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lunes, 29 de septiembre de 2014
sábado, 27 de septiembre de 2014
Nena, esto es de lo más normal ( articulo de Rosa Montero )
Este libro es una joya. Y eso que, al principio, resulta un poco árido, un poco espeso. Pero les recomiendo perseverar, porque enseguida se pone estupendo. Me refiero a Ansiedad, miedo, esperanza y la búsqueda de la paz interior (Seix Barral) de Scott Stossel, un periodista norteamericano cuarentón que vive asediado por las crisis de ansiedad, que pueden atacarle en cualquier momento y dejarle tembloroso, taquicárdico e incapaz de hablar. Además padece miedo a los espacios cerrados (claustrofobia), a la altura (acrofobia), al desmayo (astenofobia), a quedar atrapado lejos de casa (al parecer es una variante de la agorafobia o miedo a los espacios abiertos), a los gérmenes (bacilofobia), a hablar en público (un tipo de fobia social), a volar (aerofobia), a vomitar (emetofobia), a vomitar en un avión, cosa que, para él, debe de ser como una manía al cuadrado (aeronausifobia) y, por último, hasta le tiene miedo al queso (turofobia), una obsesión rarísima que ya me parece la repanocha.
Como comprenderán, yo, que soy una ansiosa de manual, y que he sufrido tres grandes crisis de angustia clínica en mi vida, a los 17 años, a los 21 y a los 30, me he abalanzado sobre este ensayo como cerdita sobre charca de lodo. Y debo decir que el pobre Scott es tan catastrófico que, de entrada, su ejemplo puede animar muchísimo a los ansiosos más medianos. Que, por cierto, son (o somos) legión. Según los últimos estudios citados en este libro, se calcula que una de cada seis personas en el mundo sufrirá un trastorno de ansiedad durante al menos un año en el transcurso de su vida.
Y sufrir un trastorno de ansiedad no es estar un poco nervioso ni sentirse preocupado por algún problema de tu vida. Una crisis clínica cursa con síntomas aparatosos y es inhabilitante mientras dura. Recuerdo mi primer ataque de angustia a los 17 años: estaba viendo la televisión una noche, tras la cena, en el comedor vacío de la casa de mis padres, cuando de repente el mundo se alejó de mí, como si estuviera contemplando la realidad a través de un telescopio; es decir, el comedor estaba todavía ahí, pero lejísimos (luego supe que esto se denomina efecto túnel y que es bastante habitual); inmediatamente me entró un ataque de terror absoluto, con el agravante de que ni siquiera sabía a qué le tenía miedo. Me castañeteaban los dientes, me temblaban las piernas, me entrechocaban las rodillas. Como lo que me sucedía era incomprensible, deduje que me había vuelto loca y eso aumentó el pánico. Además, era incapaz de explicar lo que me pasaba. No podía hablar, no podía comunicarme. Porque la esencia de todo trastorno mental es la soledad, una soledad tan colosal que resulta inimaginable si no la conoces, si no has estado ahí. Una soledad de astronauta vagando perdido en el espacio intergaláctico.
En la España de fines de los sesenta y en mi clase social, la gente no iba al psiquiatra; de modo que me pasé la crisis a pelo, sin un solo ansiolítico. Estaba a punto de entrar en la universidad y decidí hacer Psicología para intentar entender lo que me pasaba. De hecho, tengo la teoría de que la mayor parte de los psiquiatras y psicólogos se dedican a eso porque, de jóvenes, temieron estar locos. Lo cual, por otra parte, no es malo en sí mismo: al contrario, puede proporcionar un mayor entendimiento y una cercanía con los pacientes. En cualquier caso, estudié un par de años de Psicología y ahí aprendí que las crisis de angustia, aunque espectaculares, son como la gripe de los trastornos mentales; básicas, muy comunes y, pese al sufrimiento que producen, muy leves. Conocer todo esto me hizo ir perdiendo el miedo al miedo; ya sabía que de las crisis se regresaba, que no me iba a quedar ahí atrapada, que eran algo transitorio. El irme aceptando como era y, sospecho, el empezar a publicar mis textos en torno a los treinta años (porque escribir te cose, te une al mundo), hizo que las crisis se acabaran. Hace tres décadas que no sufro ninguna. Pueden volver. No me apetecen, pero no las temo. Y hasta les estoy agradecida por haberme enseñado el espacio exterior mental, ese lugar inhóspito y aterrador de la dolencia psíquica. Cosa que me ha hecho conocer mejor al ser humano. Cuento todo esto, como Scott cuenta sus tremendas, agobiantes y a menudo desternillantes experiencias, porque sé que al otro lado de estas páginas hay mucha gente devorada por el ogro de la angustia. Personas que se sienten perdidas, que se creen morir, que piensan que se les ha ido la cabeza para siempre. Y que son incapaces de hablar de ello. A mí, a los 17 años, me hubiera servido de mucho que alguien me dijera: nena, esto es de lo más normal; respira tranquila y espera a que se pase. Así que aprovecho el estupendo libro de Stossel para decirlo ahora.
Como comprenderán, yo, que soy una ansiosa de manual, y que he sufrido tres grandes crisis de angustia clínica en mi vida, a los 17 años, a los 21 y a los 30, me he abalanzado sobre este ensayo como cerdita sobre charca de lodo. Y debo decir que el pobre Scott es tan catastrófico que, de entrada, su ejemplo puede animar muchísimo a los ansiosos más medianos. Que, por cierto, son (o somos) legión. Según los últimos estudios citados en este libro, se calcula que una de cada seis personas en el mundo sufrirá un trastorno de ansiedad durante al menos un año en el transcurso de su vida.
Y sufrir un trastorno de ansiedad no es estar un poco nervioso ni sentirse preocupado por algún problema de tu vida. Una crisis clínica cursa con síntomas aparatosos y es inhabilitante mientras dura. Recuerdo mi primer ataque de angustia a los 17 años: estaba viendo la televisión una noche, tras la cena, en el comedor vacío de la casa de mis padres, cuando de repente el mundo se alejó de mí, como si estuviera contemplando la realidad a través de un telescopio; es decir, el comedor estaba todavía ahí, pero lejísimos (luego supe que esto se denomina efecto túnel y que es bastante habitual); inmediatamente me entró un ataque de terror absoluto, con el agravante de que ni siquiera sabía a qué le tenía miedo. Me castañeteaban los dientes, me temblaban las piernas, me entrechocaban las rodillas. Como lo que me sucedía era incomprensible, deduje que me había vuelto loca y eso aumentó el pánico. Además, era incapaz de explicar lo que me pasaba. No podía hablar, no podía comunicarme. Porque la esencia de todo trastorno mental es la soledad, una soledad tan colosal que resulta inimaginable si no la conoces, si no has estado ahí. Una soledad de astronauta vagando perdido en el espacio intergaláctico.
En la España de fines de los sesenta y en mi clase social, la gente no iba al psiquiatra; de modo que me pasé la crisis a pelo, sin un solo ansiolítico. Estaba a punto de entrar en la universidad y decidí hacer Psicología para intentar entender lo que me pasaba. De hecho, tengo la teoría de que la mayor parte de los psiquiatras y psicólogos se dedican a eso porque, de jóvenes, temieron estar locos. Lo cual, por otra parte, no es malo en sí mismo: al contrario, puede proporcionar un mayor entendimiento y una cercanía con los pacientes. En cualquier caso, estudié un par de años de Psicología y ahí aprendí que las crisis de angustia, aunque espectaculares, son como la gripe de los trastornos mentales; básicas, muy comunes y, pese al sufrimiento que producen, muy leves. Conocer todo esto me hizo ir perdiendo el miedo al miedo; ya sabía que de las crisis se regresaba, que no me iba a quedar ahí atrapada, que eran algo transitorio. El irme aceptando como era y, sospecho, el empezar a publicar mis textos en torno a los treinta años (porque escribir te cose, te une al mundo), hizo que las crisis se acabaran. Hace tres décadas que no sufro ninguna. Pueden volver. No me apetecen, pero no las temo. Y hasta les estoy agradecida por haberme enseñado el espacio exterior mental, ese lugar inhóspito y aterrador de la dolencia psíquica. Cosa que me ha hecho conocer mejor al ser humano. Cuento todo esto, como Scott cuenta sus tremendas, agobiantes y a menudo desternillantes experiencias, porque sé que al otro lado de estas páginas hay mucha gente devorada por el ogro de la angustia. Personas que se sienten perdidas, que se creen morir, que piensan que se les ha ido la cabeza para siempre. Y que son incapaces de hablar de ello. A mí, a los 17 años, me hubiera servido de mucho que alguien me dijera: nena, esto es de lo más normal; respira tranquila y espera a que se pase. Así que aprovecho el estupendo libro de Stossel para decirlo ahora.
Las mejores frases de los profesores universitarios
Hay perlas de profesores que sirven para cortar cualquier bostezo en clase. Patatabrava.com, una comunidad online de universitarios españoles, recoge ese tipo de frases míticas desde hace 10 años. Esta web, como tantas buena historias estudiantiles, comienza en un bar, el de la Facultad de Comunicación de la Autónoma de Barcelona. Desde entonces, según sus datos, se han registrado en la página más de 500.000 alumnos. Ahí es tan fácil buscar apuntes ordenados por asignatura y docente como encontrar consejos para sobrevivir a ciertos profesores o perderse leyendo frases oídas en la universidad. Aquí van algunas de las consideradas "clásicas" por la comunidad:
- "Es lo que se llama trabajo fijo, no sé si os suena. Es un poco posterior al Cid Campeador y anterior a Twitter".
- "¿Ustedes ven esta corbata? Un buen jurista debe llevar una buena corbata, una corbata caramelo".
- "Faltan 10 minutos así que, en vez de hablar sobre el examen, os voy a explicar cómo está la universidad. Cobramos fatal, por eso tengo tres trabajos para poder sobrevivir…"
- "Lo más importante para mí en este curso es que aprendáis que necesitáis hacer un testamento. Tener un testamento es lo más importante. ¡Sólo cuesta 60 euros y es un momento!"
