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lunes, 1 de febrero de 2016

Elena Poniatowska ; ganó el Cervantes : se siente orgullosa de andar junto a los “ilusos, los destartalados, los candorosos”.


Somos felices un ratito. Mi mamá decía que la felicidad es un chorrito, se hace grandote un rato y se hace chiquito, como la canción: “Ahí en la fuente había un chorrito, se hacía grandón, se hacía chiquito”. Uno nunca es un rato enorme feliz, es a ratos feliz. Creo que la actitud normal es ver qué va a suceder hoy, qué me va a dar el día y qué le voy a dar al día.



Su voz pone el color al cuadro de un continente donde la cultura es casi desdeñada y el índice de analfabetismo es muy alto, la pobreza aumenta y los gobiernos no prestan mucha atención a los pobres. Pero ella aprendió el castellano “antes de que los Estados Unidos pretendieran tragarse a todo el continente, la resistencia indígena alzó escudos de oro y penachos de plumas de quetzal y los levantó muy alto cuando las mujeres de Chiapas, antes humilladas y furtivas, declararon en 1994 que querían escoger ellas a su hombre, mirarlo a los ojos, tener los hijos que deseaban y no ser cambiadas por una garrafa de alcohol. Deseaban tener los mismos derechos de los hombres”.


Del otro lado del océano, en el siglo XVII la monja jerónima Sor Juana Inés de la Cruz supo desde el primer momento que la única batalla que vale la pena es la del conocimiento.
pero nuestra Sor Juana descendió sola y al igual que Galileo y Giordano Bruno fue castigada por amar la ciencia y reprendida por prelados que le eran harto inferiores.


¿Quien anda ahí?" "Nadie", consignó Octavio Paz en "El laberinto de la soledad". Muchos mexicanos se ningunean. "No hay nadie" —contesta la sirvienta. "¿Y tú quien eres?" "No, pues nadie". No lo dicen para hacerse menos ni por esconderse sino porque es parte de su naturaleza.

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