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sábado, 8 de agosto de 2015

Benjamin Clementine

"No soy de ninguna parte pero cuando hago mi música, tocar me exonera, me libera.", ha explicado Clementine en una entrevista con Efe, desde la profundidad de su voz, cuyo timbre, recién grabado su primer álbum "At least for now" (Por lo menos, por ahora) tiene desorientados a los críticos británicos, que lo comparan con Antony Hegarty o con una Nina Simone en versión marsculina.
Clementine suele subir al escenario con los pies descalzos, vestido con un abrigo largo y oscuro, sin camisa debajo, tal y como toca en su casa, para presentarse ante el público de forma íntima y que "se centre solo en la música", ha justificado.
Y es que este músico, compositor, poeta, cantautor y pianista tiene toda una filosofía alrededor de la palabra "hogar", porque durante una temporada de su vida que no le es agradable rememorar, no tuvo un techo bajo el cuál dormir.
Se crió en Edmonton, en la periferia de Londres, como el menor de cinco hermanos, superó una infancia difícil en la que comenzó a tocar de muy pequeño con un piano de juguete, y ya en la adolescencia, canalizó la rebeldía propia de la edad hacia la formación autodidacta: agotó la poesía inglesa de las bibliotecas públicas y se leyó hasta el diccionario.
A la edad de 19 años vagaba sin rumbo fijo por París y tocó en la por las calles hasta que, al cabo de dos años, pudo costearse alojamiento en Montmatre, donde vivió tres años más, y comenzó a actuar en bares musicales.
"No fui a París en busca de inspiración, ni para conocer a nadie, solo pasó", y así fue como la persona adecuada reconoció su talento en el momento y el lugar adecuado, y puso los medios para que primero Francia y luego Reino Unido, lo descubrieran también; ahora empieza a actuar en otros países, como España.
Pero Clementine huye de dramatismos. "Por supuesto no deseo a nadie que pase por lo que yo pasé, pero tan horrible experiencia al final me ayudó, levantarse convertido en mejor persona fue increíble", ha valorado.
Las letras de "At least for now", que el músico define como "álbum conceptual", reflejan esas vivencias a lo largo de trece temas que narran la historia de "un chico perdido que trata de no abandonar, de encontrar su camino".
El Clementine de hoy, de nuevo asentado en los alrededores de Londres, ya no es el mismo que escribió esas canciones en "sus días más tristes", ya los ha superado, pero aún le gusta cantarlas "para los que ahora pasan por una situación similar", ha explicado.
En uno de los temas principales, "Cornerstone" (Piedra angular), repite como un mantra la palabra hogar ("home", en inglés), que se asemeja más que nunca a "esperanza" ("hope", en inglés), un paralelismo deliberado, ya que el hogar tiene mucho en común con la fe y el cielo, ese lugar "que nos hará sentir bien", ha argumentado.
"Creo que el hogar es el ser humano en sí mismo, al menos eso es lo que busco cuando hago música", ha dicho Clementine, convencido de que es afortunado por "no ser de ninguna parte. "Puedo ir por todo el mundo para difundir mi música y sentirme en mi casa en todas partes", ha reflexionado.
Con su segundo álbum en preparación, confía en encontrar la creatividad en experiencias más positivas, lo que a la vez "permitirá expandir el repertorio", ha sopesado.
"Si encontramos el amor, si aprendemos a amar e intentamos amar cada vez más... eso nos puede traer felicidad, que también puede convertirse en música", ha aventurado.

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