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sábado, 19 de octubre de 2019
Ribeyro : ser el eterno forastero
Cartas a Juan Antonio. París, 28 de enero de 1954. Julio Ramón
“El gran error de la naturaleza humana es adaptarse. La verdadera felicidad estaría constituida por un perpetuo estado de iniciación , de sucesivo descubrimiento, de entusiasmo constante. Y aquella sensación solo lo producen las cosas nuevas que nos ofrecen resistencias que aún no hemos asimilado. El matrimonio destruye el amor, la posesión mata el deseo, el conocimiento aniquila el placer, el hábito la novedad, la destreza, la conciencia. Ser el eterno forastero, el eterno aprendiz, el eterno postulante, he allí una fórmula para ser feliz.”
Publicad
Leer : preparar a un individuo para la vida que puede vivir , no solo para la que le toco vivir
El premio nobel de economía Amartya Sen en La idea de la justicia y la filósofa Martha Nussbaum en Sin fines de lucro han puesto recientemente sobre la mesa una serie de ideas que mucho tienen que decir acá. Sitúan el estímulo a la lectura en el plano de un problema más amplio: el de las capacidades. No se trata de entender la lectura solo como una destreza. En efecto, entienden por habilidad no el manido concepto de “skill”, refrito sin crítica por el Ministerio de Educación como “competencia”, sino algo mucho más comprensivo; no la gama de potencialidades que hacen que una persona termine por hacer realmente lo que termina por hacer, sino aquellas que la abren a todo lo que es capaz de hacer, elija o no aprovechar esa oportunidad. Así, el cultivo de una capacidad conduce a preparar a un individuo para la vida que puede vivir, no solo para la que le tocó vivir.
Por un momento concíbase le lectura como una capacidad en este sentido. El libro le permite al lector digerir experiencias que nunca tuvo o podrá tener, ser tocado por vidas de las que nunca será su poseedor. Esa potencialidad que nos abre a realidades no vividas no se limita a ser enriquecedor en un plano personal, sino que tiene una dimensión política ya que hace que el acto de leer se asemeje a un derecho. En efecto, los derechos versan sobre el espectro de lo posible en nuestra vida. Aprender a leer en esta perspectiva es educar para la democracia según la bella reflexión de Nussbaum. La experiencia misma de leer, lo que sucede en la práctica del lector a medida que avanza por un texto, es importante porque es lo que mejor emula la vida:
“¿Qué le sucede a un lector a medida que lee? ¿Cómo diversas obras le dan forma a su deseo e imaginación nutriendo durante el tiempo gastado en la lectura misma una vida que es o bien rica o empobrecida, complejamente centrada o negligente, con forma o amorfa, amorosa o fría?”, pregunta Nussbaum.
jueves, 10 de octubre de 2019
Medicina de martillos a la busqueda de clavos ( Blog Gerente Demediado)
La medicina de hoy en día es una medicina de martillos a la búsqueda de clavos: si no lo ven se lo inventan. Quizá porque lo difícil, lo esforzado, lo complejo es demasiado exigente y preferimos escapadas más sencillas , calmando nuestra conciencia con eso tan socorrido” apliqué el protocolo” o “ no encontré nada”.
No estaría de más volver al viejo arte si de verdad uno quiere ser médico, y ese camino no admite atajos ni rutas sencillas. De momento no estaría mal imprimir en cada consulta estas 10 recomendaciones de Adam Cifu:
1.- Presta atención al problema principal escrito por enfermería.
2.- Atiende “de verdad” a los signos vitales, que por algo son vitales.
3.- Asume siempre que el colega que atendió antes al paciente es inteligente, pero nunca aceptes ciegamente el diagnóstico realizado por otro médico.
4.- Valora la función renal y las interacciones entre fármacos antes de realizar ninguna prescripción.
5.- Si tu decisión de dar de alta a un paciente no te deja ir a dormir, reconsidera la decisión.
6.- Si tu decisión de no revisar un síntoma no te deja ir a dormir, reconsidera tu decisión.
7.- Nunca es demasiado tarde para reconsiderar una decisión.
8.- Nunca excluyas un diagnóstico ante la ausencia de un síntoma o signo.