- "En el examen final os dejaré decidir qué tema del libro utilizar para realizar vuestro ensayo. Vais a decidir cuál va a ser el arma con la que os vais a suicidar''.
- "Google es más necesario que mi marido ahora mismo"
- "[En el enunciado de una práctica] NOTA: El código mostrado no es ningún ejemplo de buenas prácticas ni de buen estilo de programación. Es especialmente rebuscado para que el problema no resulte trivial. Ningún gatito ha resultado dañado en su realización".
- "Star Trek es una recreación de la Guerra Fría, donde el Enterprise representa los Estados Unidos y los klingons son los soviéticos porque nadie entiende cómo hablan".
- "Mañana me entregáis la práctica. No quiero excusas de la vida me engañó, los rusos me persiguen…"
- "No es que me quiera dar protagonismo, sólo me pongo de ejemplo".
- "Me he acordado de un caso bonito, sobre una pareja que se había separado y su hijo había muerto, entonces la madre había puesto una demanda para que se declarase al padre indigno de recibir la herencia del hijo porque lo había desatendido y éste a su vez la demandó a ella por la misma razón para que fuera ella la que no recibiera la herencia por indigna.[Toda la clase en silencio 'horrorizada']. Bueno, fue un caso bonito desde el punto de vista procesal".
- "Una vez me dijeron que si te vistes igual siempre estarás de moda cada 15 años. Siguiendo esto, estaré 4 veces de moda en mi vida".
- "Si os gusta vuestro proyecto es que está mal [en Arquitectura]"
- "¿A quién va a gravar el impuesto de sucesiones? Bueno, al muerto, desde luego que no".
- "A ver, chicos, sobre la empatía hay una cosa muy clara. Se le pregunta al chico: '¿Te da pena o sientes dolor al ver que se quema un gato?' Un chico normal, empático, te diría que sí. En cambio, un psicópata diría: '¡Hombre pues no! Además habría que añadir más gatos para que se les prendiera fuego' ".
- "El Derecho Civil es la asignatura más importante de la carrera. Sé que otros profes os han dicho lo mismo de su asignatura, pero ellos mienten".
- "Sí, sí, siempre hay alguien que le pregunto algo y se queda mirando el proyector. Hace años que doy clase en esta universidad y hasta hoy el proyector nunca ha dicho nada".
jueves, 25 de septiembre de 2014
El Club de los que Nacieron Cansados : Juan Carlos Onetti
En la cabecera de su cama, Juan Carlos Onetti (1909-1994) tenía pegado un cartel plastificado con los estatutos del Club de los que Nacieron Cansados: “Se nace cansado y se vive para descansar. Ama a tu cama como a ti mismo. Descansa de día para dormir de noche.”
El olor de la lluvia sobre la tierra seca y otras 28 cosas que no sabías que tenían nombre
Hasta ahora, cada vez que te ponías a coser botones clavabas las agujas que no utilizabas en lo que tú llamabas “cojincico” o “la cosa esa de las agujas”. Gracias a esta lista, podrás usar el nombre correcto tanto de esta almohadilla (que es un acerico) como de otras 28 cosas imprescindibles para tu vida diaria o para tus partidas de Scrabble, como la corteza de la pizza, la espuma de la cerveza o ese maravilloso olor que deja la lluvia después de caer en un lugar seco.
Foto vía YouTube
1. Acerico. Almohada pequeña. Y también la almohadilla que sirve para clavar alfileres o agujas.
2. Agrafe. Pieza de metal para sujetar el cierre de botellas y frascos. Por ejemplo, el alambre y la chapa de las botellas de cava.
3. Ampersand. El signo &.
4. Ápice. Acento o cualquiera de los signos que se colocan sobre las letras, como el punto de las íes. Eso sí, el acento de la eñe se llama virgulilla.
5. Carúncula. La cresta de gallos y pavos.
6. Crencha. Raya del pelo y cada una de las partes en las que la crencha divide el cabello.
7. Criptomnesia. Fenómeno que consiste en creer que se te acaba de ocurrir algo que en realidad sólo lo estabas recordando, aunque no recuerdes que ya lo sabías. Por ejemplo, cuando plagias involuntariamente un tuit.
8. Diastema. Espacio entre los dientes. Estuvo de moda durante siete segundos porque todo ha estado de moda alguna vez. O lo estará. Recordad, por ejemplo, los bigotes.
9. Estepicursor. El matojo rodante típico de las películas del oeste o de cuando cuentas un chiste en un bar. También se llama rodamundos, sorrasca, calamino, boja, salicón, salicor, salicornio, salicornia, barrilla, corredora del desierto, bola del oeste, apretaculos, capitana, malvecino, alicornio, cardo ruso, planta rodadora, bruja, chamizo, cachanilla, maromera, salsola, y rodadora.
10. Filtrum. Surco subnasal, es decir, la ranura situada debajo de la nariz y encima de los labios.
11. Fosfenos. Las manchas luminosas que se ven al frotar los párpados.
12. Ginecomastia. Man boobs.
13. Giste. La espuma de la cerveza. Ejemplo de uso cotidiano: “¿Sabías que la espuma de la cerveza se llama giste?”
14. Guedeja. Cabellera larga y también la melena del león.
15. Herrete. Cada una de las puntas de plástico o metal de los cordones.
16. Jeme. Distancia que hay desde la punta del pulgar a la del índice, separando el uno del otro todo lo posible. Unidad de medida equivalente a “un cacho así”.
17. Lemniscata. Curva plana de forma semejante a un 8. Es el término correcto del símbolo de infinito.
18. Lúnula. El espacio blanquecino semilunar de la raíz de las uñas.
19. Óbelo. Signo de división. El de multiplicar es una más común “aspa”.
20. Petricor. El olor de la lluvia en sitios secos.
21. Pie de Morton o pie griego. Cuando el segundo dedo del pie es más largo que el gordo. (¿Estas personas son alienígenas infiltrados? Este sería otro debate).
22. Quincunce. Disposición como la figura de un cinco en un dado, con cuatro puntos formando un rectángulo y otro punto en el centro.
23. Recazo. La parte del cuchillo opuesta al filo.
24. Sangradura. La parte hundida del brazo opuesta al codo.
25. Telson. La cola de los crustáceos. Ejemplo: “¿Tú te comes el telson de los langostinos? Yo sí. Soy un poco bruto”.
26. Tenesmo. Ganas frecuentes de ir al baño.
27. Vagido. Gemido o llanto del recién nacido.
28. Virola. Es una abrazadera de metal que se coloca en algunos instrumentos, incluyendo la anilla metálica que une el lápiz con la goma de borrar y la punta de un paraguas, por ejemplo. No confundir con “vitola”.
29. Vitola. La anilla de los cigarros puros.
miércoles, 24 de septiembre de 2014
El invento fue creado por un artesano y un grupo médico en India y cuesta sólo 39€ : el pie de Jaipur
Pies para todos
Un récord: medio millón de personas caminarán con el ‘pie de Jaipur’ en 2015
Este modelo de prótesis indio de bajo coste y sin patentar ya se usa en otros 27 países
El pie de Jaipur tropieza, sin embargo, con las leyes del mercado internacional. Ser un invento no patentado ha favorecido su universalización al tiempo que la expansión transfronteriza del servicio de BMVSS lo ha puesto a beneficio de los más necesitados. Sin embargo, el mal llamado "pie de los pobres" puede haber creado la asociación de que el invento es de baja calidad al estar fabricado con materiales de bajo coste.
En 1998, V. R. Mehta fue llamado a Estados Unidos para promocionar la prótesis. El Gobierno de Clinton había creado la Iniciativa de Desminado 2010 —pese a no firmar el Tratado de Ottawa para prohibir el uso de minas anti-persona—. La acogida del invento fue buena pero nunca se tomaron medidas para implantarlo para uso humanitario pese a su bajo coste. "Creo que no se aceptó porque no puede competir en un mercado con prótesis de empresas que cuestan 200 veces más. Sin beneficio, el ‘pie de Jaipur’ no es rentable", explica V. R. Mehta. Posteriores intentos de cooperación con Cruz Roja o la agencia estadounidense para la ayuda internacional (USAID) han fracasado por consideraciones relativas a la calidad de un invento revisado por los mejores centros tecnológicos del mundo.
El pie de Jaipur lleva caminando ya casi 40 años. Se espera el paso al frente de gobiernos, organismos internacionales y organizaciones humanitarias para contribuir a que el mundo ande gratis. Para que haya pies para todos.
Comparando la sociedad alemana con la sociedad china
Born in China but living in Germany since she was 14, Liu has a unique grip of this cultural duality — and she channels it with great wit and eloquent minimalism in graphics that say so much by showing so little.
martes, 23 de septiembre de 2014
BITCOIN : El futuro del dinero es el bitcoin ( dinero abstracto transferido por iinternet que escapa al control de los bancos )
Raíces anárquicas
No es una opinión que complazca a mucha gente, pero estos fuertes ideales libertarios impulsan el lado político del movimiento Bitcoin.Por un lado, cada vez hay más presión hacia una regulación por parte de quienes desean que Bitcoin se convierta en un mecanismo de pagos convencional.
Por otro lado están los programadores que están tratando de conservar sus raices anárquicas.
Entre las iniciativas de regulación actuales en Estados Unidos está la introducción en nueva York de la licencia Bit, que te permite hacer negocios utilizando Bitcoins, una facilidad a la que se oponen los programadores de Dark Wallet.
Jamie Bartlett, académico y autor de Dark Net, o la red oscura, pasó tiempo con los creadores de la billetera clandestina en su antiguo centro de operaciones en Calafou, España.
"Los extremos libertarios del movimiento de los Bitcoins son de hecho increiblemente importantes", dijo Bartlett.
"Muchos de esos individuos se han mantenido fieles al espíritu original de Bitcoin, que era un proyecto político para tratar de quitarle poder sobre la moneda y las tasas de interés a los bancos centrales".
