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domingo, 13 de marzo de 2016

Extraido del Blog : Curar a veces, aliviar a menudo, consolar siempre

Sedación paliativa y eutanasia. ¿Aclaramos términos?

El pasado domingo, me sorprendió este artículo del periódico El País. Me llamó la atención el batiburrillo de conceptos que se mezclan sin mucho criterio. Cuenta, ni más ni menos, el caso de un paciente que decide morir y elige la fecha. Y de unos médicos que le administran el fármaco letal. Pero vayamos por partes:
Según la Sociedad Española de Cuidados Paliativos, la sedación terminal es la “administración deliberada de fármacos para lograr el alivio, inalcanzable con otras medidas, de un sufrimiento físico y/o psicológico, mediante la disminución suficientemente profunda y previsiblemente irreversible de la consciencia en un paciente cuya muerte se prevé muy próxima y con su consentimiento explícito, implícito o delegado”. 
O sea, que no es una “eutanasia por la puerta de atrás” como nos hace creer el artículo cuando dice: “Tuvo que enfrentarse al sistema para conseguir su objetivo: Decidir cuándo me muero”. “Con la eutanasia prohibida, la única opción legal en España es una sedación terminal”.
Bien, sin ánimo de juzgar en absoluto al paciente, veamos el caso despacito. Creo que se ve más claro con esta tabla, también de la SECPAL:
Presentación1
En cuanto a la intencionalidad, de la entrevista se desprende que el paciente no pretendía un control de síntomas, sino decidir la fecha de su muerte. Y eso que era un paciente afortunado (al que no pretendo juzgar ni de lejos, que conste) que estaba incluido en un programa de paliativos domiciliarios, algo inalcanzable para muchos.
No obstante, los médicos de la ONG “Derecho a Morir Dignamente” (DMD) hablan de sufrimiento: dijeron que estaba angustiado, a pesar de que el propio periodista reconoce que pocos días antes “José Luis es un torbellino de ideas y citas”. A mí no me termina de cuadrar, aunque no soy quién para valorar la situación clínica de un paciente desconocido.
Pero el mismo paciente reconoce que lo que le llena de inquietud es llegar a perder el control de la situación. Solo que aún no estamos en esa fase. ¿De verdad esa angustia es un síntoma irreversible e incontrolable por otras medidas? ¿De verdad el equipo de cuidados paliativos que le trataba a diario no supo detectar ese síntoma incontrolable? Dejadme dudar.
Por cierto, me pregunto si la asociación DMD se planteó si un paciente con ese grado de angustia que mencionan es capaz para otorgar un consentimiento informado. Que no es un detalle poco importante.
Respecto al proceso y al resultado, creo que no hay ni que mencionarlos, ¿no?
Pero veamos algún detalle más del artículo:
 “Esta ONG apreció en el hombre un estado de angustia y deterioro que consideró suficiente para sedarle, aunque aquello tuviera como efecto secundario…”. A ver, que nos liamos otra vez. Este hombre dice claramente que la muerte era el efecto buscado, no un efecto secundario. Dejémonos de eufemismos, por favor.
– No voy a entrar a valorar a la ONG. Pero parece que aparece siempre que hay un caso mediático que puede remover el debate de la eutanasia. Y no les importa meter en el mismo saco a pacientes que solicitan una limitación de esfuerzo terapéutico que nada tiene que ver con la eutanasia, a otros pacientes que reciben una sedación terminal “auténtica”, y a los que piden la eutanasia (estos tres tipos de pacientes, de hecho, se mezclan sin ton ni son en el recuadro “explicativo” que acompaña al artículo).
– Lo de las asociaciones pro “Muerte Digna” no pasa solo en España. Os recomiendo leer un libro que se llama “Seducidos por la muerte”, de Herbert Hendin, un psiquiatra americano que estudia el caso holandés para poner en marcha la eutanasia en EEUU… y se vuelve un convencido detractor de la misma. En parte, por casos en los que participan asociaciones de este estilo. Os advierto de que es escalofriante.
Lo siento, pero les daré una oportunidad a las asociaciones de “Muerte Digna” cuando les vea más interesados en los cuidados paliativos que en la legalización de la eutanasia. Para muestra un botón: su dirección web es http://www.eutanasia.ws.
– El artículo también incluye, cómo no, una referencia al encarnizamiento terapéutico. Siempre el binomio: si no te aplican la eutanasia, se ensañarán contigo hasta el infinito. Pues mira, no. Quizá con su hermana no se tomó a tiempo la decisión de parar un tratamiento futil (no conozco el caso). Si es así, mal hecho. Pero José Luis no corre el riesgo de ser sometido a encarnizamiento: ya está incluido en un programa de tratamiento paliativo.
– Y por último, el artículo contiene una referencia a que los médicos no tienen formación holística (ya, pero si no lo tiene un equipo de paliativos, el resto ni te cuento). Y a que actúan así porque el sistema no les permite pensar. Oiga, que estamos hablando de gente experta, que se ha formado en esto y lo pone en práctica a diario. Gente que conoce los estados de angustia del paciente en esa situación. Profesionales especializados en comunicación, en lenguaje no verbal, en aliviar y consolar cuando ya no hay curación. A ver si resulta que todos los médicos son unos “mandados” y no piensan, excepto los que pertenecen a DMD.
Por tanto, la conclusión fundamental es que no estamos hablando de una sedación terminal (por cierto, la SECPAL prefiere el término sedación en la agonía, que es más correcto y además deja mucho más claro que no estamos en ese caso).
Si queremos reactivar el debate de la eutanasia (yo centraría fuerzas primero en otros objetivos, como conseguir paliativos para todos, pero bueno) hagámoslo. Pero con las cartas sobre la mesa y sin trampas. Y con los conceptos claros. Lo contrario no beneficia a nadie, pero menos aún a los pacientes con enfermedades avanzadas.
“¿Puedes acaso devolver la vida? Entonces no te apresures a dispensar la muerte, pues ni el más sabio conoce el fin de todos los caminos”. Gandalf el Gris.
PD.- Por cierto, no os perdáis esta respuesta de dos oncólogos argentinos al artículo de El País. Ya solo el título es fantástico: http://eficaciavital.com.ar/index.php/79-noticias/84-cuando-la-eutanasia-se-disfraza-de-sedacion-paliativa

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