9.- Nunca temas pedir ayuda
10.- Baja el ritmo, relájate, escucha, piensa.
lunes, 7 de octubre de 2019
In Memoriam Michela Sonego
Cuando Michela Sonego terminó el Programa de Epidemiología Aplicada de Campo (PEAC) hizo una presentación de lo que había sido su carrera laboral previa a ese momento y sus ideas de futuro. Era 2010, había sido estudiante de literatura y escritora a tiempo parcial, pediatra en Italia, pero también en Bolivia o Ciudad Real. Cooperante en Brasil. Médico en Bolivia. Había estudiado enfermedades tropicales en Paris. Y allí estaba, saliendo de una beca de dos años contándonos lo que verdaderamente le hacía levantarse cada mañana de la cama: Ayudar a los demás. Había entrado en el mundo de la Salud Pública tarde, pero se valía de la metáfora de la flor y el jardín para explicar lo que había ganado con ello. Ella como médico pediatra había cuidado de las flores (los pacientes de uno en uno) durante muchos años. Ahora, en el Centro Nacional de Epidemiología, tocaba cuidar del jardín (la población). Pasar de la mirada individual a la colectiva. Sus años con las flores eran imprescindibles para tratar ahora con el jardín. Sin olvidar nunca que aquello, el jardín, no era otra cosa que la suma de mil flores. Y, ya sea de pediatra o de epidemióloga, siempre tuvo especial querencia por algunas de ellas, las más desfavorecidas. Eso nos dijo que haría tras la presentación y así fue después de 2010 donde sus trabajos bailaron entre centros y países, pero siempre tuvo la constante de centrarse en aquellas personas más necesitadas de ayuda. Michela retorció su biografía cuando se cuenta, pero no pudo ser más recta si se mira con cuidado. Se trataba de no mentirse, poco más. De decirse en alto (y decir a los demás) cuando lo que se hacía dejaba de tener sentido. De tener claro que con frecuencia confundimos el indicador con lo indicado. De saber que, si la motivación desaparece, lo demás se desmorona. Que, si no ves sentido a algo, hay que replantearse los motivos por los que se hace. Era una Pepita Grillo que hacía lo más difícil: ser la primera destinataria de sus consejos y no diferenciar entre aquellos que eran cómodos y los que no lo eran. No había filtro entre lo que pensaba y lo que decía. Y esto hubiera sido un defecto de no pensar como lo hacía y con la base ética sobre la que siempre lo hacía. De ahí que no parara de cambiar, de replantearse, de poner en juicio lo que hacía. De detectar y descartar el atractivo de lo que luce más por sencillo que útil. Nunca dejó de aprender. Ni nosotros de ella. Michela murió un sábado por la tarde horas después de volver de su último trabajo. Murió junto a su Maga del alma y Mauro, su amor. Hay una hiperlúcida menos en este mundo y los desfavorecidos han perdido una luchadora por la causa. No nos va a regalar más entusiastas conversaciones, no vamos a volver a oír su risa de niña pequeña ni ver su recolocar de gafas justo antes de señalar que el emperador está desnudo. Pero el lamento principal va por ella. Por lo que le quedaba por sentir, por compartir, por ver, por aprender.
Solo queda repetir lo que el periódico de su tierra natal (Belluno, Italia) tituló tras su muerte: Addio Michela Sonego, bellunese a servizio del mondo. Luis Sordo. Departamento Medicina Preventiva y Salud Pública. Facultad de Medicina. UCM. CIBER en Epidemiología y Salud Pública. Centro Nacional de Epidemiología (ISCIII).
