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sábado, 7 de diciembre de 2019

Parasitos Bong Joon-ho, : buen cine



La película cuenta la historia de una familia de cuatro miembros que se infiltra, a base de mentiras, como empleados domésticos de otra. Digamos que la película dirige nuestra atención e interés a cómo lo logran, a cómo mantienen esa farsa, antes de que todo estalle al final. Sin embargo, desde su propio título, ‘Parásitos’ juega con un doble sentido del término parasitario. La película comienza con un travelling en descenso que se repetirá también como último plano de la película. En él, vemos la venta a ras de calle de la casa subterránea en la que viven los protagonistas. Al empezar tienen dos problemas. El primero es el de eliminar la plaga de bichos que tienen en casa, por lo que el padre de familia decide dejar la ventana abierta para que entre el gas fumigador con ellos dentro. En el otro, vemos a los dos hijos buscando robarle el wifi a alguien. Ya sea un problema tecnológico o natural, nuestros protagonistas son parásitos, tanto en el sentido literal como figurado de la palabra. Pero el uso del término que da nombre al título del largometraje tiene un sentido mucho más complejo


Claro, ‘Parásitos’ es la historia de unos estafadores a los que la cosa les sale bastante mal. Pero, más allá de eso, es una furiosa crítica a la división de clases, más en aumento que nunca en el mundo actual, especialmente en países de capitalismo extremo como Corea del Sur. La película no solo nos recuerda que hay una gran parte de la población que, a la otra, le puede llegar a parecer una olorosa plaga invasora por fumigar, sino que se plantea quién es realmente ese parásito. Casi siempre, parece querer decir Bong Joon-ho, el 1% de privilegiados se sale habitualmente con la suya. No por nada, dependemos de sus migajas para continuar existiendo. Sin embargo, aunque muchas veces nos parezca justo lo contrario, no olvidemos que ese 1% depende del trabajo (la sangre por seguir con la metáfora) del otro 99%. Si hay parásitos en nuestra sociedad, son ellos. Y ninguna piedra de sabio o perfume nos cambiará el olor que lo demuestra. Al menos, como el protagonista en su carta final, podemos comenzar por soñar despiertos.

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