La investigación: bienvenidos al tinglado de la (moderna) farsa
En el último Seminario de Innovación en Atención Primariacelebrado en Lima uno de los temas de discusión fue el de la investigación en Atención primaria, asunto manido y aburrido como pocos, dado el habitual desprecio al que es sometido en casi cualquier país.
Ya sabemos que la investigación despierta profunda admiración por donde pasa. Que los Francino, Julia Otero o Pepa Bueno de turno andan ávidos de noticias de abnegados investigadores de mirada seria, y batas impolutas, que dedican su vida a ratas de diverso pelaje; y aunque en general pocos a los 9 años piensan en dedicar su vida a oficio tan respetado, nada hay que guste más a un “comunicador” que informar del increíble descubrimiento de un supuesto engendro que inhibirá el crecimiento proteico descontrolado de alguna mutación genética malvada, sentando las bases para la curación del cáncer en los próximos años. Y que por supuesto, será publicado en Nature o Science.
La cenicienta de la investigación en Atención primaria lo tiene complicado para poder competir en esa liga, en la que (como en el fútbol) siempre ganan los de siempre. En un mundo donde el factor de impacto es el patrón oro, cuyo valor determina las posibilidades de poder captar fondos para realizar investigación, no conviene olvidar dónde y cómo se puede publicar si uno trabaja e investiga sobre Atención primaria: si es español, lo lógico sería que enviara sus trabajos a Atención Primaria o Gaceta Sanitaria,previo sacrificio económico correspondiente; si tiene la suerte de pasar el filtro de los evaluadores, habrá conseguido publicar en revistas cuyo factor de impacto es de 1,042 ( la primera), y la segunda de 1,77. Bastante lejos del New England ( por encima del 72) pero sobre todo a años luz del CA (Cancer Journal for Clinician) y sus estratosféricos 187,04 de factor de impacto.
Como jugar al baloncesto con Lebron James siendo un enano de 1,60 y además tuerto.
Este hermoso mundo y abnegado mundo de la investigación permite así que investigadores que participan en grandes proyectos multicéntricos de investigación básica y cuyo trabajo se limita a meter datos en el Excel o alimentar a la rata, sean mucho más reconocidos y valorados curricularmente que los pobres diablos que pretenden publicar los resultados de la atención a los pacientes de un cupo atendido a lo largo de varias décadas. Y justifica que las convocatorias de proyectos FIS como la de 2013 solo un 3% de los proyectos que recibieron ayudas tuvieran algo que ver, aunque fuera remotamente con la Atención primaria.
La fascinante ciencia se ha convertido hace ya muchos años en un sector productivo más, orientado en buena medida a la producción de patentes y generación de beneficios. Solo así se explica que las convocatorias de las grandes agencias de investigación europeas primen proyectos colaborativos entre instituciones académicas o asistenciales y empresas privadas; ya se sabe que a los científicos les distraen en exceso sus divagaciones y siempre es bueno que esté cerca la mano invisible del mercado para hacerles volver a la realidad, y que la inversión realizada rinda el beneficio que se espera: un nuevo fármaco innecesario, una nueva prueba diagnóstica que permitirá encontrar lo que no tenemos dentro y desconocemos, aunque nunca nos hubiera generado el más mínimo problema.
Para acabar de animar el cotarro el médico general escocés Des Spence, siempre incorregible, proponía que la Atención primaria investigue sobre “lo que no sabemos”, es decir cosas como “La historia natural de la enfermedad, las intervenciones no basadas en fármacos, los criterios diagnósticos, e incluso el rigor en la identificación de los conflictos de interés, o el beneficio real a largo plazo de los medicamentos”.Temas que despertarán el mayor interés por los concienzudos burócratas de las agencias de investigación de este país.
Un jugador del Eibar en su sano juicio no aspirará nunca a competir con esos futbolistas que reclaman 6º millones de euros al año y cuyos traspasos superan los cientos de millones. Pero no por eso posiblemente disfrute menos.
Se puedo investigar mucho y bien en Atención primaria, algo que espero argumentar en próximas entradas. Sin aspirar a publicarlo en revistas con más de 100 puntos de factor de impacto. Pero a la vez denunciando una realidad, la de la investigación en nuestro tiempo, que es simple y llanamente una inmensa farsa.
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