Los programadores de Dark Wallet quieren que su tecnología sea utilizada de manera subversiva, aún sabiendo que podría ser más útil que el dinero en metálico en las manos de un grupo como Estado Islámico (EI).
lunes, 22 de septiembre de 2014
Narrativas médicas
Sobre la importancia de narrar para conocer mejor las historias de los pacientes
Muchos artistas muestran una especial devoción por las medicinas alternativas y complementarias. Desconozco hasta que punto esta observación es generalizable, pero me atrevería a decir que su interés por estas otras medicinas es superior al del común de la gente. Quizá esta inclinación sea consustancial a su dedicación profesional a la representación de la experiencia y la realidad percibida mediante los materiales propios de su oficio, ya sea la palabra, la imagen o cualquier otro lenguaje. Representar una experiencia o una percepción es, al fin y al cabo, lo que las hace visibles. Y en este terreno, el de la representación, las medicinas alternativas y complementarias se han revelado a menudo más capaces que la medicina ortodoxa, tan mecanizada ella y sin apenas tiempo para que los pacientes puedan contar lo que consideran que los médicos deben saber de su enfermedad y de su vida.El gran predicamento que tienen estas otras medicinas en la sociedad actual no se corresponde en absoluto con la eficacia de sus intervenciones demostrada en ensayos clínicos. Su reconocimiento se debe, más bien, al papel principal que siguen otorgando a la palabra, a las historias que cuentan los pacientes. Llenan, en este sentido, un hueco de la medicina ortodoxa. Los médicos han perdido pericia con la palabra y muestran en general una falta de competencia para interpretar lo que los pacientes necesitan contar. Este es, probablemente, uno de los males principales de la medicina actual y el gran vacío que pretende llenar la llamada medicina narrativa, un movimiento clínico que aspira a humanizar la asistencia y enseñar a los médicos a interpretar las historias clínicas devolviendo la palabra al centro mismo de consulta.
“La medicina se equivocó al separar las cuestiones de la vida de las cuestiones de la enfermedad”, decía una de las figuras más relevantes de este movimiento, la internista estadounidense Rita Charon, en una entrevista realizada por Mauro Tortolo y publicada en IntraMed, que vale la pena volver a leer. El resultado ha sido la pérdida de competencia para entender el significado profundo de lo que cuentan los pacientes, cuando se les da tiempo y confianza. Pero esta habilidad se puede enseñar, y una de las vías que propone la medicina narrativa es la escritura, porque escribir no es solo registrar, sino representar experiencias, las que cuenta el paciente y las del reconocimiento mutuo entre médico y enfermo.
En el New England Journal of Medicine del 15 de noviembre de 2012, la doctora Charon publicó un artículo (The Reciprocity of Recognition — What Medicine Exposes about Self and Other) en el que explica una experiencia clínica reveladora de un auténtico contacto entre médico y paciente para lograr el mutuo reconocimiento, y muestra la importancia de escribir las propias experiencias clínicas para conocer de verdad. Si para el paciente puede ser útil escribir sobre su propia enfermedad, para el médico es una herramienta necesaria para reconocer al paciente y ser un auténtico médico.
El movimiento de la medicina narrativa, desarrollado en las últimas décadas en el mundo anglosajón, está levantando el vuelo también en los países de habla hispana. En Argentina, por ejemplo, se celebró en 2011 la I Jornada Internacional de Medicina Narrativa, organizada por el Hospital Italiano. Y ahora, la Red Iberoamericana de Humanidades Médicas está promoviendo, en alianza con el King’s College de Londres, un grupo de trabajo en español y otro en portugués sobre medicina narrativa y su abordaje desde la filosofía, la literatura, el cine o la práctica clínica. La idea es integrar la comunidad iberoamericana en la International Network for Narrative Medicine, que se lanzará en Londres en el Congreso de Medicina Narrativa de junio de 2013.
Si la salud es un bien tan difícil de cuidar es porque está encarnada en un ser humano con un cuerpo y una biografía distintos a todos los demás. Eso lo sabemos médicos y pacientes, pero parece que se nos ha olvidado la importancia de la palabra y la narración de la enfermedad en el cuidado de la salud. Y eso es precisamente lo que reivindica la medicina narrativa.
Escuchar historias: un valor en desuso ( del Blog el Gerente demediado )
Escuchar historias: un valor en desuso
“Stories are antibodies against illness and pain”
Anatole Broyard, cited by Jonathon Tomlinson
Anatole Broyard, cited by Jonathon Tomlinson
Las historias son anticuerpos frente a la enfermedad y el dolor. Pero no tienen un sustrato molecular, no son susceptibles de convertirse en fármacos, mucho menos en patentes, no cotizan en bolsa y por lo tanto no tienen peso alguno en los sistemas sanitarios.
Sobre Jonathon Tomlinson ya hemos hablado otras veces; su blog ( Abetternehs) es de lo mejor que se puede leer hoy en día sobre la complicada interfase entre políticos y médicos siempre teniendo muy presente que el juez de ese debate debe ser el paciente. En uno de sus últimos post Tomlinson escribe sobre el perdón, la escucha y la narrativa a partir del relato de un caso espeluznante: el de Marian Partington, cuya hermana Lucy desapareció en 1973, y cuyos restos no fueron descubiertos hasta 1994 en el sótano de Fred y Rosemary West. La vida de Marian ha sido, en cierta forma, un largo camino para poder ejercer el perdón.
Arthur Frank define tres tipos de narrativas curativas ( Healing narratives): la primera es la narrativa de la restitución, la que predomina en las películas y series de televisión en las que la enfermedad es un enemigo al que derrotar, y el médico ejerce de héroe; existe otra tipo de narrativa que Frank define como “caótica”: la gente vive en el caos, pero el caos es muy difícil de ser contado, y por lo tanto de ser adecuadamente escuchado. Para Tomlinson el papel del médico es escuchar “ profunda y compasivamente”, estar con la otra persona en medio de su sufrimiento, algo que es imposible de realizar si no se comparte dicho sufrimiento.
El último tipo de narrativa es la encaminada a descubrir, a investigar, a averiguar. Solo a través del sufrimiento es posible aprender ciertas cosas: “las historias de búsqueda fuerzan a aceptar la vida incondicionalmente; encontrar una vida agradecida en condiciones que, de estar sano, consideraríamos completamente inaceptables”. En cierta forma la búsqueda siempre es un viaje a la caza de respuestas que no siempre aparecen, persiguiendo victorias sobre el caos que, casi siempre son transitorias.
Si aceptamos la importancia de todo este abanico de narrativas, la escucha del médico en la consulta adquiere una dimensión completamente diferente. Ya no se trata de escuchar para identificar síntomas, para confirmar cifras o chequear cumplimientos; hablamos en cambio de prestar atención real a las historias, a las narraciones de lo que viven y sienten, de “honrar su sufrimiento”.Como escribe Tomlinson: “escuchar la historia de un paciente implica una represión consciente del deseo de recoger una historia clínica; un no aprendizaje de lo que hemos practicado a lo largo de toda nuestra vida profesional. Ello nos coloca en una posición difícil porque ¿cumplimos un papel diferente si escuchamos historias en vez de escribirlas?”
Realizar este papel de escucha, no la escucha de cifras y síntomas, sino la escucha del sufrimiento humano es sin duda difícil en consultas de 7 minutos.
Una vez más parece evidente que el mantenimiento de este tipo de asistencia superficial no es casual, un efecto colateral imprevisto de nuestra forma de organizar la asistencia. Hace unos días veíamos el cuestionamiento de la continuidad por parte de los centros de pensamiento que asesoran a la Comisión Europea con el argumento de que es paternalista y trasnochado. Se escudan en que lo “moderno” son continuidades de equipo, de profesionales “volantes” que se sustituyen unos a otros, algo que en buena medida ocurre desde hace tiempo en Reino Unido en el que el médico personal está en trance de desaparición.
Los que entienden la salud como un bien de mercado no entenderán nunca la importancia de las tres narrativas que describe Frank y comenta Tomlinson. Son partidarios de contactos “cliente-proveedor” rápidos, inmediatos, superficiales, similares a los que se tiene en el mostrador de McDonald por parte de operarios sumamente amables. Operarios que hoy son de Adeslas, mañana de Ribera Salud , pasado de Virgin. La continuidad así se convierte en superflua.
La diferencia está en que el sufrimiento no es tan fácilmente manejable como la hamburguesa. No es medible en los contratos de gestión, ni fácilmente incentivable. No disminuye quizá listas de espera. Quizá por eso la atención al sufrimiento dejará de incluirse, más pronto que tarde, en las cartera de servicios del sistema sanitario
domingo, 21 de septiembre de 2014
Aprender ruso en casa de Tolstoi
Ruso en casa de Tólstoi
"Bsie schástlibie simií pajashí drug na druga..." ("Todas las familias felices se parecen, cada familia desgraciada es infeliz a su manera"). Leer Ana Karenina en ruso y en el mismo lugar donde fue concebida y escrita es una de las posibilidades que ofrece Yásnaya Poliana (Destello Claro), la mansión familiar, a 220 kilómetros de Moscú, donde nació, vivió y está enterrado el genial escritor ruso León Tólstoi. Arropada por una vasta finca de jardines y bosques de abedules, ha sido convertida en un museo y centro cultural que, entre otras actividades, organiza cursos de ruso para extranjeros. Las clases cuestan entre cinco y ocho euros la hora, dependiendo del número de alumnos, con descuentos de hasta el 15% a partir de 160 clases. También ofrecen alojamiento por 20 euros la noche, más un suplemento de 15 euros al día si se quiere pensión completa. Yásnaya Poliana también se puede visitar en un tren de época que parte los sábados y domingos por la mañana (con buen tiempo) desde la estación Kursky de Moscú.- www.yasnayapolyana.ru
sábado, 20 de septiembre de 2014
Pajaritos : Rosa Montero
http://elpais.com/diario/2004/05/04/ultima/1083621602_850215.HTML
Una doctora guatemalteca, Gabriela Picco, me envía un interesante trabajo sobre el sida en las mujeres indígenas de Guatemala. Vivimos en un mundo muy grande y muy confuso en el que, sin embargo, todo está estrechamente relacionado. Ya lo dijo James Lovelock en su hermosa teoría sobre Gaia: nuestro planeta puede ser considerado un todo pensante capaz de autorregular su propia atmósfera. Yo además creo que lo que hacemos cada uno de los humanos sobre la Tierra repercute en los demás. Cada acto generoso, cada risa, cada lágrima; los comportamientos dignos, por mínimos y anónimos que sean, contribuyen al equilibrio del mundo. Pero también el dolor y la iniquidad nos manchan y envenenan globalmente. Las torturas de los prisioneros iraquíes, las mujeres y los niños asesinados por la violencia doméstica, incluso los cientos de miles de focas apaleadas y despellejadas aún medio vivas (qué decepcionante Canadá). Todo ese sufrimiento nos envilece.
