En este artículo de la revista Claves de Razón Práctica nº253 Roberto Toscano reflexiona sobre Europa y el desplome de su solidaridad, la sordera frente a las necesidades del otro y el miedo hacia los extranjeros, hacia lo diferente, hacia el inmigrante. Se pregunta a qué se deben la fragilidad democrática, el rechazo feroz y la disposición a aplaudir las medidas de excepción que afectan los derechos humanos. Analiza el miedo tanto de los europeos como de los "no occidentales", intentando dar con los causas de la polarizacón del islamismo.
Hasta hace muy poco los europeos éramos ¡tan civilizados, tan solidarios, tan buenos! Cuidadosos con los derechos humanos, abiertos a acoger a quienes acudían a Europa en busca de seguridad, de libertad, de bienestar. Bueno, no todo el mundo era así, por supuesto. Pero ni siquiera los que no estaban de acuerdo se atrevían a asomar la cabeza, les daba vergüenza expresar el fondo racista de su rechazo a todo lo que fuera diferente, y casi nunca iban más allá de quejarse por el coste de la acogida y por los excesos del "buenismo".
Hoy las cosas parecen haber cambiado profundamente. La buena disposición de los ciudadanos europeos, al margen de la heroica minoría que se dedica al voluntariado, se ha reducido drásticamente, y el egoísmo ya no rehúye reivindicar sus razones. La causa de los derechos humanos -que había inspirado a los intelectuales y a la gente corriente como una componente de la Guerra Fría (basta con recordar la trascendencia de la Declaración de Helsinki), aunque también los años de transición del siglo xx al xxi- hoy se nos antoja un recuerdo lejano.
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