José María Azael Franco Guerrero es el creador de estas esculturas del cementerio que lleva su nombre en Tulcán, Ecuador. Se trata de réplicas vegetales de figuras precolombinas, agustinas y árabes, realizadas sobre los cipreses que habitan el cementerio.
Franco Guerrero murió a los 85 años, pero su hijo Benigno continúa con su labor. Encaramado en una escalera, con tijeras en mano, Benigno Franco poda los muros del camposanto, y cuida con mimo la obra de su padre, pendiente de que las esculturas mantengan su forma original. En 1984 se lo nombró Patrimonio Cultural del Estado y sitio natural de interés turístico.
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