Hay muchas penas en el mundo, y la mayor parte son penas calladas, situaciones de extrema indefensión de las que nadie habla. Cuenta Gabriela que las indígenas de Guatemala sufren una triple discriminación: por ser mujeres, por ser pobres, por ser indias. Y ahora, además, por ser seropositivas. El sida avanza de modo vertiginoso en las mujeres de los países subdesarrollados; tienen menos cultura, menor acceso a la sanidad que los hombres, y son usadas sexualmente de manera tiránica y violenta: la mayoría ni siquiera podría imponer el uso del condón, aun en el caso de que llegara a tener acceso a los preservativos. En América Latina las mujeres ya representan entre el 14% y el 45% de los enfermos, y las cifras siguen subiendo. Y su situación es doblemente desesperada: "Murió mi esposo de sida y ahí me quedé sufriendo entonces como una niña", cuenta una indígena seropositiva guatemalteca en el trabajo de Gabriela: "Yo no podía manejar dinero ni trabajo. La vida de una mujer cuesta entre los hombres, y peor la vida de una mujer enferma y sola con hijos. Me quedé como un pájaro entre ramas secas". Vidas olvidadas, vidas brutalmente desprotegidas. Pajaritos inermes que forman parte de ese fardo de dolor innecesario e injusto que nos ensucia a todos.
Una doctora guatemalteca, Gabriela Picco, me envía un interesante trabajo sobre el sida en las mujeres indígenas de Guatemala. Vivimos en un mundo muy grande y muy confuso en el que, sin embargo, todo está estrechamente relacionado. Ya lo dijo James Lovelock en su hermosa teoría sobre Gaia: nuestro planeta puede ser considerado un todo pensante capaz de autorregular su propia atmósfera. Yo además creo que lo que hacemos cada uno de los humanos sobre la Tierra repercute en los demás. Cada acto generoso, cada risa, cada lágrima; los comportamientos dignos, por mínimos y anónimos que sean, contribuyen al equilibrio del mundo. Pero también el dolor y la iniquidad nos manchan y envenenan globalmente. Las torturas de los prisioneros iraquíes, las mujeres y los niños asesinados por la violencia doméstica, incluso los cientos de miles de focas apaleadas y despellejadas aún medio vivas (qué decepcionante Canadá). Todo ese sufrimiento nos envilece.
Hay muchas penas en el mundo, y la mayor parte son penas calladas, situaciones de extrema indefensión de las que nadie habla. Cuenta Gabriela que las indígenas de Guatemala sufren una triple discriminación: por ser mujeres, por ser pobres, por ser indias. Y ahora, además, por ser seropositivas. El sida avanza de modo vertiginoso en las mujeres de los países subdesarrollados; tienen menos cultura, menor acceso a la sanidad que los hombres, y son usadas sexualmente de manera tiránica y violenta: la mayoría ni siquiera podría imponer el uso del condón, aun en el caso de que llegara a tener acceso a los preservativos. En América Latina las mujeres ya representan entre el 14% y el 45% de los enfermos, y las cifras siguen subiendo. Y su situación es doblemente desesperada: "Murió mi esposo de sida y ahí me quedé sufriendo entonces como una niña", cuenta una indígena seropositiva guatemalteca en el trabajo de Gabriela: "Yo no podía manejar dinero ni trabajo. La vida de una mujer cuesta entre los hombres, y peor la vida de una mujer enferma y sola con hijos. Me quedé como un pájaro entre ramas secas". Vidas olvidadas, vidas brutalmente desprotegidas. Pajaritos inermes que forman parte de ese fardo de dolor innecesario e injusto que nos ensucia a todos.
LA VIRTUD DE ESCUCHAR : DEL BLOG EL GERENTE DEMEDIADO
La virtud de escuchar
La primera vez que vi a Gurpreet Dhaliwal fue en una sesión de Mortalidad y Morbilidad, tan habitual en los hospitales americanos. Era fascinante observar el proceso de razonamiento clínico de alguien que ha convertido esa rutina en un arte. En el amplio artículo que le dedicó el New York Times al profesor de medicina clínica de la Universidad de San Francisco, comparaban sus sesiones a observar a Steven Spielberg rodando una película o a McIllroy jugando al golf. Él desdramatizaba la cuestión, señalando que solo aspiraba " a elevar la estatura del pensamiento”. En un mundo en el que a los médicos se les evalúa y paga por el número de veces que registran la hemoglobina glicosilada, Dhaliwal considera que "el pensamiento es el procedimiento clínico más importante de todos”. En su opinión “ mejorar en el diagnóstico no es diagnosticar enfermedades raras; es reducir el daño para el paciente con las decisiones que tomamos. Es saber diferenciar la señal del ruido”.Hace unos meses Dhaliwal publicó un articulo en Academic Medicine que intentaba explorar las razones por las que determinadas personas son expertas en el proceso diagnóstico. Aquellas que no son las más famosas, ni las que tienen un mayor factor de impacto, pero son las que todo el hospital busca cuando un familiar cae enfermo. Como Dhaliwal. El grupo de investigación un estudio basado en entrevistas destinado a contribuir al desarrollo de una teoría explicativa de la práctica diagnóstica experta. En seis grandes centros clínicos americanos ( Mayo Medical School, University of Michigan, University of California, University of Toronto, McMaster y Otawa) seleccionaron, a partir de la nominación de sus pares, a un grupo de 34 clínicos excelentes tanto en el proceso diagnóstico, como en la atención clínica general ( 20 y 14 respectivamente). 76% hombres, de 55 años de edad media, y 24 años de experiencia; la media de jornada semanal era de 61 horas. Mediante entrevistas semiestructuradas grabadas identificaron cuatro características esenciales que conceptualizan su explicación de la expertez en el proceso diagnóstico.
La primera de ellas es la posesión de un extenso conocimiento a través de una implicación continua en la práctica clínica: “ ver pacientes. Estar interesados en el trabajo clínico. No puedes ser un buen clínico solamente leyendo. Ver más pacientes. Ver una gran variedad de pacientes”.
La segunda de las características es la de poseer habilidades para reunir de forma efectiva las historias de los pacientes. No las historias clínicas ele ctrónicas, sino su narrativa: “ creo que lo más importante del aprendizaje es escuchar. Es la habilidad de de realmente escuchar lo que el paciente quiere contar y no lo que te gustaría oír. Creo que los médicos menos habilidosos, los menos experimentados son los que interrumpen, preguntan continuamente, dirigen al paciente en vez de escuchar lo que dice. La mayor parte del diagnóstico sucede a través de tus oídos, no de tus ojos”
La tercera clave es la de integrar reflexivamente conocimiento e historias, siempre pendientes de buscar más causas que pueden explicar los síntomas, sin ignorar los síntomas que no cuadran en nuestra hipótesis.
La última característica es el aprendizaje continuo en la práctica clínica: “ Hay que ser humilde. Creo que la humildad significa aprender de tus errores. Eso forma parte también de ser un experto”.
Esas cuatro características clave no sirven de nada aisladas. Es su integración la que las convierten en poderosas. La capacidad de integrar lo aprendido con otras pacientes en el pasado mientras se construye nuevo conocimiento enfrentándose a nuevos casos difíciles. Llaman a esa situación “el pasillo de adaptabilidad óptimo ( optimal adaptability corridor)". El marco de juego que han aceptado los clínicos de todo el mundo dificulta en gran medida la realización de esta forma excelente de ejercer la medicina. La obsesión por una supuesta eficiencia, impulsada desde sectores que desconocen profundamente lo que es practicar la medicina, empuja a ver cada vez más pacientes en menos tiempo: atender 50 en vez de 40, dedicarles 7 minutos en vez de 15 se consideran signos de excelencia. El “buen médico” ha pasado a ser el que es capaz de diagnosticar sin dejar apenas hablar, porque ya se sabe que los pacientes siempre se enredan. Nuestra arrogancia ha convertido las viejas virtudes de escucha, silencio y paciencia en una pérdida de tiempo.
Malos tiempos para el buen clínico ( del blog el gerente demediado )
“Hoy en día, se incita a los médicos a meterlo todo en un ordenador, con fines epidemiológicos, estadísticos, contables. Pero nadie parece querer grabar en su memoria el nombre ni la cara de la gente, recordar el primer encuentro, las primeras emociones, las sorpresas, los detalles cómicos, las historias trágicas, las incomprensiones, los silencios”
Hubo un tiempo en que la meta de cualquier medico era convertirse en un buen clínico, alguien capaz de afrontar cualquier problema por vago o intrincado que fuera y encontrarle el diagnostico adecuado. Hoy las cosas han cambiado. Ahora la preocupación dominante es publicar en revistas de impacto o participar en proyectos de investigación, a ser posible europeos. Algo imprescindible para progresar en la carrera profesional.
