“Tú, en cambio -prosigue el narrador/costurero en su discurso al botón-, eres capaz de vivir sin que nadie se acuerde ni lejanamente de que existes”
Walser encontró en “algo tan poco interesante” como la ceniza la metáfora que mejor define su peculiar universo. Si se sopla la ceniza, “no hay en ella lo más mínimo que se niegue a dispersarse al instante volando”. La ceniza “es la humildad, la intrascendencia y la falta de valor mismas y, lo que es más hermoso, ella misma está obsesionada con la creencia de no valer nada”. A continuación el poeta se pregunta si puede haber algo “más inconsistente, más débil y más insignificante, más transigente y más paciente que la ceniza”. La respuesta es “no”.
“La ceniza no tiene carácter y está más alejada de todo tipo de madera de lo que lo está la depresión de la alegría desbordante. Donde hay ceniza, en realidad no hay nada. Pon tu pie sobre la ceniza y apenas notarás que has pisado algo.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario