Escribía Ioannidis en un duro editorial del JAMA:
“Hay suficientes pruebas de que los congresos médicos están al servicio de valores muy cuestionables que van en contra de la medicina y el sistema de salud…; los congresos, tal como están planteados, solo favorecen a los departamentos comerciales de las farmacéuticas y a las cadenas hoteleras… Es el momento de que se extingan como los dinosaurios o de que cambien radicalmente” (énfasis nuestro)
La verdad es que es un sinsentido que los congresos médicos estén financiados y diseñados según los intereses de unos proveedores que pretenden que sus clientes, los médicos, tomen determinadas decisiones a su favor: es como si los congresos de los jueces fueran pagados y sus contenidos controlados por compañías aseguradoras o bufetes privados de abogados con interés en que se dictaminen sentencias a favor.
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