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sábado, 3 de marzo de 2018

Los versos sin poesía de Szymborska

«Por eso tengo en tan alta estima dos pequeñas palabras: no sé. Pequeñas pero con potentes alas», decía casi de pasada y con cierta jocosa ingenuidad -por cierto, nada inocente- en la ceremonia de recepción del Premio Nobel de Literatura de 1996 una poeta polaca de nombre impronunciable, universal (y escandalosamente) desconocida hasta entonces. Una poeta que había comenzado su alocución con una desfachatez y un sentido del humor impropios de las celebraciones de la Academia Sueca: «Parece ser que en un discurso lo más difícil es la primera frase. Así que ya la he dejado atrás...».
Se trataba de Wislawa Szymborska (Prowent, 1923-Cracovia, 2012), todo un descubrimiento para Occidente gracias al acierto de la Academia Sueca (no siempre yerran sus distinguidos miembros). El descubrimiento de una extraordinaria poeta de lo pequeño, lo nimio y cotidiano en su irreductible y fugaz particularidad -y por ello mismo misterioso e insondable-, expresado en el diáfano y preciso lenguaje de la engañosa sencillez. Puede que nadie haya compuesto en el siglo XX versos más sencillos que la polaca; pero tampoco más profundos y a la vez más difíciles de redactar.
Y esas dos pequeñas palabras del comienzo eran para Szymborska la fuente inagotable de su curiosidad y el motor de su poética. «Y al final dejé de saber / qué era lo que tanto buscaba», escribió en uno de sus últimos 13 poemas póstumos, publicados por Bartleby en 2014 como Hasta aquí. Pero ése era también el motor de su prosa, que cultivó de manera ocasional para los periódicos, de similar calado y talento, y que bien puede leerse como su poesía sin versos.
Gracias a un acuerdo con Editorial Alfabia que poseía los derechos en castellano, Malpaso publica por primera vez en un solo volumen todas las Prosas reunidas de Szymborska, con traducción de Manuel Bellmunt Serrano. Más de medio centenar de páginas -reúne las colecciones Lecturas no obligatorias (2008), Más lecturas no obligatorias (2012) y Siempre lecturas no obligatorias (2014)- en las que habla de libros, pájaros, jardinería o sentimientos con una sabiduría y un sentido del humor más afilados que en sus versos. «Su ironía y desfachatez son la clave de su aproximación juguetona a la literatura, cargada de guiños, que te reconcilia con el mundo», señala el editor Malcolm Otero Barral. Y Szymborska se sale otra vez con la suya, trasformando lo pequeño y cotidiano en un milagro

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