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sábado, 24 de agosto de 2019

CONGRESOS MÉDICOS: NO GRACIAS

 

Interesante reflexión en el último número del JAMA de marzo acerca de los congresos médicos (¡más de 100.000 al año!): “Are Medical Conferences Useful? And for Whom?“, del profesor de la Universidad de Standford y experto en epidemiología clínica y MBE, John Ioannidis, autor del aclamado artículo del PLos, “Why Most Published Research Findings Are False“.
Ioannidis critica contundentemente los presuntos contenidos científicos y académicos de los congresos así como las celebrities que se promocionan en este gran circo de la medicina

En teoría los congresos médicos tienen unos fines correctos: “Diseminar y hacer avanzar la investigación médica, entrenar en habilidades, contribuir a la formación continuada y establecer consensos científicos”. El problema es que no existe ninguna evidencia de que los congresos médicos, tal como se desarrollan en la actualidad, contribuyan realmente a estos fines. En cambio, sí que existe evidencia en contra. Sin traducir: “some accumulating evidence suggests that medical congresses may serve a specific system of questionable values that may be harmful to medicine and health care”
Ioannidis comienza por criticar la irrelevante cantidad de conocimiento pseudo-científico que se genera en forma de comunicaciones y posters. A diferencia de lo que ocurre en los congresos de otras disciplinas, como las matemáticas o la ingeniería, no existe una revisión por pares en la mayoría de ellos y, cuando existe, es poco seria (“the process is more of sentimental value”). Además, la gran mayoría de estas comunicaciones finalmente no se publican y, cuando lo son, sus conclusiones suelen variar sustancialmente. Por tanto, es muy posible, argumenta el autor, que estas comunicaciones pseudo-científicas tan solo sean un vehículo de transmisión de conocimiento inexacto y precipitado, y, por lo general, esto lo añado yo, interesado, es decir, fuertemente influido por los intereses comerciales que patrocinan las multitudinarias “late-breaker sessions”.
Pero si el conocimiento generado es más bien “soft”, los heroes clínicos encumbrados, los líderes de opinión fabricados, los investigadores patrocinados que se promocionan gracias a estos eventos suelen ser (siempre hay excepciones) mucho más irrelevantes. Como dice Ioannidis en su estupendo artículo, “leadership is sometimes judged not on scientific merit, hard work, and originality of thought but rather on the ability to navigate power circles”. Peligroso mensaje para los médicos jóvenes. Si quieres llegar a ser “afamado” y “conocido” es más importante (y rápido, y sustancioso)  el politiqueo y el coqueteo con la industria, que el trabajo lento, progresivo, esforzado y laboriosos de la investigación clínica seria.
Termina el autor: los congresos, tal como están planteados, solo favorecen a los departamentos comerciales de las farmacéuticas y a las cadenas hoteleras (“Large professional meetings, as they are currently run, may really be the best there is in modern medicine—as many sales departments of the pharmaceutical and biotechnology industry and most hotel managers would argue”).
Es el momento de que se extingan como los dinosaurios o de que cambien radicalmente.
Ah, nosotros ya lo dijimos
Abel Novoa
PD: este post se lo dedico a mi querida Cari, objetora de congresos desde siempre y que en alguna conversación me ha confesado, con cierta melancolía, que esta actitud la ha llevado a cierto ostracismo profesional. Si no te dejas ver en el circo, no existes ¿verdad Cari? Pues ese “prestigio” para el que lo quiera. Ya caerán. El tuyo, ya te lo has ganado hace tiempo por tu trabajo y dedicación con los pacientes.

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