Es característico de la eudaimonia el tener un proyecto, un telos, un propósito vital. Pero no todos los fines están asociados a la eudaimonia, sino los llamados intrínsecos, los buscados como fin en sí mismos y no como medio para otra cosa. El conocimiento por el conocimiento, pongamos, no para fardar, para ganar más dinero o para conseguir un premio.
Algunos afirman que eudaimonia es tener objetivos que trascienden al yo, al momento presente: buscar algo más grande que yo mismo. Eudaimonia se relaciona también con el crecimiento personal, con el desarrollo de nuestras competencias, con sacar al mejor yo. Y también con el cultivo de las virtudes, las areté, las fortalezas de carácter que son, en el fondo, una automatización de la buena conducta. Y tiene también que tener con la autonomía, con poder tomar tus propias decisiones y ser coherente con uno mismo, con el daimon, el auténtico yo.
La investigación muestra que cada forma de felicidad tiene unos resultados. Las personas predominantemente hedónicas son más despreocupadas y tiene más afectos positivos; las eudaimónicas dicen que su vida tiene más sentido, son más vitales y tienen más experiencias de elevación o trascendencia. Las personas hedónicas dicen estar muy felices en el corto plazo, pero las eudaimónicas mantienen el nivel de felicidad en el medio plazo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario