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lunes, 25 de julio de 2016

La torre de marfil ( del Blog el Gerente demediado )


“¡Qué extraño es todo hoy! ¡Y ayer sucedía todo como siempre! ¿Habré cambiado durante la noche? ¿Pero si no soy la misma, el asunto siguiente es ¿quién soy? ¡Ay, ese es el gran misterio!”
Alicia en el país de las Maravillas. Lewis Carroll

Hace unos días, en los cursos de verano de El Escorial, secelebró un magno evento, “El encuentro anual de Educación Médica. La Enseñanza de la Medicina en el entorno clínico” auspiciado por la llamada Cátedra de Educación Médica Fundación Lilly-UCM”. Pocas uniones tan venturosas para mantener un cierto estado de cosas que la que componen la industria farmacéutica con el rancio modelo de enseñanza de la universidad española. Dicen que se habló de los principales aspectos de la educación médica en nuestro país, tales como la regulación de las estructuras sanitarias ( de gran interés para el estudiante) o las mejoras necesarias en los planes de estudio. Planes que siguen siendo prácticamente iguales que los que hube de sufrir hace más de 30 años.
Tal es así que concluyeron con una aseveración sorprendente por lo inusual: “ el hospital es el gran aula donde se desarrolla de forma prioritaria la enseñanza de la medicina”. Los argumentos para sustentarla son contundentes: “(ello es así) porque es en el hospital donde convergen las tres facetas de la gestión del conocimiento médico: la asistencia, la investigación y la docencia”. O porque ( según señalaba el consejero honorífico de la Fundación Lilly) “ es allí donde se encuentran los pacientes y los maestros, que son los profesionales en activo.”
Instalados en sus torres de marfil catedrático esta noble gente continua ignorando que hace tiempo que  la confluencia de la asistencia, la investigación y la docencia dejó de ser privativa del ámbito hospitalario. Por no hablar de que el concepto moderno de hospital está en crisis, que el modelo “castillo medieval” alrededor del cual organizan su vida el pueblo llano solo es propio de universidades como la española, y que los límites entre lo cerrado y lo abierto, lo hospitalario y ambulatorio, la Atención primaria y la hospitalaria es cada vez más difusa y porosa.
Esta noble gente sigue ignorando  que más encuentros entre pacientes y profesionales que en Atención Primaria no se producen en ninguna otra parte, y que los maestros reales, los que de verdad enseñan  e influyen en sus iguales pueden encontrarse hoy, para su desgracia, en cualquier parte: en el humilde blog de un residente, en el canal de You Tube de un estudiante, en afortunadamente mil y un trabajo de autores universitarios que ( ellos sí) viven en el siglo XXI y no en el Medievo.
Uno de ellos es Fitzhugh Mullan que desde su departamento de la Escuela de Medicina de George Washington University lleva tiempo investigando y reflexionando sobre cómo debería ser una enseñanza de la medicina mucho más acorde con las necesidades de atención que tienen hoy los pacientes. Uno de los mayores desafíos a los que se enfrenta el sistema sanitario americano es, precisamente, la dificultad de formar y fidelizar a médicos para trabajar en Atención primaria. En un país donde estudiar medicina supone una inversión importante, y donde la necesidad de amortizar la deuda generada se convierte en una prioridad, no es de extrañar que los médicos elijan especialidades cuyos ingresos anuales pueden ser el triple o el cuádruple de los de un médico de familia. En un intento de acercarse al objetivo de que la mayor parte de la población cuente con médicos de atención primaria, el Congreso de los Estados Unidos , en el marco de la reforma Obama ( Affordable Care Act), autorizó la creación del Teaching Health Centre (THC) Graduate Medical Education  (GME) Program  , una iniciativa a 5 años iniciada en 2011 con una financiación finalista de 230 millones de dólares, tal y como señala el equipo de Mullan en New England.
El lugar de aprendizaje es el entorno comunitario, el lugar donde las personas viven y trabajan , y solo para la adquisición de habilidades y conocimientos muy concretos se acude al ámbito hospitalario. A la vez el proceso de exposición al encuentro médico paciente es de intensidad creciente, pasando de una media de 302 visitas ambulatorias en el primer año a 589 en el segundo y 945 en el tercero.
Podrá ser discutible la idoneidad de establecer programas curriculares específicos para la atención primaria. Pero es insostenible esa idea arcaica de que el lugar para aprender medicina es el hospital . Lo quieran o no, el tiempo de las autoridades catedralicias, del sacerdote al jefe de servicio, afortunadamente se acaba.

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