Cuando Michela Sonego terminó el Programa de Epidemiología Aplicada de Campo (PEAC) hizo una presentación de lo que había sido su carrera laboral previa a ese momento y sus ideas de futuro. Era 2010, había sido estudiante de literatura y escritora a tiempo parcial, pediatra en Italia, pero también en Bolivia o Ciudad Real. Cooperante en Brasil. Médico en Bolivia. Había estudiado enfermedades tropicales en Paris. Y allí estaba, saliendo de una beca de dos años contándonos lo que verdaderamente le hacía levantarse cada mañana de la cama: Ayudar a los demás. Había entrado en el mundo de la Salud Pública tarde, pero se valía de la metáfora de la flor y el jardín para explicar lo que había ganado con ello. Ella como médico pediatra había cuidado de las flores (los pacientes de uno en uno) durante muchos años. Ahora, en el Centro Nacional de Epidemiología, tocaba cuidar del jardín (la población). Pasar de la mirada individual a la colectiva. Sus años con las flores eran imprescindibles para tratar ahora con el jardín. Sin olvidar nunca que aquello, el jardín, no era otra cosa que la suma de mil flores. Y, ya sea de pediatra o de epidemióloga, siempre tuvo especial querencia por algunas de ellas, las más desfavorecidas. Eso nos dijo que haría tras la presentación y así fue después de 2010 donde sus trabajos bailaron entre centros y países, pero siempre tuvo la constante de centrarse en aquellas personas más necesitadas de ayuda. Michela retorció su biografía cuando se cuenta, pero no pudo ser más recta si se mira con cuidado. Se trataba de no mentirse, poco más. De decirse en alto (y decir a los demás) cuando lo que se hacía dejaba de tener sentido. De tener claro que con frecuencia confundimos el indicador con lo indicado. De saber que, si la motivación desaparece, lo demás se desmorona. Que, si no ves sentido a algo, hay que replantearse los motivos por los que se hace. Era una Pepita Grillo que hacía lo más difícil: ser la primera destinataria de sus consejos y no diferenciar entre aquellos que eran cómodos y los que no lo eran. No había filtro entre lo que pensaba y lo que decía. Y esto hubiera sido un defecto de no pensar como lo hacía y con la base ética sobre la que siempre lo hacía. De ahí que no parara de cambiar, de replantearse, de poner en juicio lo que hacía. De detectar y descartar el atractivo de lo que luce más por sencillo que útil. Nunca dejó de aprender. Ni nosotros de ella. Michela murió un sábado por la tarde horas después de volver de su último trabajo. Murió junto a su Maga del alma y Mauro, su amor. Hay una hiperlúcida menos en este mundo y los desfavorecidos han perdido una luchadora por la causa. No nos va a regalar más entusiastas conversaciones, no vamos a volver a oír su risa de niña pequeña ni ver su recolocar de gafas justo antes de señalar que el emperador está desnudo. Pero el lamento principal va por ella. Por lo que le quedaba por sentir, por compartir, por ver, por aprender.
Solo queda repetir lo que el periódico de su tierra natal (Belluno, Italia) tituló tras su muerte: Addio Michela Sonego, bellunese a servizio del mondo. Luis Sordo. Departamento Medicina Preventiva y Salud Pública. Facultad de Medicina. UCM. CIBER en Epidemiología y Salud Pública. Centro Nacional de Epidemiología (ISCIII).
domingo, 6 de octubre de 2019
Mi querida amiga Michela ( de Boulevard literario)
"Maloca, Maloca" Michela Sonego
"Mientras balanceo mi insomnio en la hamaca, pienso que aquí todo es tan extraño y tan distinto que, en lugar de asombrarme por las diferencias, me sorprendo al reconocer sonidos, gestos y expresiones familiares. ¿Es posible que los grillos que ahora están cantando en la selva hagan el mismo cricrí que hacen en casa en verano? ¿Y por qué un padre yanomami se preocupa de la misma manera que un padre italiano? ¿Por qué sus ojos almendrados tienen la misma expresión de angustia y temor cuando llega la noche y cree haber perdido a su hijo? Qué extraño es ver a una niña que se agarra a una mazorca de la misma manera que nuestras niñas se agarran a sus muñecas y ver a un viejo que se avergüenza de bajarse los calzoncillos delante de una mujer, justo como le ocurriría a uno de nuestros viejos en el pueblo.
No hay nada que hacer. Estas personas son tan diferentes, tienen costumbres tan alejadas de las nuestras, que me llevará tiempo dejar de maravillarme cada vez que vea cómo su cara adquiere nuestras mismas expresiones, siendo el testimonio de preocupaciones y de sentimientos idénticos."
Entusiasmo, tenacidad, fuerza, vocación...pero ante todo, humanidad. La voz de Michela atraviesa la verde selva amazónica y hace una llamada a la humanidad entera para dar testimonio de que todas las civilizaciones de la Tierra, desde las más avanzadas a las más primitivas compartimos mucho más de lo que a simple vista parece. El miedo, el dolor, el odio, el amor, la alegría...son emociones y sentimientos comunes a todos los seres humanos y esta joven pediatra italiana que convivirá en las selvas brasileñas del Amazonas junto a los menudos e imprevisibles yanomamis, dará testimonio de ello en este entretenido e interesante "diario de a bordo" titulado "Maloca, Maloca. Una pediatra en la Amazonia" publicado por Altamarea ediciones con el que inaugura "Sotavento" una nueva colección de ensayos que promete ser como mínimo igual de interesante que su colección de narrativa italiana.