Tuve la inmensa suerte de formarme con alguien que era , esencialmente, un clínico excepcional. Alguien no excesivamente conocido profesionalmente, que no ocupó cargos de gestión relevante, ni dirigió la política sanitaria de ningún partido, ni fue líder de opinión de nada. Si uno busca su nombre en Pubmed encuentra 10 referencias en treinta años, todas ellas en revista españolas. Pero en aquel tiempo en que muchos de sus compañeros hacían curriculum publicando las cosas más diversas ( a menudo superfluas), él se dedicaba simplemente a ver pacientes. Si en aquel hospital alguien tenia un caso especialmente peliagudo, buscaba el asesoramiento del Dr. Aréchaga. Si alguien tenia un familiar enfermo, recurría a Santi Aréchaga.
La poca medicina que sé, la aprendí de él. La importancia de escuchar al paciente ( y no a sus acompañantes) con toda la atención puesta en ello. Mirando a los ojos, dejándole hablar. Lo minuciosa que puede llegar a ser una buena exploración física, no tanto por lo enrevesado de las maniobras, sino por lo atento y cuidadoso que se debe ser al tocar, a la búsqueda de información, en un cuerpo enfermo, alterado ,dolorido. La diferencia existente entre un verdadero diagnostico diferencial y una mera lista de diagnósticos posibles, para lo que se precisa de un conocimiento exhaustivo e inmediato. La importancia de ese momento único en que el paciente aguarda el juicio diagnostico como el que espera un veredicto. Y lo difícil que resulta siempre encontrar el equilibrio entre no mentir y no angustiar.
En aquella época, cada vez mas lejana, los residentes andábamos entretenidos en la carrera armamentística intervencionista: a ver quien realizaba antes un procedimiento más complejo, en cuya cima estaba colocar vías centrales en sitios inauditos. El buen diagnostico se dejaba a gente como el Dr. Aréchaga, porque requería un dosis de lectura , análisis, reflexión y memorización a la que no todos estábamos dispuestos.
A raíz de un problema familiar vuelvo a contemplar la diferencia entre los buenos clínicos y los clínicos rutinarios. Y tengo la suerte de encontrar médicos de esos anónimos, a los que solo recuerdan sus pacientes, los que no salen en ruedas de prensa con consejeras y ministras tras realizar un transplante prodigioso, ni aparecen en la radio o el telediario de las 9 dando consejos y pautas de correcto comportamiento para pacientes obedientes.
Gente anónima capaz de hacer una historia clínica completa aunque fuera de la consulta los pacientes refunfuñen por el retraso que lleva, y sus indicadores de espera no sean los adecuados. Médicos de los que siguen tomando notas en papel mientras escuchan al paciente y miran a los ojos ( y no a la esclavizante pantalla del ordenador). Gente que sigue sabiendo hacer una exploración neurológica completa, solo con las manos, un martillo y una linterna. Capaces de demostrar todo lo que saben, que solo solicitan las pruebas estrictamente imprescindibles, que demuestran que se han estudiado el caso entre visita y visita, que relativizan el resultado de las pruebas en función de la evolución, que no recurren al sagrado TAC o a la divina Resonancia Magnética hasta que no resulta estrictamente imprescindible. Personas que se apoyan en la ayuda del tiempo (esperan y ven) para desenmascarar al trastorno culpable.
Mientras tanto enseñamos a los residentes, a los futuros médicos otro tipo de comportamientos: el de la atención rutinaria, estandarizada y sistemática , estudiando a los pacientes como si fuesen piezas defectuosas de una fábrica de tornillos. En donde se trata principalmente de aplicar el protocolo establecido (glucemia, presión arterial electrocardiograma), y si todo es normal “acicalar y largar” ( como decía el Gordo de la Casa de Dios) . Cubriéndonos las espaldas con etiquetas como “ se descarta patología urgente, o “trastorno funcional”, simplemente porque el tornillo humano no cuadra con lo que hay escrito en nuestro protocolo.
El medico que progresa adecuadamente, el que es acreditado por las agencias del ramo, el que recibe reconocimientos y premios, es el que es capaz de documentar que tiene publicaciones en revistas de impacto del primer cuartil, aunque la haya hecho con un primo coreano y vaya de vigésimo autor sobre un modelo de determinación enzimática en ratas asiáticas. El buen clínico, el que atiende a pacientes en consultas atestadas y sigue aplicando rigurosamente su saber, carece de la valoración, el apoyo y la consideración de políticos, gestores e instituciones, salvo cuando alguien cercano se pone enfermo. Solo tienen el reconocimiento silencioso de todos aquellos que aprecian su trabajo y conocimiento. Cuando se vuelve a leer algún capitulo del Harrison ( además de comprobar una vez mas lo excepcional del texto) se comprueba lo difícil que resulta y el esfuerzo que precisa adquirir ese saber. Y lo poco que, por desgracia, lo apreciamos.
Más empatía que la de un elefante
Sabemos que los elefantes
asiáticos son capaces de empatizar con los sentimientos de sus semejantes. Un
estudio, el primero en investigar las respuestas a la angustia en elefantes
asiáticos, muestra que estos animales tienen la habilidad de ponerse en el
lugar de un semejante cuando le ven en apuros y hasta se ofrecen a
proporcionarles consuelo cuando ven que lo están pasando mal.
Los elefantes son capaces de ponerse en el lugar de sus
semejantes y consolarles en situaciones de estrés
Un equipo de investigadores, que reconocen que su trabajo es
de por sí difícil porque deben esperar a las oportunidades que surjan de forma
espontánea, estudiaron a elefantes en Sri Lanka para comprobar como se
comportaban cuando veían a sus congéneres estresarse al ver pasar un perro, una
serpiente o ante la presencia de otro elefante hostil. Según explica en Science
el investigador Shermin de Silva, los animales se comportaron como cuando vemos
una película de miedo: “Si el actor se asusta, nuestro corazón se acelera y
buscamos la mano de los demás, una reacción conocida como ‘contagio emocional”.
Por ejemplo, en un caso filmado en vídeo, una hembra se
asustó al oír a otro elefante barritar y corrió a buscar consuelo en otra
elefanta mayor. Esta última elevó la cola y movió las orejas hacia adelante,
como su compañera asustada, pero sólo tras verla hacerlo a ella. Luego, realizó
pequeños chillidos conocidos como voces para calmar a la manada y frotó su
tronco con el de la elefanta asustada, para finalmente colocarlo frente a su
boca, en un gesto que los investigadores interpretan como un abrazo elefantino.
la fraternidad de los que llevan la marca del dolor : Dr Schweitzer
Dr Schweitzer : la
fraternidad de los que llevan marca del
dolor ; son aquellos que han aprendido
por experiencia lo que significan el
dolor físico y la angustia corporal. Pertenecen unos a otros en todo el mundo y
están unidos por un secreto lazo
Cafe del Sur : Musica argentina de los últimos 40 años . Nostalgicos e integrados
http://www.rtve.es/alacarta/audios/cafe-del-sur/cafe-del-sur-nostalgicos-integrados-25-05-14/2580831/
Una ventana abierta sobre los que fueron pioneros de la canción popular, rock y melódica en castellano en la Argentina de los últimos 40 años. Un viaje histórico y musical a través de lo que queda de un importante cambio generacional gracias a las nuevas propuestas musicales de artistas como Charly García, Pedro Aznar, Litto Nebbia, Los Fabulosos Cadillacs, Bersuit Vergarabat, Divididos, Andrés Calamaro y algunas otras sorpresas más.
Una ventana abierta sobre los que fueron pioneros de la canción popular, rock y melódica en castellano en la Argentina de los últimos 40 años. Un viaje histórico y musical a través de lo que queda de un importante cambio generacional gracias a las nuevas propuestas musicales de artistas como Charly García, Pedro Aznar, Litto Nebbia, Los Fabulosos Cadillacs, Bersuit Vergarabat, Divididos, Andrés Calamaro y algunas otras sorpresas más.
Elena Poniatowska ; ganó el Cervantes : se siente orgullosa de andar junto a los “ilusos, los destartalados, los candorosos”.
Somos felices un ratito. Mi mamá decía que la felicidad es un chorrito, se hace grandote un rato y se hace chiquito, como la canción: “Ahí en la fuente había un chorrito, se hacía grandón, se hacía chiquito”. Uno nunca es un rato enorme feliz, es a ratos feliz. Creo que la actitud normal es ver qué va a suceder hoy, qué me va a dar el día y qué le voy a dar al día.
Su voz pone el color al cuadro de un continente donde la cultura es casi desdeñada y el índice de analfabetismo es muy alto, la pobreza aumenta y los gobiernos no prestan mucha atención a los pobres. Pero ella aprendió el castellano “antes de que los Estados Unidos pretendieran tragarse a todo el continente, la resistencia indígena alzó escudos de oro y penachos de plumas de quetzal y los levantó muy alto cuando las mujeres de Chiapas, antes humilladas y furtivas, declararon en 1994 que querían escoger ellas a su hombre, mirarlo a los ojos, tener los hijos que deseaban y no ser cambiadas por una garrafa de alcohol. Deseaban tener los mismos derechos de los hombres”.
Del otro lado del océano, en el siglo XVII la monja jerónima Sor Juana Inés de la Cruz supo desde el primer momento que la única batalla que vale la pena es la del conocimiento.
pero nuestra Sor Juana descendió sola y al igual que Galileo y Giordano Bruno fue castigada por amar la ciencia y reprendida por prelados que le eran harto inferiores.
¿Quien anda ahí?" "Nadie", consignó Octavio Paz en "El laberinto de la soledad". Muchos mexicanos se ningunean. "No hay nadie" —contesta la sirvienta. "¿Y tú quien eres?" "No, pues nadie". No lo dicen para hacerse menos ni por esconderse sino porque es parte de su naturaleza.
