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jueves, 8 de septiembre de 2016

GANSOS SALVAJES Mary Oliver




No tenés que ser bueno.
No tenés que caminar de rodillas
cien kilómetros por el desierto, arrepintiéndote.
Solamente tenés que dejar que el animal sumiso que es tu cuerpo
ame lo que ama.
Contame de tu desesperanza, que yo te cuento de la mía.
Mientras tanto el mundo sigue.
Mientras tanto el sol y las piedritas claras de la lluvia
se mueven por los paisajes,
sobre los prados y los árboles frondosos,
las montañas y los ríos.
Mientras tanto, arriba, en el aire limpio y azul, los gansos salvajes
vuelven a casa una vez más.
Seas quien seas, no importa qué tan solo estés,
el mundo se ofrece a tu imaginación,
te llama como los gansos salvajes, ensordecedor y fascinante
anunciándote una y otra vez tu lugar


en la familia de las cosas.

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