by nmurcia |
En el año 2001 se realizó un estudio con 117 residentes de medicina interna de primer y segundo año. Cuando se les preguntó si pensaban que el contacto con la actividad comercial de los representantes de los laboratorios les afectaba personalmente a la hora de tomar decisiones , el 61% respondió que no; el 38% que quizás un poco y solo el 1% reconoció que les afectaba bastante.
Cuando la pregunta era sobre cómo pensaban que a sus compañeros les afectaban estas relaciones la respuesta cambió: más de 1/3 opinaba que mucho; la mitad que un poco y solo el 16% creía que no les afectaba en absoluto.
Así es: los médicos se creen inmunes ante los regalos y favores de los visitadores aunque no creen que lo sean sus compañeros. Como dice Green, prefieren confesar los pecados de los demás
En un estudio antiguo pero significativo realizado con 100 estudiantes de medicina, a la pregunta de si consideraban inadecuado que un político recibiera 50 dólares de una empresa, el 85,5% respondió afirmativamente. Cuando la misma pregunta se hacía en relación con un médico, la respuesta era afirmativa tan solo en el 46%.
¿"Corrupción" si la pasta la recibe un político y "regalo inocente" si la recibe un médico?
No suena muy coherente
Está claro que los médicos tienen lo que en psicología se llama "ceguera selectiva" (bias blind spot).
Es una típica disonancia cognitiva:
"El concepto de disonancia cognitiva, en psicología, hace referencia a la tensión o desarmonía interna del sistema de ideas, creencias y emociones que percibe una persona al mantener al mismo tiempo dos pensamientos que están en conflicto"
Según Festinger, el psicólogo que definió el concepto, no solemos tolerar el conflicto interno de manera mantenida por lo que las personas que se encuentran inmersas en una disonancia cognitiva necesitan buscar estrategias capaces de reducir la tensión; las más frecuentes son:
(1) quitar importancia o negar uno de los factores en conflicto (negación) y
(2) añadir elementos o ideas que resuelvan o disminuyan la disonancia (racionalización)
En un estudio cualitativo realizado con médicos que aceptaban regalos de los representantes, se pudo comprobar la utilización de estas dos estrategias cognitivas: negación y racionalización
En la tabla de arriba resumimos los poco sofisticados caminos mentales que siguen los médicos que aceptan regalos de la industria: evitación, negación, universalización, fantasía de control, auto-engaño y "tener derecho"
Es decir, los médicos son humanos; muy humanos
Por si la conclusión de que los médicos son muy humanos no quedaba suficientemene clara, otro estudio señaló como los médicos sucumben a las estrategias de persuasión más "normalitas" de la industria: reciprocidad, compromiso, aceptación social, simpatía, autoridad (ver abajo)
Sí, los médicos somos muy humanos.
Sin embargo creo que hay algo más.
Cuando observamos las respuestas de los estudiantes de medicina que consideran inmoral los regalos a los políticos pero no a los médicos o la racionalización "tener derecho" podríamos hipotetizar que, además de las tentaciones del ego, existe cierta idea de superioridad moral.
En la monografía "The Cambridge Handbook of Expertise and Expert Performance" se señala como la diferencia entre un experto y un lego no sería solo una cuestión de conocimiento sino que habría otras dimensiones sociales afectadas como las de prestigio, privilegio o poder.
Es decir, los médicos estarían, de alguna manera, ejerciendo su poder cuando valoran y ejercen sus relaciones con la industria farmacéutica: lo hago porque puedo.
Pocas veces quienes tienen el poder son transparentes. La falta de transparencia es un ejercicio de poder. El saberse poderoso delimita la conducta del médico, no de manera explícita, sino implícitamente; sin que pase nada; sin que se diga nada. Hay una idea de potencia, no tanto en la fuerza que se puede aplicar, sino en la posibilidad de que esa fuerza pueda hacerse presente, de manifestarse. en una exageración retórica sería algo así como como: "cuidadito con tocarme los huevos porque puedo hacer mucho daño"
El poder corrompe porque el que se cree poderoso se siente en posesión de la verdad, se siente moralmente superior, se vuelve invulnerable a la crítica y a la auto-crítica.
¿De donde le viene esta sensación de superioridad al médico? Los médicos, una extraña mezcla entre científico y chamán, hemos heredado ambos sesgos: asumimos a la vez un comportamiento objetivo como el del científico y carismático como el del chamán.
Dubet llama a todo este entramado psicológico "programa institucional" que estaría conformado por los siguientes principios:
1- El trabajo profesional se concibe como una actividad científica donde el médico asume los valores del científico: neutralidad, control de sesgos afectivos y emocionales y separación estricta de las cuestiones valorativas y subjetivas de las fácticas y objetivas
2- La clínica es un santuario donde la actividad profesional se desarrolla a salvo de los desórdenes del mundo, conservando valores, creencias y principios (la razón, la ciencia, la beneficencia) por encima de la contienda de intereses privados y los particularismos de las costumbres
3- Los valores y principios del programa institucional se constituyen en un cuerpo doctrinal percibido, por profesionales y ciudadanos, como fuertemente homogéneo, donde la incertidumbre es sustituida por la confianza en el método y la coherencia moral.
4- La obligación de rendir cuentas o cualquier impugnación al poder de los profesionales es percibida como una abdicación de la Razón y la Ciencia
En definitiva ¿Por qué los médicos reciben a los representantes?
Una confusa combinación de ego, autoengaño y ejercicio del poder que tiene los días contados porque la sociedad no va a permitirlo mucho más tiempo.
Han caído los controladores aéreos, los banqueros, los curas y los políticos.
Ahora le toca a los médicos.
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