De manera sencilla y clara, Sonego nos va contando sus vivencias, su experiencia como pediatra en un mundo salvaje y remoto regido por otras leyes y costumbres muy distintas a las suyas. Durante el tiempo que la pediatra italiana trabajará atendiendo la salud de los yanomamis sucederán anécdotas graciosas, algunos acontecimientos sorprendentes, otros tristes, peligrosos, incomprensibles...pues la percepción y la idea de la relación entre hombres y mujeres de esta peculiar tribu amazónica no siempre serán fáciles de entender desde la óptica civilizada y feminista de alguien como Sonego. No obstante todo lo va contando con delicadeza, admiración, ternura y un respeto tremendo por el otro, aunque en ocasiones la venza la indignación y la rabia por lo que percibe injusto y cruel, ya sea el maltrato que sufre en ocasiones la mujer yanomami o el asesinato de recién nacidos que sus madres no quieren.
"¡Ay, estos yanomamis! Tienen miedo de la oscuridad pero castigan a sus mujeres con tizones incandescentes, abrazan con ternura a sus hijos y matan a los neonatos no deseados, lloran de nostalgia por sus parientes y no dudan en golpear a quien es más débil. No son buenos, no son malos, solo están más cerca que nosotros de la naturaleza. Y la naturaleza no es buena ni mala. La naturaleza es bella y al mismo tiempo brutal, dulce y violenta a la vez; hace brotar la vida en todas sus formas y, un momento después, siembra la destrucción y la muerte"
Mi interés por la labor médica y humanitaria de Sonego, después de leer este libro, me llevó a buscar más información en internet y lo poco que encontré sobre ella me conmovió mucho. Tras su experiencia por la Amazonia y después de colaborar en distintos países con Médicos sin Fronteras, acabó investigando y dando clases en la Universidad Francisco de Vitoria en Madrid ciudad en la que falleció. Tenía 54 años y una caída fortuita paseando por las calles madrileñas le ocasionó una conmoción cerebral que hubo que intervenir de urgencias. Un paro cardíaco acabo con su vida en pleno quirófano.
Triste final para una mujer valiente que superó todo tipo de adversidades en plena selva y acabó por encontrar su final en el civilizado asfalto de una capital europea. Para no olvidarla no se me ocurre mejor homenaje que leer "Maloca , Maloca"
NOTA MIA : En la Maloca se limpia colectivamente el corazón y se libera el espíritu; se transmiten oralmente las historias, mitos, ritos, usos y costumbres se ofrece consejo a los niños, jóvenes y adultos; se enseña la forma de trabajar la chagra (huerta), la lengua materna, la caza, las artesanías; se analiza y se reflexiona acerca de los aspectos positivos y negativos del trabajo de cada día; se planifica, se organiza y se comparte la sabiduría; se sana el cuerpo, la mente y el espíritu de las personas y del medio ambiente; se legisla y se imparte justicia restaurativa.
Fotografía de Boulevard literario
NOTA MIA : En la Maloca se limpia colectivamente el corazón y se libera el espíritu; se transmiten oralmente las historias, mitos, ritos, usos y costumbres se ofrece consejo a los niños, jóvenes y adultos; se enseña la forma de trabajar la chagra (huerta), la lengua materna, la caza, las artesanías; se analiza y se reflexiona acerca de los aspectos positivos y negativos del trabajo de cada día; se planifica, se organiza y se comparte la sabiduría; se sana el cuerpo, la mente y el espíritu de las personas y del medio ambiente; se legisla y se imparte justicia restaurativa.
sábado, 5 de octubre de 2019
viernes, 4 de octubre de 2019
La advertencia póstuma del pensador Zygmunt Bauman
o unimos nuestras manos o nos unimos a la comitiva fúnebre de nuestro propio entierro en una misma y colosal fosa común"
Puede parecer una anécdota, pero para Zygmunt Bauman, uno de los pensadores más influyentes del siglo XX, es el reflejo de que hemos empezado a buscar la utopía en un pasado idealizado, una vez que el porvenir ha dejado de ser sinónimo de esperanza y progreso para convertirse en el lugar sobre el que proyectamos nuestras aprensiones. El sociólogo y filósofo polaco dejó desarrollada esta tesis de la retrotopía (la búsqueda de la utopía en el pasado) en dos escritos, los primeros traducidos al español tras su muerte el pasado enero con 91 años. Son el ensayo Retrotopía, publicado este mes por Paidós, y el texto Síntomas en busca de objeto y nombre, parte de una obra colectiva sobre el estado de la democracia, El gran retroceso (Seix Barral), que llega a las librerías el próximo día 27 y cuenta con nombres como Slavoj Žižek, Nancy Fraser o Eva Illouz.
