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sábado, 4 de mayo de 2024
Los gurús del postrabajo que alertan de la sobrecarga de tareas domésticas: "El tiempo libre es la base de la libertad"
Helen Hester y Nick Srnicek reivindican en 'Después del trabajo' (Caja Negra) el ocio como motor del pensamiento crítico y alertan de que la tecnología no nos liberará de las labores no remuneradas del hogar
Helen Hester
Helen Hester, autora de 'Después del trabajo'.CORTESÍA DE LA AUTORA
La puerta de casa se cierra a media tarde de un miércoles cualquiera y pensamos que por fin el tiempo es nuestro. Pero, ¿es así realmente? La ropa seca en el tendedero y los deberes de Matemáticas del peque tal vez indiquen lo contrario...
Helen Hester es profesora de Género, Tecnología y Política Cultural en la Universidad de West London. Nick Srnicek es profesor de Economía Digital en el King's College. Juntos firman Después del trabajo. Una historia del hogar y la lucha por el tiempo libre (Caja Negra Editora), un ensayo en el que refutan el mantra de que la tecnología nos liberará de las tareas domésticas y del cuidado (niños y mayores). También un alegato a favor del ocio como derecho y no como propinilla de la transición poslaboral.
¿Qué estamos expresando cuando decimos: "No tengo tiempo"?
Damos a entender que no tenemos tiempo libre, tiempo para lo que queramos. Pero en realidad la queja a menudo va más allá: no sólo no tenemos tiempo para nosotros mismos, sino ni siquiera para hacer las cosas que tenemos que hacer. En otras palabras, con demasiada frecuencia no es un lamento por el tiempo libre, sino una expresión de la necesidad de tiempo para trabajar más. Expresa una creciente sensación de estar ocupado, y esto es algo vinculado no sólo al trabajo asalariado sino también al trabajo no remunerado del hogar. El trabajo de limpiar, cocinar y cuidar es interminable. Y quienes tienen desproporcionadamente la tarea de hacerlo -las mujeres pobres, sobre todo- a menudo terminan sintiéndose desbordados.
¿Por qué es importante para cualquiera disponer de tiempo libre de verdad?
La respuesta corta es que el tiempo libre es la base de la libertad: sin tiempo para nosotros mismos, para lo que queramos, quedamos expuestos a la voluntad y las órdenes de otro. Necesitamos tiempo para poder involucrarnos significativamente con nuestro mundo, reflexionar sobre nuestros problemas, deliberar sobre nuestros compromisos y disfrutar de un grado de autonomía en nuestras propias vidas. Por tanto, aumentar la cantidad de tiempo libre del que dispone la gente es una expansión concreta de su libertad. En la medida en que valoremos la libertad como sociedad, deberíamos tomar la cantidad de tiempo libre significativo que tienen las personas como la medida más alta de civilización.
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¿Qué sucede si muchas de las alternativas de ocio de un ciudadano medio en Madrid o Barcelona implican algún tipo de pago?
A lo largo del siglo XX y en adelante ha habido un esfuerzo concertado para convertir el ocio en una mercancía. Cada vez se dedica más tiempo de ocio al consumo de bienes y, hoy en día, de experiencias. En paralelo se ha producido la desaparición gradual de espacios comunes donde se podían realizar actividades de ocio de forma gratuita, así como el aumento de espacios públicos de propiedad privada, como plazas y jardines. Existe una necesidad real de recuperar los llamados terceros lugares, donde se pueden construir, fomentar y ampliar las relaciones sociales fuera de los espacios característicos del mercado.
Nick Srnicek
Nick Srnicek, autor de 'Después del trabajo'.CORTESÍA DEL AUTOR
Según ustedes, el cuidado comunitario, el lujo público y la soberanía temporal son tres nociones que pueden ser de ayuda en la lucha por el tiempo libre. ¿En cuál de los tres ámbitos ven más posibilidades de progreso en los próximos años?
La atención comunitaria es quizás el objetivo más fácilmente alcanzable a corto plazo. Los cambios demográficos y la intensificación de la crisis de los cuidados harán que sea difícil evitar afrontar esta cuestión en el futuro próximo. Dicho planteamiento contempla descargar las cargas que recaen sobre las familias para llevar a cabo muchas de las tareas esenciales de la sociedad. El período de la pandemia dejó estas cargas meridianamente claras: con la expansión del teletrabajo a medida que las opciones de atención no doméstica dejaron de estar disponibles (escuelas, centros de día, etc.), la presión fue inmensa para muchas personas. La idea del cuidado comunitario habla de crear el tipo de instituciones que podrían ayudar a difundir este trabajo; esto podría tomar inicialmente la forma de un movimiento hacia comidas escolares gratuitas y cuidado infantil universal en los primeros años, por ejemplo, como un primer paso hacia transformaciones más amplias. Al mismo tiempo, deberíamos intentar debilitar los tipos de imperativos legales y culturales que canalizan a la sociedad hacia un modelo rígido y a menudo inadecuado de la vida comunitaria.
Reflexionan sobre el hecho de que el juego haya sido reconocido en Gales como un derecho de los niños. ¿Vivir el presente con plena consciencia se ha convertido en algo tan excepcional que hay que fomentarlo desde la infancia?
Al ver crecer a nuestros tres hijos nos queda claro que tienden a vivir libremente y en el momento. El hecho de que lugares como Gales tengan que insistir en un espacio para el juego es un reflejo no de los niños, sino de la insistencia de los adultos en la productividad: que se dedique tiempo a algún tipo de actividad que se considere útil para la economía incluso desde los primeros períodos de nuestras vidas. En las últimas décadas hemos visto en muchos países una disminución en la cantidad de tiempo de juego al que tienen acceso los niños: se han reducido los recreos, se ha recortado drásticamente la enseñanza de las artes en las escuelas y se han cerrado espacios de juego no mercantilizados. Por eso no creemos que sea necesario inculcar el valor del tiempo libre y del juego a los propios niños. Ya está ahí. Más bien debemos asegurarnos de que no se extinga gradualmente en el transcurso de la infancia contemporánea.
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