Existe una serie de similitudes entre las respuestas fisiológicas al amor romántico y al amor materno. Por ejemplo, las regiones del cerebro activadas por el amor materno se solapan con las activadas por el amor romántico. Concretamente, se activan las áreas de recompensa cerebrales que contienen altas concentraciones de oxitocina y vasopresina, mientras que las regiones desactivadas durante el amor romántico –incluidas las relacionadas con los juicios y las emociones negativas– se desactivan durante el amor materno.
Además, el aumento y la disminución de la concentración de oxitocina fomentan y cohíben, respectivamente, el comportamiento maternal. Sin embargo, entre el amor materno y el romántico existen diferencias debido a que el primero activa determinadas regiones (como la materia gris periacueductal) que no están activadas en el amor romántico, lo cual acentúa la naturaleza única del vínculo maternal.
Pocas cosas parecen tan espontáneas como las fases iniciales del “verdadero amor” o del amor que una madre siente por su hijo, pero la realidad es bastante más compleja, un juego de hormonas y complicadas interacciones fisiológicas que lo convierten en una pequeña maravilla del mundo.
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