Su voz pone el color al cuadro de un continente donde la cultura es casi desdeñada y el índice de analfabetismo es muy alto, la pobreza aumenta y los gobiernos no prestan mucha atención a los pobres. Pero ella aprendió el castellano “antes de que los Estados Unidos pretendieran tragarse a todo el continente, la resistencia indígena alzó escudos de oro y penachos de plumas de quetzal y los levantó muy alto cuando las mujeres de Chiapas, antes humilladas y furtivas, declararon en 1994 que querían escoger ellas a su hombre, mirarlo a los ojos, tener los hijos que deseaban y no ser cambiadas por una garrafa de alcohol. Deseaban tener los mismos derechos de los hombres”.
Del otro lado del océano, en el siglo XVII la monja jerónima Sor Juana Inés de la Cruz supo desde el primer momento que la única batalla que vale la pena es la del conocimiento.
pero nuestra Sor Juana descendió sola y al igual que Galileo y Giordano Bruno fue castigada por amar la ciencia y reprendida por prelados que le eran harto inferiores.
¿Quien anda ahí?" "Nadie", consignó Octavio Paz en "El laberinto de la soledad". Muchos mexicanos se ningunean. "No hay nadie" —contesta la sirvienta. "¿Y tú quien eres?" "No, pues nadie". No lo dicen para hacerse menos ni por esconderse sino porque es parte de su naturaleza.
Blog del Dr Casado : para ver bien un paciente es necesario comunicarse y para comunicarse hace falta tiempo
Para un médico de familia lo más importante es hablar con sus pacientes. De esta forma los acompaña en sus procesos y vivencias, los orienta por el sistema sanitario, les ayuda a superar sus tiempos de enfermar y trata de promover y mejorar su salud. Para que exista una comunicación de calidad hace falta un mínimo de tiempo. No se trata de hablar sobre las nubes sino de conseguir el pequeño milagro de que una persona enferma o dolorida consiga explicar lo que le pasa y otra, un médico de familia, consiga entenderlo. Este entendimiento requiere mucha pericia, experciencia y conocimiento, habida cuenta de que los problemas verdaderamente serios o importantes no son habitualmente los que el pacientes suele verbalizar por encontrándose menos a la vista. La medicina narrativa hace incapié en valorizar la narración del paciente, su historia personal. Pero para que pueda surgir una narrativa hacen falta varios componentes fundamentales. El primero es la confianza, somos capaces de abrir el corazón cuando nos sentimos seguros y tenemos un interlocutor que consideramos válido. Esto suele requerir cualificación profesional y si es posible conocimiento previo de la persona. Es más fácil sincerarse con un médico que conocemos bien que con un desconocido que es la primera vez que nos recibe. Por otro lado hace falta tiempo para poder hablar. Los pacientes suelen desgranar varios problemas por consulta y el más importante no suele ser el primero. Una vez que se ha verbalizado la preocupación del paciente hay que explorarla y profundizarla para llegar a saber lo que verdaderamente causa malestar, o lo que lo causa con mayor intensidad. Este proceso de comunicación primero y de reflexión después constituye el alma de la medicina y en particular de la medicina de familia que es la que ha recibido la antorcha de una larga historia milenaria de atender a personas sufrientes. Los médicos de familia estamos entrenados para usar la comunicación como nuestra tecnología más valiosa y el conocimiento de nuestro pacientes en el tiempo y nuestras comunidades como la fuente de datos que nos permite aplicar con la mayor eficacia todo el conocimiento y habilidades que muchos años de carrera y especialidad van formatenado la mente del galeno.
Si la medicina de familia pierde la narrativa perderá su sentido. Esto es lo que estamos viendo pasar a medida que se suceden los años. Presupuestos menguantes, mala gestión, sobrecarga de consultas, hiperfrecuentación y otros muchos factores hacen que el tiempo de consulta se reduzca y no haya suficiente para establecer un proceso narrativo resumiendose el encuentro clínico a un mínimo de preguntas y respuestas rápidas que concluye con una receta o con una petición de prueba diagnóstica o derviación hospitalaria. El paciente sale de la consulta con sus papeles pero sin solución a sus problemas, no ha habido tiempo para buscarla.
En esta situación la ética profesional debería obligarnos a decir basta, pero salvo en las charlas de café las quejas parecen no elevarse ni hacerse nada con ellas. La conciencia de sobrecarga sigue bajando la moral de los médicos sin que estos sean capaces de pasar al como y a la acción. ¿Es posible alguna acción?
Creemos que sí. El primer responsable de la calidad de la atención médica es el propio facultativo, antes incluso que el sistema sanitario que representa. Si un piloto de avión se da cuenta de que el vuelo no cumple con los rigurosos criterios de seguiridad aérea deberá finalizar el mismo y declarar una emergencia. No hacerlo lo convertiría en negligente y responsable del posible accidente.
Pasar consulta dedicando tres minutos por paciente no cumple los criterios mínimos de seguridad del paciente. Ante agendas de más de 60 o 70 pacientes al dia el facutativo debería plantarse y hacerlo con el apoyo de la evidencia científica, el criterio de los demás médicos, sociedades científicas e incluso de sus jefes.
Por otro lado mantener unas narrativas mediocres en encuentros de 4-5 minutos terminan haciendo que el profesional no pueda desarrollar la calidad científico técnica que sabe merecen sus pacientes y acabe sintiéndose no solo sobrecargardo sino frustrado por no poder ejercer su profesión de forma virtuosa, al obligarle el sistema a un nivel de "chapuza" por la presión asistencial no controlada.
Mantener un sistema de atención primaria supersobrecargado terminará dividiendo a la población entre los que puedan costear consultas "privadas" de calidad con tiempo suficiente y los que se contenten con un servicio público gratuito "de mínimos". Lo que sería una vuelta a sistemas del pasado en una sociedad a dos velocidades. Para que unos pocos ganen una gran mayoría saldría perdiendo.
Cinco de los lugares más longevos del planeta
MELIDE (ESPAÑA): libres de colesterol
Este tradicional pueblo gallego, ubicado en A Coruña, cuenta entre su población, de 17.500 habitantes, con 18 centenarios. Desde Servicios Sociales del Ayuntamiento lo atribuyen a una dieta escasa en el pasado y a mucho trabajo en el campo. “Aquí no existía el colesterol”, subrayan. Tampoco hay contaminación directa, debido a la ausencia de fábricas. Y los ancianos del lugar aún recuerdan la amabilidad del que fuera médico del pueblo. “La dispersión geográfica en Galicia ha contribuido a que caminemos mucho”, añade una melidense. De hecho, es una de las comunidades autónomas más longevas del país.ISLA DE OKINAWA (JAPÓN): soja y reflexión
Aquí viven las mujeres más longevas del mundo. No existen los obesos. Gran parte del mérito se lo lleva la gastronomía japonesa (bendita soja), a la altura de la mediterránea. Es una comunidad muy espiritual que enarbola la bandera del slow food: coma lento, sin grasas ni calorías. La tasa de enfermedades cardiovasculares es seis veces inferior que en Estados Unidos.PENÍNSULA DE NICOYA (Costa Rica): la vitalidad del campo
Maíz, frijoles, yuca y leche son los cuatro pilares de la dieta de los ancianos de esta península bañada por el Pacífico, calificada como ‘zona azul’ (lugar longevo del planeta) por National Geographic Society. No hay gimnasios, pero la gente trabaja en el campo hasta el final de su vida. Según Luis Diego Murillo, médico de la región, el aislamiento de Nicoya ha frenado la contaminación.LOMA LINDA (CALIFORNIA): caminar para vivir
Se trata de una comunidad de adventistas cien por cien vegetariana, que según National Geographic Society destaca en el mundo por su longevidad. El sábado hacen una jornada de desconexión en la que solo importan “la familia y el espíritu”. Además, adoran las nueces y disfrutan de largas caminatas por el campo. No fuman.ICARIA (GRECIA): un té muy especial
Aparte de la ausencia de relojes mencionada en el reportaje, la dieta de esta isla griega se antoja clave para la longevidad: el consumo de grasas saturadas de carne y lácteos es minímo. Suben y bajan veinte colinas al día y beben, al final de cada jornada, un té de montaña de hierbas endémicas. No hay establecimientos de comida rápida.viernes, 19 de septiembre de 2014
Tony Judt – El refugio de la memoria
“No podemos elegir dónde iniciamos nuestra vida, pero podríamos finalizarla donde quisiéramos. Yo sé dónde estaré: yendo en ese tren minúsculo a ningún sitio en particular, por siempre jamás.”
Si fuera cierto que al morir te ponen la película de tu vida, si en ella no salieran unos irrelevantes y aburridos pecados (finalidad disuasoria de la leyenda) sino el olor de tus recuerdos y lo más personal de tu mirada, y si el pase no durase unos segundos sino tres largos años, y además te las ingeniases para poder ir dictando lo que estabas viendo, quizá obtendríamos algo tan bueno e interesante como El refugio de la memoria, tanto más bueno e interesante cuanto más te parecieras a una persona tan conocedora de su tiempo y tan lúcida y sincera como Tony Judt.
