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viernes, 30 de septiembre de 2016

Madres arrepentidas. Una mirada radical a la maternidad y sus falacias (Reservoir Books), de la israelí Orna Donath.

Comenta Elvira Lindo ; sobre este libro : 
Tengo la sensación de que en nuestro país, tendente a la tragicomedia, las madres han tenido la posibilidad de expresar una ambivalencia emocional que va en el cargo: te quiero más que a nadie en el mundo, pero qué feliz sería a veces sin ti.
La literatura ha frecuentado esto que cuenta la profesora Donath de aquella madame Bovary que antepone sus delirios románticos a la crianza de su hija, a todos esos cuentos en los que Alice Munro nos descubre las obsesiones de madres negligentes, que pierden la cabeza y corren de pronto tras los pasos de un hombre olvidándose por unas horas de los hijos, esas madres que están a otra cosa, que tratan de refugiarse, aunque sea en el cuarto de la lavadora, para preservar algo de lo que fueron cuando no estaban al servicio de unos hijos que provocan tanto amor como angustia. O Las horas, de Michael Cunningham, novela en la que percibimos a través de los ojos del niño el desgarro de una madre que no puede hacer frente a su maternidad. Este último ejemplo nos inquieta porque en algún momento de nuestra niñez muchos sentimos esa complejidad de los sentimientos maternos. Ella nos amaba pero a veces quería huir; ella soñaba en ocasiones con otra vida de la que nosotros no formábamos parte.
Algunas reseñas señalan enfáticamente que este libro de madres arrepentidas rompe “el último tabú”. Yo opino que cualquier persona perspicaz detectará en algunas mujeres la incomodidad que les provoca su papel. Los primeros que olfatean esa rareza son los hijos que aun así las aman, como también las madres carentes de vocación los aman a ellos.
Vivimos en una época en la que ha surgido un talibanismo maternal que tiende a calificar de malas madres a las que no desean asumir la maternidad como una religión. Pobres de aquellas que se vean enredadas en este fanatismo; sospecho que los hijos acabarán sintiéndose más libres creciendo en manos de una madre algo negligente que de una asfixiante. En cualquier caso, la sociedad va entendiendo que hay mujeres que no necesitan procrear para sentirse plenamente realizadas, aunque sospecho que el mayor problema en España es el de las jóvenes que quisieran ser madres pero no encuentran el momento.

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