de presenciarlo, pero sí los ojos de los otros. En el instante en que puedes imaginar eso con generosidad y con agradecimiento, ya eres inmune al miedo a la muerte». Por otro lado, quizá debiéramos aprender de la cultura japonesa la importancia del usar y ser usados por la vida, que la vida moldee nuestros materiales y se extinga sin tristeza; lo triste es lo impoluto, lo jamás tocado.
Ha acompañado esta segunda parte de historias ¿Son pura ficción, basadas en los libros de autoayuda o basadas en historias reales de amigos?
Son ficción impura, como toda ficción, toman en cuenta la vida propia y ajena, las lecturas, los miedos y deseos, los pensamientos sentidos, los sentimientos pensados.
Una herramienta para canalizar la Desesperación Silenciosa de la Vida Diaria es «callar tres días» porque «durante los tres días, las emociones no se expresarán». Cuénteme un poco más este apartado, en este momento en el que los individuos quieren expresarse a toda costa y si no pueden aseguran que no hay libertad de expresión.
El secreto –que es una clase de silencio– y la astucia me interesan mucho. Los seres humanos se encienden en secreto, florecen en la oscuridad, maduran en secreto, decían Mateo y Olga en una novela. Recordará el tan citado final del Retrato de un artista adolescente, de Joyce: «Usaré para mi defensa las únicas armas que me permito utilizar: silencio, exilio y astucia». La poeta Adrienne Rich escribió: «La debilidad puede conducir a la lasitud, a la autonegación, a la culpa y la depresión; también puede generar ansiedad patológica y astucia y un estado permanente de alerta y observación práctica del opresor». Y Lope de Vega: «Lo perfecto / es el (…) tener secreto/ cuanto da pesadumbre y cuanto enfada». Lo perfecto según la ocasión, claro. De esto trata ese apartado, de algunas ocasiones en las que callar es preciso.
«Quizá debiéramos aprender de la cultura japonesa la importancia del usar y ser usados por la vida»
Su manual habla a los lectores de la vida en la región gris. El coro, la Agrupación Un pie en el estribo, dice: «Si han llegado hasta aquí, suponemos que no preferirán los unicornios». ¿Cómo es esa región gris? ¿Hay que vivir en ella?
En la región gris abunda lo esperado, está fundamentalmente hecha de lo esperado, no de lo excepcional. Se parece a los días laborales, a la vida diaria cuando no ocurre el detonante que desata un argumento hollywoodiense. Vivir o no en la región gris no es algo que suela poder elegirse. El coro constata que no todo tiene arreglo y que a casi nadie le es dado conseguir todo lo que se proponga, al mismo tiempo, la razón de su texto es argumentar por qué eso no debería implicar resignación ante lo injusto. Y sugiere: «No soporten la región gris, en el sentido de ser un soporte para ella, de sostenerla».
¿Leerá algún manual de autoayuda alguna vez a lo largo de su vida o ha tenido suficiente con esta tesis?
De cada libro importan los argumentos, las pequeñas o grandes iluminaciones, la manera que tiene de habitar el mundo. Si algo me llama la atención en un libro que se presente como un libro de autoayuda, o si alguien en quien confíe me lo recomienda, lo leeré. También escucharé y sopesaré los argumentos y las historias de personas que no comparten mi criterio, lo que no significa aceptarlos. Leer no es creer. En cuanto a la autoayuda, sin olvidar en ningún momento la ingenuidad del género y su frecuente alevosía, creo que hay también algo conmovedor en el intento de intentar ofrecer instrucciones para vivir.
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