"El futuro es, en principio al menos, moldeable, pero el pasado es sólido, macizo e inapelablemente fijo. Sin embargo, en la práctica de la política de la memoria, futuro y pasado han intercambiado sus respectivas actitudes", señala. Bauman habla del temor a perder el empleo, a la multiculturalidad, a que nuestros hijos hereden una vida precarizada, a que nuestras habilidades laborales se vuelvan irrelevantes porque los robots sepan hacer -mejor y más barato- nuestro trabajo. En definitiva, miedo porque todo lo que era sólido (parafraseando a Antonio Muñoz Molina) es ahora "líquido", usando el adjetivo que popularizó (e hizo popular a) Bauman.
"Hay una creciente brecha abierta entre lo que hay que hacer y lo que puede hacerse, lo que importa de verdad y lo que cuenta para quienes hacen y deshacen; entre lo que ocurre y lo deseable", señala. Bauman defiende que hemos regresado a la tribu, al seno materno, al mundo despiadado que describía Hobbes para justificar la necesidad del Leviatán (El Estado fuerte que evite la guerra de todos contra todos) y a la más flagrante desigualdad, en la que "el 'otro' es una amenaza" y "la solidaridad se le antoja al ingenuo, al incrédulo, al insensato y al frívolo una especie de trampa traicionera". "El objetivo ya no es conseguir una sociedad mejor, pues mejorarla es una esperanza vana a todos los efectos, sino mejorar la propia posición individual dentro de esa sociedad tan esencial y definitivamente incorregible", lamenta. La filósofa Marina Garcés, profesora en la Universidad de Zaragoza, alaba la capacidad de Bauman para "asumir el fin del pensamiento utópico y sus consecuencias". "No pretende embaucarnos con nuevas y falsas promesas de futuro, sino que intenta comprender qué pasa y qué está pasando tras la era de las revoluciones y sus diversas derrotas", asegura.
Pensador de inspiración marxista, Bauman cita en Retrotopía al filósofo alemán en un par de ocasiones, carga contra los señuelos de la sociedad de consumo de masas y no renuncia al análisis científico de las contradicciones del capitalismo, pero también "recurre a otras herramientas" para ofrecer "una visión en gran angular", explica el catedrático de Filosofía en la Universidad de Barcelona y diputado socialista Manuel Cruz. "La idea de que la materialización de la utopía se ha dejado pasar es un runrún en el pensamiento del siglo XX", pero "en la obra de Bauman hay un esfuerzo por reconocer lo nuevo que trae 'lo nuevo". "Los pensadores que ahora consideramos que supusieron una revolución fueron recibidos con un 'esto ya lo sabíamos'. Hace falta tiempo para que la sociedad entienda lo que tenían de novedad", señala.
En los dos textos póstumos, el filósofo plantea un reto y una -abstracta y poco desarrollada- respuesta. El reto es "diseñar -por primera vez en la historia humana- una integración sin separación alguna a la que recurrir". Hasta ahora, argumenta, lo que ha funcionado es la división entre 'nosotros' y 'ellos' y seguimos empeñados en buscar un 'ellos', "preferiblemente el extranjero de toda la vida, inconfundible e incurablemente hostil, siempre útil de cara a reforzar identidades, trazar fronteras y levantar muros". Sin embargo, esta dicotomía histórica "no termina de encajar" con la "emergente 'situación cosmopolita". ¿Cuál es entonces la única respuesta posible? "La capacidad para dialogar", concluye Bauman tras citar de forma elogiosa al papa Francisco.
Garcés se reconoce "sorprendida" tanto por la llamada al diálogo ("¿de quién con quién?", se pregunta) como por la invocación de la figura del Papa. "Creo que es una llamada de socorro" de un Bauman que "intenta dibujar un escenario para la palabra compartida" porque sabe que "ya no hay soluciones parciales a ninguno de los problemas de nuestro tiempo". Es la advertencia final del pensador polaco: "Debemos prepararnos para un largo período que estará marcado por más preguntas que respuestas, y por más problemas que soluciones (...) Nos encontramos (más que nunca antes en la historia) en una situación de verdadera disyuntiva: o unimos nuestras manos o nos unimos a la comitiva fúnebre de nuestro propio entierro en una misma y colosal fosa común"
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