Estamos en una sociedad que ofrece valores triviales y al mismo tiempo trata de convencer a los ciudadanos de que no son lo suficientemente inteligentes como para acceder a lo que parece más difícil. Por eso prefieren a Paulo Coelho que a San Agustín
“Es muy peligroso confundir el hecho de que los poderosos digan que hay que estudiar para conseguir un trabajo con pensar que la cultura no tiene importancia. Es difícil sustraerse a algo que se nos inculca diariamente, pero hacerlo es esencial para seguir viviendo. Los que no son realistas son los políticos, porque la realidad es que la cultura es importante, biológicamente importante. Nuestro gran instrumento de supervivencia es la imaginación, que anticipa escenarios que nos permiten resolver problemas concretos”.
Hablando de supervivencia, en El sueño del Rey Rojo Alberto Manguel recuerda la duda que le asaltó cuando tuvo que elegir un libro para leer en el hospital tras la fulminante operación de un tumor. Después de jugar con la idea de espantar a las enfermeras con Dolor y sufrimiento, de Kierkegaard, su elegido fue el Quijote. ¿Y si ese efecto paliativo lo tiene para alguien un libro malo? “¡Pues claro! Con qué derecho vas a decir a nadie: ‘Te has enamorado de una mujer fea’
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