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domingo, 8 de mayo de 2016

Wislawa Szymborka : el camino hacia la perfección


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El Hatha Yoga es un método de ejercicios motrices y respiratorios que nació en la India. Si se practica con regularidad (una hora diaria o un cuarto de hora como mínimo) produce, según dicen, resultados milagrosos, siempre y cuando seamos capaces de concentrarnos adecuadamente, es decir, de abstraernos del mundo exterior. El Hatha Yoga nos libera de estados de fatiga y tensiones nerviosas y, a largo plazo, colabora en el desarrollo pleno de la personalidad. Sin embargo, no sirve para todo el mundo, pese a lo que precipitadamente promete el título. Aquellas personas que se sienten agotadas, o son muy nerviosas, no tienen tiempo para hacer ejercicios; y aquellas que si lo tienen, seguramente no les afecta el cansancio ni son nerviosas. Además, el Hatha Yoga no funciona con los escépticos, ya que es a ellos, precisamente, a quienes más les cuesta abstraerse del mundo. Para conseguirlo, es necesaria una cierta predisposición a creer y una pizca de entusiasmo a crédito. El escéptico que ha completado el ejercicio número veinticinco (el llamado Kukkutasana), que consiste en sentarse en el suelo con las piernas ligeramente abiertas, doblar la derecha, sujetarse el pie con las manos y colocarlo debajo de la ingle izquierda, mientras se inserta la mano derecha entre la pantorrilla y el muslo de la pierna doblada, no ha dejado en ningún momento de preguntarse de un modo intolerablemente laico y mundanal: “¿qué diantre estoy haciendo?”. A continuación, debe agarrarse la pierna izquierda y acercársela con la ayuda de la mano que queda libre, y colocarse el pie debajo de la pierna derecha. Igual que ha hecho anteriormente, debe colocar la mano izquierda entre el muslo y la pantorrilla izquierdas, acercando el pie tanto como sea posible a la cadera. Junta las manos, que reposaban sobre el suelo, entre las piernas dobladas, une los pulgares e inclina la caja torácica hacia delante, inhalando; y levantándose, debe despegar el cuerpo del suelo de tal forma que únicamente las palmas de las manos descansen sobre él. Y, en esa posición, respirando con normalidad y todavía asido por las garras de la duda, se pregunta si realmente la personalidad saca algo bueno de ese nudo corporal. A continuación, se entera de que el Hatha Yoga es solo un pequeño paso en el camino hacia la perfección, y que esa perfección – según los sabios hindúes – solamente: la conseguirá aquel que pierda su Yo individual en el Cosmos. Entonces, el escéptico se enfrenta a una pregunta: “¿tengo realmente algún interés en conseguir eso?”. Quizás desee todo lo contrario: no perderse a sí mismo y vivir la vida con su humana individualidad y sus problemáticas consecuencias. Además, en lo tocante a perderse, siempre hay tiempo para eso tras la muerte. Justo en ese mismo instante, el escéptico decide deshacer eI nudo del Kukkutasana. Confiemos en que sea capaz de hacerlo sin tener que llamar a Urgencias.

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