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domingo, 31 de agosto de 2014

Por qué Internet está obsesionado con humillar a las princesas Disney

 

No hay tendencia más irreductible en la Red que la de dibujar a los personajes clásicos de la casa en las peores situaciones adultas

 
 
En las últimas décadas, hemos sido testigos de cómo se pulverizaba el halo de glamur e inaccesibilidad que envolvía a las monarquías occidentales. Hemos visto al marido de la princesa Estefanía de Mónaco –Daniel Ducret– trajinarse a una modelo al borde de una piscina; al rey Gustavo de Suecia reconocer que participó en orgías y al príncipe Enrigue de Inglaterra sacarse fotos ataviado con una esvástica o directamente desnudo. ¿Si los aristócratas de carne y hueso han demostrado que sus vidas pueden ser tan poco modélicas como la de cualquiera, por qué iba a ser distinto en el caso de los de ficción?
José Rodolfo Loaiza Ontiveros
Internet se ha llenado en los últimos años de montajes que desmitifican a los príncipes y princesas Disney un paso más allá: Cenicienta con el ojo morado cual víctima de violencia de género, Ariel, atacada sexualmente por su padre, Bella imitando a Miley Cyrus sobre una bola de demolición, Blancanieves borracha; el príncipe Aladdin (prometido novio de Yasmin) enrollándose con Hércules. Incluso hay quién ha dedicado su tiempo a dibujar a los príncipes de Disney posando para un supuesto selfie completamente desnudos. La lista de reinterpretaciones y perversiones de estos icónicos personajes infantiles es más larga que un solo de Santana, pero a diferencia de este parece que los internautas jamás se sacian de ellas. Publicaciones online como Cosmopolitan o Jezebel tiene etiquetas específicos para agrupar las informaciones y montajes dedicados a la realeza Disney, que se han convertido ya en un género en sí mismos.
José Rodolfo Loaiza Ontiveros
Pero, ¿cómo es posible que aún sigan despertando interés y considerándose provocativos? “Al haber crecido con el idílico mundo de Disney como meta, es normal que la mayoría de las personas intenten desmitificar todo aquello imposible de alcanzar y, en cierta manera, vengarse de estos personajes a golpe de cruda realidad”, reflexiona Andrés Borque. Este Dj y agitador cultural es, además, un experto en la iconografía Disney, organiza fiestas temáticas e incluso ha compuesto canciones sobre los cuentos originales en los que se basan las películas de la multinacional.
KittRen (DeviantART)
Resulta tentador y muy eficaz en términos narrativos someter ese mundo ideal (aquel de la canción de Aladdin, claro) a desgracias o situaciones que harían morir de un infarto a los pajarillos que ayudaban a Blancanieves a limpiar la choza de los Siete Enanitos. Para quien Cenicienta y compañía representan la encarnación de una visión misógina y heteropatriarcal de la sociedad, contemplarlas transgrediendo los supuestos valores de pureza y sumisión que las definen resulta casi un acto de reivindicación.
jose rodolfo loaiza ontivero
Pero si este recurso continúa funcionando es porque estas películas siguen estando muy arraigadas a la cultura popular actual, por muy retrógrados o desfasados que resulten los modelos que representan. “Estos personajes siguen vigentes décadas después de su creación porque todavía hay muchos niños y niñas que quieren ser el centro de atención, el rey y la reina de su casa y detestan a los hermanos pequeños que vienen a arrebatarles el trono ¿A quién no le gusta que su madre le ponga una corona y un vaporoso atuendo? Es el primer contacto con la notoriedad que tenemos desde pequeños, es normal que alabemos a aquellos iconos que lo son 365 días al año y no solo en carnaval”, argumenta Borque.
José Rodolfo Loaiza Ontiveros
Las cifras le dan en parte la razón. El merchandising relacionado con las películas de princesas Disney generó en Estados Unidos ventas por valor de 1,3 millones de euros el pasado año. Una cuantía superior incluso que la recaudada por las franquicias de Star wars (algo más que 1,2 millones de euros), según informa la revista Time.
jose rodolfo loaiza ontivero
Frozen, protagonizado por las princesas Anna y Elsa, ha sido el último gran éxito de Disney en materia de la realeza. Aunque estas dos hermanas resultan mucho más resueltas y seguras de sí mismas que la siempre indefensa y meliflua Cenicienta. “Los tiempos cambian y si Disney no lo hiciera sería un suicidio. No me imagino a las madres actuales atiborrando a sus hijas a base de historias pastelonas sin trasfondo de superación. Bueno, sí me lo imagino, pero prefiero no hacerlo”, espeta Borque. Solo en Estados Unidos, Frozen ha recaudado casi un millón de euros en taquilla y su banda sonora (pruebe a decirle Libre soy a un menor de 15 años y prepárese para sufrir) ocupó durante trece semanas seguidas el primer puesto de discos más vendidos en este país. Así que, sí, Blancanieves tiene herederas al trono. Y con ellas, se hace real la posibilidad de perpetuar el género de los montajes más allá la generación que se crio creyéndose Simba. Quizá dentro de 15 años veamos imágenes de Anna y Elsa haciéndose sexting… y haya a quién le resulte perturbador.

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