Una variante de esclerosis lateral amiotrófica (más grave que la que afecta a Stephen Hawking) abocó a una inmovilidad cada vez más absoluta a este profesor e historiador nacido en Londres en 1948, “espectador engagé, intelectual políticamente comprometido pero independiente y crítico” como le definió un colega del New York Review of Books en su obituario. Y en ese estado, con la mente intacta pero sin poder mover un dedo, se dedicó a viajar por su memoria, evocando sus adorados trenes y las comidas de su infancia, una acogedora línea de autobus, los Citroen de su padre y la cultura del automóvil, un querido exigente profesor (“haber sido bien instruido es la única cosa que merece la pena recordar del colegio”), su sarampión sionista en un kibutz, las ventajas de ser revolucionario (“Qué suerte que el antinazismo requiriera -que fuera definido en función de ellos, de hecho- orgasmos en serie”), su ignorancia respecto a la verdadera revolución que se producía en Varsovia y en Praga (“…desde nuestro punto de vista fuimos una generación revolucionaria. La lástima es que nos perdimos la revolución.) y sus posteriores contactos con la cultura y los futuros líderes centroeuropeos. También los problemas de la enseñanza (“Cuando empecé, mi desafío consistía en explicar por qué la gente perdía su ilusión por el marxismo; hoy, el obstáculo insuperable al que uno se enfrenta es el de explicar la ilusión misma”), las nuevas formas de represión sexual generadas por el temor a la justicia feminista (y los riesgos de ser un profesor varón en USA) y algunas cosas que convendría recuperar, como la austeridad de la posguerra, las reglas no escritas que sostienen las relaciones humanas, y la palabra, amenazada por la pobre e insegura simplicidad de una “neo-lengua” a la que prefiere llamar “no-lengua”:
“Me parecía que hablar era lo que daba su pleno sentido a la existencia adulta. Nunca he dejado de percibirlo así… / …La riqueza de palabras en la que me crié era un espacio público por derecho propio; y de espacios públicos adecuadamente conservados es de lo que carecemos hoy. Si las palabras se deterioran, ¿qué las sustituirá? Son todo lo que tenemos”
Un recorrido variado y ameno, en el que no falta un examen de su heterodoxa forma de afirmarse judio y en el que alternan recuerdos personales con reflexiones sociales y políticas llenas de sensatez y escritas con una suavidad muy particular, con un sereno distanciamiento puesto al servicio de su envidiable clarividencia. Apenas hay alusiones a las condiciones en las que “escribe”, una vez que, nada más empezar, ya ha explicado cómo utilizó el recuerdo de la disposición de un chalet suizo en el que había pasado unas vacaciones como anclaje mnemotécnico de lo que iba rememorando por las noches, cuando no podía comunicárselo de ninguna forma a nadie. De ahí, “El chalet de la memoria”, el título original en el que la palabra “chalet” ha sido ingeniosa pero discutiblemente traducida como refugio. Seguramente Tony Judt se refugió en la memoria para soportar lo insoportable (“Se acabó: no más un ir hacia, tan solo un interminable estar”) pero salvo por lo que pudieran haber afectado a su tono, estas memorias no le deben nada a las circunstancias en las que fueron escritas: Por si mismas interesantísimas, la libertad y la sutil lucidez de Judt puede llegar a entusiasmar (Neus me conminó a leer este libro con carácter de urgencia: Deja todo lo que estés haciendo… y se lo pedí en préstamo a vuelta de correo), y El refugio de la memoria es una obra que disfrutarán especialmente quienes hayan nacido como él a mediados del pasado siglo y aún tengan interés en recordar y reflexionar.
“La fina capa de la civilización reposa sobre lo que bien podría ser una fe ilusoria en nuestra humanidad común. Pero ilusoria o no, haríamos bien en aferrarnos a ella. Ciertamente, es esa fe –y las restricciones que impone a la conducta humana- la que debe anteponerse en tiempos de guerra o de malestar social.”
Nobel alternativo por medir cómo se resbala con una piel de plátano
Unas españolas ganan el premio de Nutrición por su investigación sobre la “caracterización de bacterias del ácido láctico aisladas de heces de niño como potencial cultivo iniciador probiótico para salchichas fermentadas [fuet]”
Una investigación a cargo de científicos japoneses que han medido la cantidad de fricción que se produce entre un zapato y una piel de plátano, y entre esta y el suelo cuando una persona la pisa ha recibido este año el Ig Nobel de física en la 24 edición de estos galardones, los Nobel alternativos, que se entregaron anoche en Harvard (EE UU) en una ceremonia llena de humor. Cuatro auténticos Nobel, de los de Estocolmo, participaron en el acto: Carol Greider, Erik Maskin, Rich Roberts y Frank Wilczek. Más de mil personas llenaron el histórico Teatro Sanders de la Universidad de Harvard para seguir la desenfadada entrega de estos premios, que recogieron allí mismo la mayoría de los galardonados y cuyo lema es Hacer a la gente reir y después pensar. Los organiza cada año la revista de humor científico Anales de Investigación Improbable. La inmensa mayoría de los trabajos galardonados han sido publicados como resultados científicos y Marc Abrahams, el creador e impulsor de estos Nobel alternativos, siempre explica que, edición tras edición, la inmensa mayoría de los premiados se da cuenta de la vertiente cómica de su investigación cuando recibe el Ig Nobel.
Los galardones en las distintas disciplinas consideradas en 2014 son:
Física. Los japoneses Kiyoshi Mabuchi, Kensei Tanaka, Daichi Uchijima and Rina Sakai reciben la distinción por haber “medido la cantidad de fricción que se produce entre un zapato y una piel de plátano, y entre esta y el suelo cuando una persona pisa una piel que está en el suelo”, según indica el acta galardón. Mabuchi, de la Universidad Kitasato nipona, recogió el IG Nobel ayer en Harvard.
Neurociencias. Un equipo de investigadores de China y de Canadá, representados en la entrega de premios por Kang Lee (Universidad de Toronto) recibe el galardón “por intentar comprender qué pasa en el cerebro de la gente que ve la cara de Jesús en una tostada”.
Fisiología. “Por acumular evidencias acerca de que la gente que normalmente se acuesta tarde es, como media, más autoadmirativa, más manipuladora y más psicopática que la gente que habitualmente se levanta temprano por la mañana”, merecen el premio unos investigadores de Australia, Reino Unido y Estados Unidos. Peter Jonason (Universidad de Sidney Occidental) recibió la distinción en directo.
Salud Pública. Científicos de la República Checa, Japón, EE UU e India reciben el Ig Nobel por “investigar si es mentalmente peligroso para un ser humano tener gato”. Tres de los autores asistieron a la ceremonia en Harvard.
Biología. “Por documental cuidadosamente el hecho de que cuando los perros defecan y orinan prefieren alinear el eje de su cuerpo con las líneas norte-sur de campo geomagnético terrestre”, recibe el galardón un grupo de doce investigadores de la República Checa, Alemania y Zambia que estuvieron representados en Harvard ayer por la mitad de ellos.
Arte. Tres italianos fueron galardonados con el Ig Nobel “por medir el dolor relativo que sufre la gente mientras observa una pintura fea en lugar de una pintura bonita, mientras se le dispara [en la mano] un potente haz laser”. Marina di Tommaso , de la Universidad de Bari, recogió el premio.
Economía. El Instituto de Estadística del Gobierno italiano, recibe el galardón “por liderar el cumplimiento del mandado de la UE de que los países incrementen el tamaño de su economía incluyendo los ingresos de la prostitución, la venta de drogas ilegales, el contrabando y otras transacciones financieras ilegales entre los muy dispuestos participantes”. No asistió nadie a la ceremonia para recibir el Nobel alternativo.
Medicina. Unos investigadores de EE UU e India destacan este año en esta disciplina por “tratar las hemorragias nasales incontrolables utilizando el método de empaquetamiento de la nariz con tiras de cerdo curado”. Sonal Saraiya, del Centro Médico de Detroit, recogió el premio.
Ciencias árticas. Un grupo de Noruega y de Alemania han investigado “cómo reacciona el reno al ver a seres humanos disfrazados de osos polares”. Dos profesores de la Universidad de Oslo asistieron a la ceremonia.
Nutrición. Cinco científicas del Instituto de Investigación y Técnicas Agroalimentarias (IRTA), de la Generalitat de Cataluña, han sido galardonadas este año por su artículo titulado “Caracterización de bacterias de ácido láctico de heces infantiles como cultivos potenciales iniciadores probióticos para salchichas fermentadas [fuet]”. Raquel Rubio, Anna Jofré, Belén Martín, Teresa Americh y Margarita Garriga no pudieron asistir a la ceremonia en el Teatro Sanders de Harvard, pero expresaron la aceptación el galardón vía video, según señala la organización.
Los premiados tenían, en el acto de ayer, un minuto de tiempo para agradecer las respectivas distinciones, pero tendrán oportunidad de extender más (cinco minutos) acerca de sus investigaciones en la sesión de charlas convocadas para el sábado 20 de septiembre por la tarde en el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT). Abrahams cerró la ceremonia de entrega de los Nobel alternativos 2014 con la despedida tradicional: “Si no ganaste un Ig Nobel este año –y especialmente si lo ganaste- te deseo mejor suerte el año que viene”. Y no puede faltar el recuerdo para Andre Geim, el científico ruso que trabaja en la
Universidad de Mánchester: en que recibió en 2000 el Ig Nobel de Física por hacer levitar una rana con imanes y después, en 2010, obtuvo el Nobel de Física de verdad (junto con su colega Konstantín Novosiólov), por el descubrimiento del grafeno.
Los galardones en las distintas disciplinas consideradas en 2014 son:
Física. Los japoneses Kiyoshi Mabuchi, Kensei Tanaka, Daichi Uchijima and Rina Sakai reciben la distinción por haber “medido la cantidad de fricción que se produce entre un zapato y una piel de plátano, y entre esta y el suelo cuando una persona pisa una piel que está en el suelo”, según indica el acta galardón. Mabuchi, de la Universidad Kitasato nipona, recogió el IG Nobel ayer en Harvard.
Neurociencias. Un equipo de investigadores de China y de Canadá, representados en la entrega de premios por Kang Lee (Universidad de Toronto) recibe el galardón “por intentar comprender qué pasa en el cerebro de la gente que ve la cara de Jesús en una tostada”.
Fisiología. “Por acumular evidencias acerca de que la gente que normalmente se acuesta tarde es, como media, más autoadmirativa, más manipuladora y más psicopática que la gente que habitualmente se levanta temprano por la mañana”, merecen el premio unos investigadores de Australia, Reino Unido y Estados Unidos. Peter Jonason (Universidad de Sidney Occidental) recibió la distinción en directo.
Salud Pública. Científicos de la República Checa, Japón, EE UU e India reciben el Ig Nobel por “investigar si es mentalmente peligroso para un ser humano tener gato”. Tres de los autores asistieron a la ceremonia en Harvard.
