MELIDE (ESPAÑA): libres de colesterol
Este tradicional pueblo gallego, ubicado en A Coruña, cuenta entre su población, de 17.500 habitantes, con 18 centenarios. Desde Servicios Sociales del Ayuntamiento lo atribuyen a una dieta escasa en el pasado y a mucho trabajo en el campo. “Aquí no existía el colesterol”, subrayan. Tampoco hay contaminación directa, debido a la ausencia de fábricas. Y los ancianos del lugar aún recuerdan la amabilidad del que fuera médico del pueblo. “La dispersión geográfica en Galicia ha contribuido a que caminemos mucho”, añade una melidense. De hecho, es una de las comunidades autónomas más longevas del país.
ISLA DE OKINAWA (JAPÓN): soja y reflexión
Aquí viven las mujeres más longevas del mundo. No existen los obesos. Gran parte del mérito se lo lleva la gastronomía japonesa (bendita soja), a la altura de la mediterránea. Es una comunidad muy espiritual que enarbola la bandera del slow food: coma lento, sin grasas ni calorías. La tasa de enfermedades cardiovasculares es seis veces inferior que en Estados Unidos.
PENÍNSULA DE NICOYA (Costa Rica): la vitalidad del campo
Maíz, frijoles, yuca y leche son los cuatro pilares de la dieta de los ancianos de esta península bañada por el Pacífico, calificada como ‘zona azul’ (lugar longevo del planeta) por National Geographic Society. No hay gimnasios, pero la gente trabaja en el campo hasta el final de su vida. Según Luis Diego Murillo, médico de la región, el aislamiento de Nicoya ha frenado la contaminación.
LOMA LINDA (CALIFORNIA): caminar para vivir
Se trata de una comunidad de adventistas cien por cien vegetariana, que según National Geographic Society destaca en el mundo por su longevidad. El sábado hacen una jornada de desconexión en la que solo importan “la familia y el espíritu”. Además, adoran las nueces y disfrutan de largas caminatas por el campo. No fuman.
ICARIA (GRECIA): un té muy especial
Aparte de la ausencia de relojes mencionada en el reportaje, la dieta de esta isla griega se antoja clave para la longevidad: el consumo de grasas saturadas de carne y lácteos es minímo. Suben y bajan veinte colinas al día y beben, al final de cada jornada, un té de montaña de hierbas endémicas. No hay establecimientos de comida rápida.
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