Biología. “Por documental cuidadosamente el hecho de que cuando los perros defecan y orinan prefieren alinear el eje de su cuerpo con las líneas norte-sur de campo geomagnético terrestre”, recibe el galardón un grupo de doce investigadores de la República Checa, Alemania y Zambia que estuvieron representados en Harvard ayer por la mitad de ellos.
Arte. Tres italianos fueron galardonados con el Ig Nobel “por medir el dolor relativo que sufre la gente mientras observa una pintura fea en lugar de una pintura bonita, mientras se le dispara [en la mano] un potente haz laser”. Marina di Tommaso , de la Universidad de Bari, recogió el premio.
Economía. El Instituto de Estadística del Gobierno italiano, recibe el galardón “por liderar el cumplimiento del mandado de la UE de que los países incrementen el tamaño de su economía incluyendo los ingresos de la prostitución, la venta de drogas ilegales, el contrabando y otras transacciones financieras ilegales entre los muy dispuestos participantes”. No asistió nadie a la ceremonia para recibir el Nobel alternativo.
Medicina. Unos investigadores de EE UU e India destacan este año en esta disciplina por “tratar las hemorragias nasales incontrolables utilizando el método de empaquetamiento de la nariz con tiras de cerdo curado”. Sonal Saraiya, del Centro Médico de Detroit, recogió el premio.
Ciencias árticas. Un grupo de Noruega y de Alemania han investigado “cómo reacciona el reno al ver a seres humanos disfrazados de osos polares”. Dos profesores de la Universidad de Oslo asistieron a la ceremonia.
Nutrición. Cinco científicas del Instituto de Investigación y Técnicas Agroalimentarias (IRTA), de la Generalitat de Cataluña, han sido galardonadas este año por su artículo titulado “Caracterización de bacterias de ácido láctico de heces infantiles como cultivos potenciales iniciadores probióticos para salchichas fermentadas [fuet]”. Raquel Rubio, Anna Jofré, Belén Martín, Teresa Americh y Margarita Garriga no pudieron asistir a la ceremonia en el Teatro Sanders de Harvard, pero expresaron la aceptación el galardón vía video, según señala la organización.
Los premiados tenían, en el acto de ayer, un minuto de tiempo para agradecer las respectivas distinciones, pero tendrán oportunidad de extender más (cinco minutos) acerca de sus investigaciones en la sesión de charlas convocadas para el sábado 20 de septiembre por la tarde en el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT). Abrahams cerró la ceremonia de entrega de los Nobel alternativos 2014 con la despedida tradicional: “Si no ganaste un Ig Nobel este año –y especialmente si lo ganaste- te deseo mejor suerte el año que viene”. Y no puede faltar el recuerdo para Andre Geim, el científico ruso que trabaja en la
Universidad de Mánchester: en que recibió en 2000 el Ig Nobel de Física por hacer levitar una rana con imanes y después, en 2010, obtuvo el Nobel de Física de verdad (junto con su colega Konstantín Novosiólov), por el descubrimiento del grafeno.
Yayoi Kusama
Tras sufrir una crisis diagnosticada como ;
“desorden obsesivo compulsivo”, se internó voluntariamente en una institución psiquiátrica, donde vive hasta la fecha. El contacto momentáneo con el mundo exterior le toma algunos pasos; su estudio queda a unos metros del hospital, a donde sin falta tiene que volver y pasar la noche para amanecer y volver a pintar.
Yayoi Kusama, pintora, escultora, diseñadora, novelista y poeta, es una de las artistas avant-garde que, “descubierta por Occidente”
Por más de 70 años, Kusama (cuya edad es ahora de 85), ha creado con su arte una conexión entre el mundo interior que la obsesiona y enferma, y el exterior que, confiesa, ha querido abandonar infinitas veces. Dibuja patrones de puntos de colores y redes sin fin “para sobrevivir y escapar de los miedos y deseos suicidas” palabras que repite cuando la entrevistan. Pero es una obsesión que oxigena a la vez su expresión artística y a ella misma.
jueves, 18 de septiembre de 2014
Presume de mostachos
Detail of a portrait of Shāh Ṭahmasp, Walters Manuscript 19th century.
Walters Art Museum.
Ultima Llamada : la sociedad consumista ya no da más de si .
Los ciudadanos y ciudadanas europeos, en su gran mayoría, asumen la idea de que la sociedad de consumo actual puede “mejorar” hacia el futuro (y que debería hacerlo). Mientras tanto, buena parte de los habitantes del planeta esperan ir acercándose a nuestros niveles de bienestar material. Sin embargo, el nivel de producción y consumo se ha conseguido a costa de agotar los recursos naturales y energéticos, y romper los equilibrios ecológicos de la Tierra.
Nada de esto es nuevo. Las investigadoras y los científicos más lúcidos llevan dándonos fundadas señales de alarma desde principios de los años setenta del siglo XX: de proseguir con las tendencias de crecimiento vigentes (económico, demográfico, en el uso de recursos, generación de contaminantes e incremento de desigualdades) el resultado más probable para el siglo XXI es un colapso civilizatorio.
Hoy se acumulan las noticias que indican que la vía del crecimiento es ya un genocidio a cámara lenta. El declive en la disponibilidad de energía barata, los escenarios catastróficos del cambio climático y las tensiones geopolíticas por los recursos muestran que las tendencias de progreso del pasado se están quebrando.
Frente a este desafío no bastan los mantras cosméticos del desarrollo sostenible, ni la mera apuesta por tecnologías ecoeficientes, ni una supuesta “economía verde” que encubre la mercantilización generalizada de bienes naturales y servicios ecosistémicos. Las soluciones tecnológicas, tanto a la crisis ambiental como al declive energético, son insuficientes. Además, la crisis ecológica no es un tema parcial sino que determina todos los aspectos de la sociedad: alimentación, transporte, industria, urbanización, conflictos bélicos… Se trata, en definitiva, de la base de nuestra economía y de nuestras vidas.
Estamos atrapados en la dinámica perversa de una civilización que si no crece no funciona, y si crece destruye las bases naturales que la hacen posible. Nuestra cultura, tecnólatra y mercadólatra, olvida que somos, de raíz, dependientes de los ecosistemas e interdependientes.
La sociedad productivista y consumista no puede ser sustentada por el planeta. Necesitamos construir una nueva civilización capaz de asegurar una vida digna a una enorme población humana (hoy más de 7.200 millones), aún creciente, que habita un mundo de recursos menguantes. Para ello van a ser necesarios cambios radicales en los modos de vida, las formas de producción, el diseño de las ciudades y la organización territorial: y sobre todo en los valores que guían todo lo anterior. Necesitamos una sociedad que tenga como objetivo recuperar el equilibrio con la biosfera, y utilice la investigación, la tecnología, la cultura, la economía y la política para avanzar hacia ese fin. Necesitaremos para ello toda la imaginación política, generosidad moral y creatividad técnica que logremos desplegar.
Pero esta Gran Transformación se topa con dos obstáculos titánicos: la inercia del modo de vida capitalista y los intereses de los grupos privilegiados. Para evitar el caos y la barbarie hacia donde hoy estamos dirigiéndonos, necesitamos una ruptura política profunda con la hegemonía vigente, y una economía que tenga como fin la satisfacción de necesidades sociales dentro de los límites que impone la biosfera, y no el incremento del beneficio privado.
Por suerte, cada vez más gente está reaccionando ante los intentos de las elites de hacerles pagar los platos rotos. Hoy, en el Estado español, el despertar de dignidad y democracia que supuso el 15M (desde la primavera de 2011) está gestando un proceso constituyente que abre posibilidades para otras formas de organización social.
Sin embargo, es fundamental que los proyectos alternativos tomen conciencia de las implicaciones que suponen los límites del crecimiento y diseñen propuestas de cambio mucho más audaces. La crisis de régimen y la crisis económica sólo se podrán superar si al mismo tiempo se supera la crisis ecológica. En este sentido, no bastan políticas que vuelvan a las recetas del capitalismo keynesiano. Estas políticas nos llevaron, en los decenios que siguieron a la segunda guerra mundial, a un ciclo de expansión que nos colocó en el umbral de los límites del planeta. Un nuevo ciclo de expansión es inviable: no hay base material, ni espacio ecológico y recursos naturales que pudieran sustentarlo.
El siglo XXI será el siglo más decisivo de la historia de la humanidad. Supondrá una gran prueba para todas las culturas y sociedades, y para la especie en su conjunto. Una prueba donde se dirimirá nuestra continuidad en la Tierra y la posibilidad de llamar “humana” a la vida que seamos capaces de organizar después. Tenemos ante nosotros el reto de una transformación de calibre análogo al de grandes acontecimientos históricos como la revolución neolítica o la revolución industrial.
Atención: la ventana de oportunidad se está cerrando. Es cierto que hay muchos movimientos de resistencia alrededor del mundo en pro de la justicia ambiental (la organización Global Witness ha registrado casi mil ambientalistas muertos sólo en los últimos diez años, en sus luchas contra proyectos mineros o petroleros, defendiendo sus tierras y sus aguas). Pero a lo sumo tenemos un lustro para asentar un debate amplio y transversal sobre los límites del crecimiento, y para construir democráticamente alternativas ecológicas y energéticas que sean a la vez rigurosas y viables. Deberíamos ser capaces de ganar grandes mayorías para un cambio de modelo económico, energético, social y cultural. Además de combatir las injusticias originadas por el ejercicio de la dominación y la acumulación de riqueza, hablamos de un modelo que asuma la realidad, haga las paces con la naturaleza y posibilite la vida buena dentro de los límites ecológicos de la Tierra.
Una civilización se acaba y hemos de construir otra nueva. Las consecuencias de no hacer nada —o hacer demasiado poco— nos llevan directamente al colapso social, económico y ecológico. Pero si empezamos hoy, todavía podemos ser las y los protagonistas de una sociedad solidaria, democrática y en paz con el planeta.
— En diversos lugares de la Península Ibérica, Baleares, Canarias, Ceuta y Melilla, y en el verano de 2014.
Para firmar el manifiesto, aquí
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